domingo, 27 de diciembre de 2009

PARADOJAS

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Mi hija me ha regalado “Los hombres que no amaban a las mujeres”.
Hace un par de días discutía el progresismo de su madre.
- Mamá no es tan progre como crees o quieres creer-
Su madre es mucho más progresista que ella, si a esta palabra se le quiere dar un significado social; en el caso que fuera por su liberalidad, la cosa no tiene ni color; si es por la del sexo, mejor no hablar.
Mi hija ya tiene 27 años, es lista e inteligente; brillante según sus profesores y el coeficiente de inteligencia. No obstante descubro que de intuición tiene poca, y no por lo que piensa de su madre, a la que hay que felicitar por haberla engañado hasta tal punto, sino por cómo utiliza sus habilidades.

Hace tiempo que al pasar por los escaparates miraba el libro, los tres, para ser más exacto. Pero mira... soy incapaz de gastarme tanto. Prefiero esperar las rebajas, a que estén en el mercado del libro usado. No es cuestión de economía, ya que, probablemente, podría adquirir una librería entera, sino por vergüenza.
Cuando compré mi actual coche, a Amara le di a escoger el que quisiera, excepto uno que fuera caro de mantenimiento. La hora de trabajo de Mercedes, BMW o Audi es prohibitiva, en cambio, la mecánica de los dos primeros deja mucho que desear y la del segundo es idéntica a la de SEAT, Volkswagen o Skoda.
Nunca me ha gustado tirar el dinero.



Hace unos días cambié la caldera de la calefacción, justo a tiempo, por suerte.
Cansado de esperar que mi hija consiguiera la que me prometió, fui a Leroy Merlín. Allí estaban todas excepto la que mi hija pretendía comprar: la Saunier Duval. Vi unas estrellas al lado de cada una: Junkers, Roca, Vaillant, Fagor... Y le pregunto a un chaval disfrazado de dependiente-técnico su significado.
- Es por la calidad- dice -A más estrellas, más buena-
Me lo quedo mirando...
- ¿No me digas que la Fagor es la mejor?-
El chaval se encoge de hombros.
- Es lo que dicen los instaladores y la estadística de reclamaciones. A cada queja y reparación, un palito. La Fagor es la que menos tiene-
¡Qué cosas! La más barata, la nacional, la que no es alemana o francesa... va y es la buena.
Cada día se aprende algo nuevo.
Le pregunto por la Saunier Duval y me cuenta que sí, que dicen que vale la pena, pero ellos no la gastan.
Llamo a mi hija...
- Papa... ya la tengo-
¡Hala! Ya no debo preocuparme, pero he aprendido otra cosa.



Hace años tuve que cambiar el frigorífico... Voy al Corte Inglés a ver lo que hay. Un tipo muy serio, disfrazado de gerente-vendedor, me enseña todo lo que tienen...
- La mejor, caballero, es esta, una Bosch, alemana como dios manda-
Miro el precio y siento un rebote en el pecho.
¡La leche! Si que son caros los condenados. Le digo que lo pensaré con la mente fija en la tienda del barrio, aquella que, para variar, Amara es amiga del dueño, del hijo y hasta del gato.
- ¡Hola!... vengo del Corte Inglés y me han recomendado una Bosch-
El tipo se encoge de hombros.
-La vendo bastante. Mírala por atrás, ábrela... ahora abre esta (una Edesa)-
- Son idénticas-
- Ya... es que la hace el mismo. Salvo el cristalito de la luz, el mango y la rebaba de adorno, el resto es igual. Ahora tú decides-
Me llevé la Edesa.



