viernes, 23 de mayo de 2014

MANUAL DEL VOTANTE INQUIETO

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Contenido:   

1:  Derechos del votante
2:  Apoderados e interventores
3:  Manipulaciones y tejemanejes más comunes

1º Derechos del votante   

Todo el mundo tiene derecho al voto, sin importar sus limitaciones. El primero y más vital de tus derechos es a votar. Salvo incapacidad mental aprobada por un juez, todo el mundo tiene derecho a votar. Los colegios deben estar adaptados para acceder a ellos en silla de ruedas, deben de tener papeletas para personas ciegas, si así lo han solicitado con anterioridad a la Junta Electoral, y deben de permitir el acceso de familiares o cuidadores si así lo solicita el discapacitado o la persona mayor, e incluso a los perros guía.
En caso de que el colegio no cumpla con la accesibilidad exigida para el acceso de todos los votantes, cualquiera puede reclamar el derecho a votar de las personas con movilidad reducida, teniendo la mesa que coger la urna y la documentación y desplazándose hasta el lugar más cercano que pueda llegar el minusválido y que vote en ese lugar. En caso de ser una persona ciega, si no ha pedido las papeletas en braille, es conveniente que la ayude un funcionario con la supervisión de los apoderados, pero nunca un apoderado. Si ves que esto  sucede, acude inmediatamente al presidente de alguna de las mesas del colegio electoral.
Deben existir papeletas de las 39 candidaturas. Sea cual sea tu opción política, debes tener derecho a votarla en el Colegio Electoral. Deben existir papeletas de todos los partidos durante toda la jornada electoral. Si detectas que faltan las papeletas de algún partido, sea tu opción de voto o no, acude al presidente de mesa para que se repongan inmediatamente. En caso de no conseguirlo por las buenas, ni hablando con los apoderados presentes, haz uso de la aplicación de  incidencias electorales o del hastag #25Mincidencias para que acuda inmediatamente un apoderado de otro partido no presente.
   
2º Apoderados e interventores   

- ¿Qué es un apoderado?   
Un apoderado es, según el artículo 76 de la Ley Electoral, la "representación de la candidatura en los actos y operaciones electorales", dicho de otra manera, los ojos y la voz de cada partido en el Colegio Electoral. Todo apoderado debe ir con la credencial expedida por el representante en la JEP o JEZ, así como el DNI, y siempre debe ser mostrada a los miembros de la mesa, así como al resto de autoridades del colegio electoral. Los apoderados tienen, según el artículo 77 de la Ley Electoral, derecho a acceder libremente a los locales electorales, a examinar el desarrollo de las operaciones de voto y de escrutinio, a formular reclamaciones y protestas así como a recibir las certificaciones que prevé esta Ley.
Además, existe la figura del interventor, que es nombrado por el partido y es miembro de la mesa electoral. Esta persona se sienta en la mesa, puede participar de la votación y suplir las funciones de alguno de los miembros si así lo piden los mismos.

- ¿Qué funciones tiene?   
Un apoderado, así como los interventores, funcionarios y miembros de seguridad, deben de ser garantes del proceso electoral. Entre sus funciones se encuentra la de asegurarse que todo está funcionando correctamente, que hay papeletas de todos los partidos, que hay sobres suficientes y cabinas de votación y que el recuento es fiel y no se manipula.

- ¿Qué funciones NO tiene?
El apoderado no tiene derecho a manipular las papeletas sobre la mesa ni en las cabinas de votación  secreta. Esta función es del presidente de mesa, así como  del resto de miembros y funcionarios del colegio. Deben siempre dirigirse a los  mismos. Si ves hacer movimientos extraños al apoderado o apoderados de uno o varios partidos, acude inmediatamente a alguna de las mesas y, si no consigues que paren su actuación, haz uso de la aplicación de incidencias electorales o del hastag #25Mincidencias.

- ¿Qué puede llevar un apoderado?   
El apoderado debe llevar siempre visible un cartel/pegatina con el logotipo del partido al que representa, así como la palabra “apoderado”, además de poder llevar carpetas o documentos con el logo del partido, siempre que no incluyan  la palabra VOTA. Si esto sucede, habla directamente con el apoderado, si no cesa en su acción, habla con los presidente de mesa, y si continúa el problema, haz  uso de la aplicación de incidencias electorales o del hastag #25Mincidencias, para que acuda el representante de algún otro partido.
Los interventores no pueden situar su carpeta al lado de la urna de votación. Es uno de los trucos más recurrentes. En la mesa de votación con la urna, así como en la mesa con las papeletas, no puede haber ningún tipo de logotipo o información de partidos, más allá de lo que se incluye en las propias papeletas electorales.

