martes, 20 de diciembre de 2011

LOS MISMOS PERROS

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¿Alguien duda que si los dejaran, aquí harían lo mismo? No os engañéis, son los mismos perros, pero con distintos medios.



Mi hija dice que una cosa es escribir para gente normal y otra hacerlo de manera parecida a Vargas Llosa. Evidentemente, aunque me encantaría, ni de lejos escribo como él, sin embargo, la comparación me ha satisfecho tanto que he decidido no hacer caso a sus correcciones, que se circunscriben a eliminar comas y puntos. Amara, al contrario, dice que, salvo las primeras páginas, su corrección es meramente anecdótica, en gran parte por mi afición, según ella, por el eso. Maravilloso pienso, pues es de lo que estoy más seguro.
-Está muy bien escrita –me aclara con un punto de orgullo.
Por supuesto se equivoca. Mi querida maestra opinaría lo contrario, precisamente las primeras páginas fueron corregidas siguiendo sus indicaciones. En todo caso eso demuestra que en esta vida solo hay algo seguro: que nos morimos y que dios no existe, el resto carece de reglas excepto el cosmos, a menos que el bosón de Higs sea un espejismo, que podría serlo.

Al y Bel acaban de volver de Cabo Verde. Ayer organizamos una cena en su honor para recibirlos como merecen, en la que había suficientes proteínas y calorías para un regimiento. Nos habían dicho que pasaban hambre, que allí la vida es muy dura, que hay poca comida, que no hay carne ni verdura, que son muy caras. A él le levanté la camisa y vi que había vuelto con algo menos de barriga. A ella no hizo falta, por sus curvas deduje que había engordado ligeramente. Y recordé lo delgado y fuerte que volví de Cachemira, mientras que Anna terminó engordando un poco y fortaleciéndose mucho más que yo.
Al apenas ha adelgazado y Bel ha engordado, que falta le hacía. Es curioso, podría ser una coincidencia, pero no, no es eso, Santiago Genovés apreció la misma diferencia entre los hombres y mujeres de su expedición atlántica. Pienso que debería hacerse un estudio sobre este curioso tema.

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sábado, 17 de diciembre de 2011

...EL BLUES DE AMARA... TESA

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Masacre de coptos en el Cairo por parte del ejército.



Llevo 84 páginas escritas, de las que apenas quedarán 50 después de haberlas pasado por la censura, a menos que mi tercera novela termine siendo un gran y extenso relato erótico.
Excepto la parte emotiva de mi relación con Amara y mi aventura en Perú con Lourdes, que aún no he escrito, el resto es puro y salvaje sexo, y no puedo evitarlo, ya que sin él la historia carece de realidad.
Hoy, mientras escribo, me pregunto cómo pudimos llegar tan lejos y soportarlo sin afectar nuestra convivencia, nuestro amor, la paternidad y la educación de nuestros hijos.