Y mi amigo Sebas, gerente de la antigua Wintertur, con el SEAT Toledo diesel. Tan chulo que es, tan cuidadoso con la imagen... Cuando compró el segundo le pregunté si tenía una fijación, ya que sabía que le gustaba y de sobras podía comprar el BMW.
-Sabes... en la compañía tenemos una estadística de los coches que utilizan la grúa. Adivina cuál es el que vamos a buscar menos y cuál de los más-



Y ya llevo unas horas leyendo a Larsson. Es farragoso como avisó mi hija.
- Al principio te cansará, pero tu sigue... que ya verás-
Uno de los primeros fans de Larsson fue Guardiola, el entrenador del Barça, que no tuvo empacho en recomendarlo a los periodistas, un día de esos que se sintió didáctico.
- Es la lectura que recomiendo a mis jugadores-
No van a creérselo, pero Guardiola cuida incluso lo que leen sus pupilos. Y no sé si ganan por eso o ayuda, no sé...



Moraleja: las cosas son tan engañosas y paradójicas como el hombre.


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lunes, 21 de diciembre de 2009

CON FRÍO Y VIENTO

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El próximo mes uno de los mejores neurocirujanos del mundo la operará. La convalecencia será larga y, probablemente, dolorosa. Sin embargo, todo parece indicar que Amara saldrá del pozo en el que se encuentra. La intervención es delicada y muy peligrosa, tampoco solventará todos sus problemas, ni siquiera se espera que sea totalmente exitosa; pero, en caso que salga bien, aumentará mucho su calidad de vida, lo suficiente para abandonar la mitad de la medicación y poder seguir un régimen alimenticio.
Es posible que Amara vuelva a ser quien era y eso, aunque sorprenda, ya se nota en su conversación y en su espíritu. Ya no necesito esforzarme para que vuelva a sentir ganas de vivir, tampoco debo preocuparme de esconder los mórficos. Su ansia de ser, la renovada esperanza, hacen que los controle por sí misma. Ya no es más importante combatir el dolor que seguir viviendo.




El viernes cenamos con José y Mónica, el sábado almorzamos con Joan y Vicki, el fin de año lo pasaremos con José, Mónica, Pere y Susana. Con un poco de suerte las cosas pueden volver a su cauce.
Si Amara sana y vuelve a ser la misma, me siento capaz de mover el mundo, hacer que cambie el sentido de las agujas de nuestro reloj. Y es que la solución solo vendrá si somos capaces de volver a empezar.
Dicen que lo mejor es olvidar, dejar que el tiempo solucione los problemas y enfrentamientos; y no es así. El tiempo pudre y corrompe, separa y, aunque el hombre olvide aquello que lo enfrentó y recuerde lo que lo unió, el despego hace mella y ya nada es como fue. Es mejor enfrentarse al problema e intentar solucionarlo desde su misma raíz, y si no se puede, siempre nos tendremos a nosotros mismos y la tranquilidad que se intentó.



Amara me ha llamado al trabajo. Quería que le facilitara la manera de llegar a unos archivos. Ha visto la pantalla de mi sesión...
- Es preciosa, estamos muy bien. Mónica está guapísima ¡Qué bien que nos tengas aquí, a las dos!-
Amara y Mónica sentadas en la cresta de una montaña cercana a nuestra casa pirenaica.
¿Qué más quiero?
¿Qué más puede querer un hombre?

Cuando las oigo conversar por teléfono, cara a cara… me emociono; cuando casualmente oigo su risa, siento su complicidad… me enorgullezco y pienso en la suerte que tenemos José y yo.
Dos mujeres con sólida personalidad y de fuerte carácter, que han sabido compartir el amor de sus respectivos compañeros, el sexo y la intimidad hasta un límite difícil de igualar.
Cuántas veces he dormido abrazado a las dos desnudas y bellas mujeres. Y cuántas he creído, al despertar, que vivía en un sueño.
Mujeres que sentían placer de compartirme con besos, sexo y caricias, siempre con amor y ternura, con pasión y fantasía y, a veces, con salvajismo y brutalidad. Que se reían y se divertían con avispada y traviesa inocencia, que se ayudaban para volver loco al macho de turno, que no temían las consecuencias de su ímpetu, de la satisfacción de sus instintos animales y espirituales.
Dicen que el hombre es distinto, que su amistad perdura y soporta, que es más capaz de compartir… Yo puedo demostrar que las mujeres no son distintas, porque lo seguro es que ninguna de las dos es masculina.
A Amara le gustaba la sorpresa, el juego y lo imprevisible; que sus conquistas se apropiaran de su fantasía. Y para conseguirlo utilizaba la insinuación y la seducción, hasta el punto de convertirlas en arte.