3º Manipulaciones y tejemanejes más comunes:   

- Sobres con papeletas electorales de algún partido.
Es una de las acciones más habituales. Un apoderado o interventor pone papeletas de su partido dentro de los sobres electorales vacíos. Con ello consigue que, si el votante vota a su partido, el voto cuente, ya que dos papeletas del mismo partido se consideran error; pero que si el elector apuesta por otra candidatura, el voto es nulo al haber papeletas de dos partidos.
Si detectas sobres con papeletas, no dudes en avisar al presidente de mesa, sin tocar ese sobre hasta que él lo vea, y denunciar el acto. Si no te hacen caso, avisa rápidamente en la aplicación de incidencias electorales o del hastag  #25Mincidencias para que acudamos lo más rápido posible.

- Papeletas en cabinas de voto secreto.
Las cabinas de voto secreto no deben de incluir papeletas de ningún partido o, en todo caso, deben estar las de todos ellos. Fíjate también en la posición, ya que los partidos mayoritarios suelen buscar la parte central. Intenta hablar con el presidente de mesa para que lo solucione, y déjanos aviso en la aplicación de incidencias electorales o del hastag #25Mincidencias para que estemos pendientes de la situación de ese colegio.

- Ocultación de papeletas.   
Si cuando acudes a votar, te das cuenta que hay montones de partidos grandes  repetidos, comprueba no vaya a ser que debajo de alguno de estos montones, se encuentren papeletas de otros partidos. Esta acción suele ser realizada por los apoderados y se ve si han sido ellos si en vez de estar la papeleta algo girada (como pasaría si tú coges un par, la dejas y te equivocas de montón) o si está en línea totalmente con el resto.
Si ocurre esto, no toques nada, acude al presidente de mesa, da el aviso, y que vaya rápidamente a la mesa de las papeletas. Mientras avísanos en la aplicación de incidencias electorales o del hastag #25Mincidencias para que podamos realizar, si fuera necesario, hasta una denuncia por manipulación de la jornada electoral contra el partido que sea.


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sábado, 17 de mayo de 2014

ENSEÑANDO A SOÑAR Y A PENSAR

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¿Represalia?
¿Lucha interna por el poco pastel que ya queda?
Todo es posible, ya no hay dinero para toda la Familia y algunos deben ser apartados o simplemente expulsados. Luego la rabia y la sempiterna pregunta ¿Por qué ella puede seguir robando y yo no?
También podría ser un ajuste de cuentas en el interior de la Familia. Quizá estuviera a punto de caer y amenazara con arrastrar a otros. Para eso se necesita un verdugo con una buena excusa para dar solidez a la historia. Ese debe tener una edad por la que no tenga que pagar mucha pena. A cambio los suyos quedarán arreglados de por vida, aunque sea a través de terceros. La Familia es así, siempre cobra y siempre paga.
En la foto no están todos, pero si los que marcan la diferencia, los que representan los distintos subgrupos, apretados, casi uno encima del otro para dar fe que estaban. Parece un aviso, para explicar al resto quiénes son y el por qué. En ella el poder muestra sus entrañas, no amaga lo que es, ya no le hace falta. Ha convertido al país en el argumento de una novela negra, al más puro estilo norteamericano de los años cuarenta.
Entre ellos hablan de formar una gran coalición, unir las dos grandes Familias. Creen que así podrán mantener el poder y el sistema, cuando en realidad el uno es ficticio y el otro se desmorona. Necesitan del engaño para no tener que llegar a las manos, porque para conservar el poder son capaces de todo, desde cambiar las reglas del juego democrático, hasta matar si es necesario.

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Para que la gente aprenda a pensar y soñar en libertad, hay que darle las herramientas necesarias. Pero no todas, ni en exceso. No es bueno hacer que la gente no necesite luchar para pensar y soñar en libertad. Queremos un mundo de personas, no de androides.
No hay libertad sin lucha y no hay lucha sin violencia. Eso podría haberlo aprendido de Mandela, pero no me hizo falta, siempre lo supe. Mandela mató a muchos, igual que su opositor Klerk, y luego los dos se pusieron de acuerdo y les dieron el Nobel de la paz.