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Para ella Tesa fue una buena amiga, la mejor, y aún lo es aunque a veces pierda la perspectiva. Ayudó a Amara en su aborto, en sus desgraciados lances amorosos y familiares, a superar el terrible trance de su violación y de los innumerables asaltos que padeció. Siempre estuvo con ella, para lo peor y lo mejor, de manera que el día de nuestra boda, al venir sola hice que se sentara a mi lado.
Tesa vivía como era, arriesgadamente y sin medir las consecuencias. Tenía dos novios, uno en su pueblo, fotógrafo de Sant Quirze de Basora, y otro en Barcelona, aparte de un amante en Vic con pretensión de ir a más y algún que otro amigo del hospital. Era una mujer divertida y, tras una apariencia nerviosa y alocada, escondía un carácter tranquilo, reflexivo y un privilegiado cerebro. Pelirroja, delgada, con un precioso y bien formado cuerpo y guapa de cara. Por su carácter y su físico llevaba de coronilla a los hombres y podía tomar el que quisiera; y le gustaban de todo tipo: jóvenes, maduros, pequeños, grandes; solo exigía la fidelidad del amigo, algo muy difícil, porque de ellos lo que más le atraía es que fueran calaveras, muy calaveras, y de todos es sabido que eso no hace buenas migas con la fidelidad.
Amara no solía mezclar amigos. Con Tesa se encontraba muy de tarde en tarde y solo para algunas salidas privadas: una cena de compañeros de trabajo o cuando se llamaban para presentarse un amigo. No obstante, un par de veces había coincidido con Jep, manteniendo la justa distancia al ir siempre acompañada, pero sin poder disimular lo mucho que le atraía. Amara y yo nos reíamos por ello, solo de ver la lánguida mirada de ella, su característica manera de hablar, de levantar el mentón; y la palabrería de él, tan interesante, inteligente, segura y amena cuando quería seducir a una mujer. Sin embargo, y pese su arrebatadora sexualidad, a Jep le faltaba lo primordial: ser o parecer un calavera, algo que yo sabía simular y que a Joan le sobraba.
Había algo que Tesa cumplía a rajatabla: el respeto por la amiga. Solo por el hecho de ser el compañero, un amigo demasiado íntimo o que percibiera un asomo de interés hacia él por parte de ella, Tesa, por mucho que el tipo le atrajera, se mantenía en un discreto segundo plano. El mundo para ella estaba repleto de hombres de su gusto y no tenía necesidad de cosecharlos entre los de sus amigas, por eso me sorprendió tanto lo ocurrido en el barco, el fin de semana que por fin coincidimos con ella y Joan y Vicki.
Hacía tiempo que Amara quería invitarla, pero dado lo difícil que era conseguir que coincidiéramos, lo iba atrasando un mes tras otro. Tesa pasaba los fines de semana en su pueblo y siempre que podía hacía una escapada a Vic. Entre semana vivía en un piso compartido con una simpática amiga de su pueblo, que, atónita, asistía a la complicada vida amorosa de su compañera, convertida en forzosa cómplice al atender las desconsoladas y largas llamadas desde Sant Quirze.
Jugábamos con el velamen y el curricán, con la seguridad que si algún bicho picaba sería por casualidad. En esos casos nos permitíamos poner una buena cucharilla con grandes anzuelos, solo por el gusto de imaginarnos que podíamos pescar un gran depredador. Recién habíamos terminando de comer y hacía rato que notábamos a Tesa un poco tensa, como si esperara algo que supiera que nunca llegaría. Parecía hablar con Amara casi en clave, cosa que nos incomodaba, no así a Vicki que les seguía la corriente de forma burlesca. De pronto Amara entró en la cabina, desnuda como siempre, provocándonos con su mirada y potenciando al máximo su atractivo con su arrebatadora sensualidad. Joan, después de lanzarme una mirada que casi parecía pedir perdón, le lanzó una provocativa bulla intentando pellizcarle el trasero. Y la seguimos como corderos seguidos de la burlona mirada de Vicki. Nos esperaba apoyada en la mesa de mapas, espléndida como siempre, pero su semblante había cambiado, casi mostrando disgusto.
-¿Os gusta Tesa?
- Claro –respondimos sorprendidos por la pregunta.
- En este caso y a menos que os sepa mal por algo, me gustaría que os la tiraseis. No está bien que Vicki y yo pasemos el fin de semana follando con los dos y ella no, supongo que lo entendéis.
En pocas palabras nos estaba diciendo que su amiga deseaba tener sexo con nosotros y que ellas no solo estaban de acuerdo sino que nos exigían que la atendiéramos como merecía.
Tesa era una maravilla, tanto en la cama como fuera de ella y, como era habitual con nuestras compañeras, el fin de semana terminó siendo una explosión de inesperadas e inimaginables sensaciones.

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sábado, 10 de diciembre de 2011

ESCRIBIR

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Nuestro amigo Micah Sherman tocando su violín.

 
-¿Por qué sacas lo de la Crisálida?
-Porque voy a escribir –respondo.
Es Amara quien pregunta, tal vez porque piensa que escondo algo.
De vez en cuando me gusta entrar en mis enlaces para renovarlos. Hoy me he encontrado con la agradable sorpresa de que Luis Muiño ha vuelto; todavía tiene pocos visitantes, pero supongo que eso lo arregla el tiempo. Pocos, pero de gran calidad. Vale la pena seguir "El hábitat del Unicornio", un título tan sugestivo como ilógico.