La mirada directa y risueña a los ojos, otras veces simulando vergüenza y turbación; el movimiento de sus manos, de su cara... su cuidada despreocupación, la cadencia de su voz, la respiración, unas veces tranquila y otras agitada. Nunca emitía un gemido aprobatorio o insinuante, lo consideraba de mal gusto y artificio; los dejaba para la cópula o después de ella, como demostración de hembra gozosa y gozada, pero con ansia de ser más satisfecha; aquello que al macho que se precia, aun reventado, le enloquece.

Mónica amaba el derroche, el sexo directo y sin subterfugios. Miraba a los ojos a sus potenciales amantes hasta hacerlos sentir desnudos y follados; que sintieran la necesidad de abrazarla, amarla con fuerza y pasión, devorarla sin freno.

A las dos les enloquecía sentir encabritarse a sus amantes, su extenuación y derrumbe; ver sus miradas enfebrecidas por el deseo; oír sus lamentos y sentir el estremecimiento de sus cuerpos. Y llevaron el arte amatorio hasta un límite difícil de entender e imposible de transcribir con palabras.



Con frío y viento, hoy ha sido el primer día, lunes, 14 de diciembre, que ha comenzado mi entrenamiento.
Me he levantado a las seis, con mi habitual y frugal desayuno, una manzana para mediodía y un bocadillo al llegar al bar de Mey, mi buena amiga china.
Quince kilómetros de ida. La vuelta en Metro dado el empeoramiento del tiempo. No es bueno tirar tanto de uno mismo. Ya habrá tiempo.
Eso debería hacerlo cada día, aunque me temo que va a ser imposible. Trabajo demasiado y físicamente, de pie y andando de un lado para otro. Hoy el bocata ha sido de atún, el próximo veremos.
No creo que hayan muchos locos que hagan eso, tampoco los hay para tanto trayecto en bicicleta en una ciudad como esta. Lo más que pedalean son cinco o seis kilómetros, algunos jóvenes hasta diez. Quince de ida y de vuelta, cuatro locos como yo.



Ayer volvimos a comer en casa del paquistaní. A Amara le gusta, sobre todo hablar con él. Y una vez más conversamos de comida, de cómo se alimenta la gente de las montañas de su gran país, del arroz del delta, de las mazorcas asadas, que la gente come con sal en las calles de su ciudad... Y me reía al ver su cara de asombro. Ahora ya no se cree que no haya estado allí. Amara me observa y escucha con admiración. Cree que la red lo es todo, lo cuenta y enseña. El paquistaní, más acostumbrado a ella, sabe que no es así.

Ahora, al hablar y pensar en el Camino que pretendo hacer, recuerdo el que hice con Anna. Y pienso en lo curiosa que es la naturaleza humana. Curiosa y paradójica.

Escribir como hago yo, es rememorar, analizar y ahondar en los más profundos sentimientos; descubrir, que no redescubrir, el talante y la personalidad de uno mismo y su entorno.
Con los años te das cuenta que, el sensible y tierno, el que siente empatía por el prójimo, gozo con su placer y desolación con su dolor, es el fuerte, el que soporta y lucha. Lo contrario que el frío y duro, inalterable frente la desgracia ajena; que es débil e incapaz de luchar por sus creencias.
El poder corrompe, pero aún es más corrosiva la cobardía, la rendición a la dificultad y el sacrificio. Y el poder lo sabe y lo utiliza como arma. Aparenta más fuerza de la que tiene, para subyugar al débil, convencerlo que toda resistencia es inútil.
El hombre es tan paradójico como la vida que lleva.