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Michel me explicó que vino a España porque quería vivir en calma. Michel es nigeriano y tiene mi edad, debe ser de los primeros en llegar. Recuerdo que esas mismas palabras las dijo Abdullah, un sudanés grandote y bonachón, que conocí mientras vendía refrescos en la playa. Lo mismo que podría haber dicho nuestro querido amigo Julián, si no hubiese sido rescatado por el padre de Artur, antes que Macías matara a su familia. Y son las mismas que hace poco escuché de Luis, mi nuevo amigo peruano.
-Ahora mi país ha cambiado mucho, antes de Fugimori la gente se mataba por las calles, no podías dormir tranquilo y fuera de las grandes ciudades tu vida no valía nada. Tú no sabes lo que es que estalle una bomba al lado de tu casa.
Y no le explico que me cayó una granada encima, justo a unos metros de dónde me encontraba; pero sí que estuve en el Altiplano y en el Madre de Dios en junio del 82.
-¡Uy! Entonces tú debiste pelear por tu vida, estar en Maldonado ¿Te tiraste alguna india allá? Son muy calientes las indias. Pareces un hombre de paz, tan tranquilo y peleando por unas ideas tan sanas. Debiste pasar miedo, mucho miedo.
No, entonces no conocía el miedo, incluso creo que tampoco ahora. No estoy seguro de lo que es el miedo. Debo remontarme muchos años, tantos que ni recuerdo. Es cierto que lo he buscado, a veces hasta con desespero, pero sin demasiado éxito.
Pero todo eso lo hablo en silencio, solo para mí. Pocos han de conocer mi vida, solo los que de vez en cuando me leen. Esas cosas no sé ni puedo contarlas a viva voz.
-Tuve suerte –respondo con una mueca de poco convencimiento.
Nos conocimos en el bar de los paquistaníes, mientras buscaba firmas para presentarnos en las elecciones. Me gusta hablar con ellos sobre su país, nos reímos y charlamos distendidamente. La gente me mira sorprendida, nunca había visto sonreír a esta gente. Tan sobria y silenciosa, poco dada a hablar de su vida, lejana y extraña, cerrada en sí misma. Me gusta porque la conozco y sé de qué hablar con ella, sus inquietudes y el reparo que siente cuando es tratada con violencia. No ha venido en busca de calma, en su país, aunque la gente piense lo contrario, se vive con sosiego. Pero esos paquistaníes no son del norte, pashtunes. Ni siquiera saben cómo es aquel país, del que todos hablan como si fuera un ensueño.
-Tengo entendido que todavía hay robo de niños indígenas, que son vendidos en el mismo Maldonado, para deleite del blanquito degenerado.
Y se me queda mirando horrorizado y compungido, seguramente porque ha descubierto que conozco su país mejor que él.
-Mis hermanas van a votarte, yo no puedo porque no tengo la nacionalidad, pero ellas sí.
-Y cómo sabes que van a votarme.
-Porque hacen lo que les digo, no más.

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Es curioso cómo, tras una transición y lo que llaman una democracia, nada ha cambiado, todo sigue igual.
La tecnología ha conseguido que nos comuniquemos con rapidez y que la fotografía pase de una gama de grises a los colores del arco iris, pero la gente es la misma. Una parte de la juventud sigue siendo retrógrada y otra revolucionaria. La gente de mediana edad solo piensa en sobrevivir y poco más; mientras, los pensionistas viven resignados y solo sueñan en que todo siga igual, aunque solo sea para el poco tiempo que les queda. Esperan, siempre con miedo, el veinticinco de cada mes o si mañana la farmacia seguirá suministrándoles el medicamento sin pagar, que en la mayoría de los casos no lo necesitan y lo acumulan por si un día les hace falta.
Y escucho a decenas de personas de mi edad, que hablan de lo mucho que costó eso que llaman democracia, cuando sé que ninguno de ellos hizo nada por conseguirla y algo por evitarla; que a lo máximo que llegaron fue explayar su rabia con un taxista, un día que habían bebido demasiado, cagados al siguiente por si el chófer era un confidente. Cuando sé que son conscientes que no viven en democracia ni saben lo que es.