Escribir… no paro de hacerlo. Cuando no es en "Nada es Gratis", lo hago en el Facebook para comentar sobre economía, en "El sueño de Jardiel" el blog de Manuel Conthe o el de José Carlos Díez: "El economista observador". Y todo para dar mi opinión sobre algo que nos afecta a todos, para intentar convencer sobre el mejor camino a seguir, en unos blogs que creo, son leídos por gente que nos gobierna o influye en el sistema.
Propongo la creación de una segunda moneda, paralela, convertible y flotante. Nadie hace caso, ni siquiera se discute o se responde; quizá piensen que es una propuesta estúpida por venir de un neófito, tal vez teman hablar de ella, ya que sería muy comprometido. Lo cierto es que ya no soy el único, unos cuantos célebres economistas empiezan a proponer lo mismo, aunque tímidamente y sin llegar tan lejos.
Al principio propuse la creación de un impuesto social, específico para los productos llegados de países donde no existe cobertura social. Con este impuesto se podría cubrir el gasto de las ONGs que trabajan en ellos, de manera que sus gobiernos llegaran a la conclusión de ser más fácil y práctico crear su propia cobertura.
Esa propuesta también cayó en el olvido, excepto por alguien que opinó sobre su riesgo:
-Sería volver al proteccionismo –respondió, mezclando churras con meninas, ya que gravar para nivelar los precios en relación a los costes sociales, y reinvertir lo recaudado en el país de origen, no tiene nada de proteccionismo.

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Ayer cenamos con Jep y Mónica.
-Después podríamos ir a tomar unas copas. Unos amigos me esperan en un pub, son muy majos, te gustarán –le dije al sentarnos.
Aceptó. ¿Qué más podía hacer?
En realidad era una trampa. Los presuntos amigos lo eran de nuestra adolescencia, un par de "chicas" que hacía cuarenta y cuatro años que él no veía y de las que me hablaba a menudo. Habían llegado de Madrid esa misma mañana y sabían a quien esperaban.
-Le daremos una sorpresa –les dije.
El pobre diablo, sin saber de qué iba, se presentó como si nada. No las había reconocido.
-¿No las reconoces?
-¡Hostia!
Y pienso sobre lo pobres que seríamos si no mantuviéramos nuestra capacidad de asombro. Me gusta jugar con los sentidos de mis amigos, provocar su moral y buscar el punto en el que pierden su equilibrio emocional. Ese no ha sido el caso; sin embargo, sentí su perplejidad.
-Lo que hace el Facebook –le digo con intención, ya que es de los que niegan su utilidad y temen el exhibicionismo que cree que comporta.
-Las redes sociales solo sirven para exhibirse -me dijo hace días.
-Pues ya se han cargado tres dictaduras –le respondí entonces, y ahora podría añadir que ha recuperado algo muy bello gracias a ellas.

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Escribo mi tercer libro sin cesar. Borro, corto, copio, pego… y, al fin, elimino.
Sé que Amara lee el libro. Las noches de insomnio y de dolor no perdonan, se levanta y oigo como entra en el pequeño despacho, enciende el ordenador y navega entre fotos, películas y ficheros. A los pocos días y como por casualidad, me habla de una vieja historia.
-¿Recuerdas el 23F?
Y se ríe al recordar lo que hicimos, dónde estábamos, las exclamaciones de Jep, mi sorprendente respuesta, la indiferencia de Mónica…
No es la primera vez, días antes me habló de otros recuerdos, curiosamente también olvidados en mi historia.
Borro, corto, copio, pego… y elimino.
Sexo a borbotones, salvaje, brutal, casi animal; y tierno, emotivo, con amor o sin él. Sexo puro y sin fisuras sentimentales, sexo a raudales, más que hombre alguno haya podido conocer.
No puedo escribir un libro así, es imposible, nadie lo entendería, ni siquiera yo al repasarlo. Solo me queda hablar de los sentimientos, profundizar en ellos como si fueran los protagonistas, cuando, de haberlos, no eran partícipes de él y en su mayoría no pasaron de ser el resultado.
Y no me habla de él, quizá porque no sabe qué decir o porque es la única a quien no le asusta ni perturba.


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