No puedo dialogar con José. Entiendo que no todos los políticos son iguales. Los hay listos, que engañan y roban; y también tontos que trabajan y aceptan la corrupción del sistema, que defienden a los listos como un mal menor.
No puedo dialogar con mi amigo-hermano. Prefiero hablar de su trabajo, de nuestros sueños, de sexo...
Ahora todos hablan de Unió y su sistema de financiación, tan cristianos ellos.
Me fascina la facilidad que tiene la sociedad de mi pequeño país en escandalizarse. Todo el mudo conocía lo de las facturas falsas. Era de esperar después de haber perdido el poder. No podían mantener su nivel, sus gastos sin poder meter mano en las finanzas de la Generalitat; sin sus inteligentes trapicheos, maletines llenos de dinero a cambio de contratos.
Hace tiempo que corren facturas falsas. ¿O es que alguien piensa que las fundaciones políticas sirven para otra cosa?
Las empresas no dan dinero a un político por nada o sólo porque les cae simpático. El empresario pide algo a cambio: blanquear dinero es una opción, ensuciarlo es otra. Pensar que una sociedad anónima o multisocial, dispondrá de dinero para financiar las expectativas políticas de un individuo, para que pueda circular con chofer y Mercedes... sin darlo a conocer a sus asociados de distintas sensibilidades ideológicas, sin dar una explicación convincente, es tan ridículo como estúpido.



Los historiadores engañan, escriben según lo que creen y su ideología, no pueden abstraerse de ella. Pero no solo ellos mienten. La historia también engaña.
Muchas veces el ganador es el perdedor y viceversa. Los periodos que deciden el curso social de la humanidad, nada tienen que ver con el instante en que transcurrieron. El análisis de una situación histórica no puede analizarse por lo que se hizo o deshizo en su momento sino mucho antes y de manera global.




Hace poco y cenando con un famoso oceanografo (no sé si es la palabra adecuada), hablábamos sobre la irreversibilidad del cambio climático, algo más que evidente para alguien que medite sobre lo que son los gases, su volatilidad, densidad y los cambios producidos en ellos por la luz y la temperatura.
En estos momentos recibimos el efecto de los gases que soltamos hace una media de quince años. Unos diez y otros veinte años.
Mi viejo amigo me comentaba que sus amigos y compañeros climatólogos estaban en completo desacuerdo con Lovelock y su hipotética Gaia.
Lo curioso del caso es que los mismos climatólogos mantienen sus mismas teorías, esta vez con datos que las reafirman en cascada. El problema, supongo, es producto de la envidia, los celos o el indisimulado odio al que sobresale de una sociedad cerrada, lo merezca o no, sea por su capacidad de expresarse u otra.
Mi amigo me hablaba de los cambios de las corrientes submarinas en el Mediterráneo, los más importantes del planeta, a causa del cambio climático; y la incapacidad del instituto oceanográfico para conocer con exactitud su resultado, sobre todo porque nadie sabe hasta dónde llegará ni cuando parará. Nadie tiene la llave para ponerle freno o decidir qué día se hará.
Mi amigo había estado hacía poco en la radio y la televisión. Allí, en cambio de preguntarle sobre su materia, se empeñaron en preguntarle sobre el negacionismo.
Parece ser que su educación evitó terminar la entrevista. El negacionismo es, para él, de estúpidos a los que ya nadie, en el mundo científico, tiene en cuenta. Pretender una entrevista con este científico para hablar de negacionismo es de incultos -Y me pregunto sobre la cultura e inteligencia de nuestros periodistas-
La libertad de expresión, el hecho que cualquiera con un poco de labia y una organización detrás, pueda hablar sobre lo que le venga en gana, hacen que exista negacionismo sobre la evolución, sobre si la tierra es redonda, sobre los campos de exterminio nazis o, incluso, sobre la existencia de Napoleón.
Hoy sabemos con certeza que el cambio climático es irreversible, quizá por eso gran parte de los políticos no tengan demasiado interés en combatirlo.
La inversión necesaria es demasiado grande y los periodos políticos muy cortos. Nadie está preparado para enfrentar a la sociedad, a un gasto multimillonario y sin ningún beneficio inmediato o perceptible. La oposición se lo comería, su partido político caería en el olvido... No obstante, nos enfrentamos -ya está ocurriendo en estos momentos- a las migraciones más importantes de la historia.
Deberíamos saber que los habitantes de los deltas deberán emigrar. Y no son unos cientos de miles, un millón, a lo sumo, como los de la Oceanía, que ya han negociado su implantación en Australia y Nueva Zelanda. Son cientos de millones de Bangla Desh, de Paquistán y de la India que viven en los deltas y valles del Indo y el Ganges; millones de la Louisiana y casi toda la costa Este de los EEUU, etc.
Con mi amigo hablábamos del avance del desierto del Sahara, de los problemas que tenemos con los cultivos causados por el cambio de pluviometría durante la época de las lluvias en el subsahara...
Y me pregunto si todavía nadie se ha dado cuenta, que la actual migración hacia Europa, ya es parte del cambio climático.