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domingo, 4 de mayo de 2014

REPASANDO Y REPENSANDO

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Hace muchos años, cuando empecé a escribir en Blogia, expliqué que para guardar la intimidad y la seguridad de ciertas personas confundiría nombres y fechas, y hasta quizá los mismos personajes. Y debo confesar que lo he seguido al pie de la letra, incluso en relatos de hechos recientes; no en todo por supuesto, pero si en lo más esencial. Para ello he utilizado parte de la imaginación y lo que algunos viajeros y amigos me han ido contando sobre tierras lejanas. No así en mi libro, en él cuento la historia tal cual es, quizá más increíble de lo que aquí se cuenta. A nadie escapa la autenticidad de la típica frase: la realidad siempre supera la ficción.
Los que contamos historias a veces nos sentimos impelidos a evitar lo excesivo, por temer, con sobrada razón, que se nos acuse de fantásticos. En mi caso he intentado que no sea así, las historias contadas han sido vividas; tal vez no en el lugar ni con esas personas, pero en su fondo casi al milímetro.
Ahora me veo en la necesidad de repetir estas líneas, que muchos deben recordar, puesto que tengo nuevos lectores que quizá no me conozcan con la suficiente intensidad. Con todo, debo reconocer que el único personaje al que mantengo su nombre y su historia real es Anna, por la que, como saben mis hijos y mi compañera, siento un profundo respeto e incluso dependencia sentimental. Con el resto, desde mi amada Mónica, la misma Amara o Jep, también amado por mí, mantengo este curioso y hasta divertido secretismo.

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Me pregunta cómo debe vestirse. Está excitada y eso me divierte, sabe perfectamente dónde vamos y cómo va a terminar. Conoce muchos de los que estarán, alguno de ellos íntimamente. Le muestro algunas prendas, sé que le gustan, siempre anchas y suaves, de algodón blanco y a poder ser con botones. Unos tejanos ajustados, casi siempre los mismos. Dependiendo de la gente y el tipo de reunión, se pone una americana o simplemente una chaquetilla de suave y fina lana. Me fascina cómo se le marcan sus pezones y se insinúan sus senos, el increíble erotismo de su cuerpo.
-No puedes imaginar lo que es follarse a una tía entre varios. Nunca hubiera imaginado que fuera tan excitante y morboso, que llenara de tanta satisfacción.
Eso me dijo Richard hace tiempo, refiriéndose a ella sin duda. Y pensé en nuestra luna de miel. Entonces no fuimos cuatro sino tres, pero para el caso da lo mismo, aunque ella todavía no tuviera la suficiente experiencia y se dejara llevar por la ansiedad del momento, poca en realidad, porque pronto se adaptó y controló su desorden emocional.
Richard llevaba razón, nunca llegué a tanto, pero por voluntad propia.
-Ya, pero ni te imaginas lo que es hacerlo con varias mujeres a la vez –respondí riéndome al ver su expresión.
Sin embargo, nadie puede imaginar lo que es hacerlo dos hombres con una mujer o al contrario. En el mundo del sexo bien avenido, pocas cosas se pueden comparar con este disfrute, abandonarse para ser devorado por dos amigas o devorar con un amigo a una de ellas. Solo una queda, la más maravillosa para mí, hacer el sexo a Amara con la ayuda de otra mujer.

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Ayer, mientras procesaba el archivo de los niños, pensé en los compañeros que se negaron a participar; en que si hubiesen leído las historias que he ido descubriendo, para distribuirlas y analizarlas, muchos de ellos seguramente habrían cambiado su postura.
Y ayer, mientras leía el correo de un magnífico compañero, que me cree inocente en exceso frente ciertos personajes y organizaciones, pensé en lo que diría de haber conocido a Popol en los setenta. Pero en fin, el tiempo me ha enseñado a mantener la calma y el silencio, lo uno en el peor de los escenarios y lo otro por siempre.
Y ayer, mientras pensaba en todo lo anterior, principalmente en esos niños y sus padres, me admiré que, pese haber vivido lo vivido, aún pueda emocionarme.

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Los que luchamos por un mundo más justo tuvimos sueños gigantescos, que, por desgracia para muchos, algunos todavía recordamos y mantenemos.

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