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El seis de junio, si la suerte me acompaña habré cumplido los
setenta. Hace muchos, de joven, creía que no llegaría a verlos, es
decir, que antes la palmaría.
Llevo días poniendo mi cuerpo al
límite, andando más de lo que al principio podía imaginar. Salgo
de casa por la mañana y paro cuando el cuerpo me dice basta. No diré
aquí los kilómetros que hago, ni siquiera yo lo sé. Para mayo haré
lo mismo, pero ya con la mochila en la espalda. Me duele la espalda,
las dos hernias no perdonan, pero espero que al adelgazar el dolor
remita. Por ahora no tomo calmantes ni antiinflamatorios, y tampoco
como o bebo productos energéticos. Se trata de conocer el límite
del cuerpo y de la mente, no de la ciencia, luego ya veremos si echo
mano de ella y cómo lo hago.
El primero de julio quiero empezar el Camino de Santiago y necesito estar preparado. Por supuesto, el Camino no es la meta. Lo que me he impuesto lo supera con creces, pero por ahora lo callo, así, si por otras circunstancias no puedo, nadie me lo va a echar en cara sino soy yo mismo.
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