(Mi comentario publicado en el blog de Manuel Conthe.)


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sábado, 12 de diciembre de 2009

BRINDIS

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Qué quieres... estaba preparando uno de mis largos escritos. Amara y Mónica, una vez más eran mis musas; aunque hoy me doy cuenta que la única que tengo es el amor.
Pero no. Hoy no escribiré sobre mí ni mi amor sino que brindaré por un amigo


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lunes, 30 de noviembre de 2009

LA BÁSCULA

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El que me lee sabe lo enemigo que soy de las citas. Este no es el caso, ya que solo transcribo del pensamiento de un hombre cabal.

"Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejercitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, esos y todas las instituciones que florecerán en su entorno, privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, seguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron."
(Thomas Jefferson).

Al pueblo norteamericano le faltó tiempo para despreciar la recomendación de uno de sus padres, por cierto, el más inteligente.




Me encanta hablar con el paquistaní del restaurante, un tipo simpático e interesante, adaptado a la sociedad catalana, pero manteniendo intactas sus costumbres y cultura.
Me fascina la facilidad que tienen los paquistaníes en adaptarse a nuestro pequeño país, aunque, según él, nosotros hacemos lo mismo allí.
Hace un par de semanas, estando ingresada Amara, me contaba que su padre, de joven conoció una pareja de catalanes en Lahore, su ciudad. No le pregunté la fecha. Sería el colmo de la casualidad que aquella pareja fuéramos Anna y yo.
El pasado sábado, ya con mi compañera, hablamos de Lahore y del Punyab. Era la segunda vez; la primera lo hicimos de Rawalpindi. Entonces, sorprendido, ya me preguntó si lo conocía. Esta vez, al evocar sus típicas casas de dos plantas, los pequeños jardines, su gran extensión... Amara, ante su incredulidad, le explicó que yo era muy culto.
Me reía en mi interior. Aún osé preguntarle si a él también le gustaba llamar Pindi a Rawalpindi. Casi nadie lo hace, solo sus habitantes y no todos. No le hablé del olor de Lahore, de la belleza y amabilidad de su gente; todo lo contrario que la de Pindi. La primera sorprendida sería mi compañera.
Es curioso que nunca le haya contado esta historia, tampoco la de Perú. Amara sabe muy poco de mí antes de conocerme. Ni siquiera conoce los lugares donde viví, las comunas; solo lo que nuestros amigos, José, Joan... cuentan. Anna tampoco habla de aquella historia. Es como si nunca hubiera existido.
De Perú nadie sabe nada. Lourdes siempre fue una desconocida para ellos. Saben que existió, pero más por su hermana Inma, la actriz de teatro y cine, que por mí. Ni siquiera Mónica conoce toda la historia. Sólo Pili, mi amiga hermana, la conoce en su totalidad. Vivimos juntos demasiados años.



Fui a cenar a la Báscula con mi hija y su nuevo compañero, después dejé que me invitaran a unas caipirinhas en el Berimbau, mi pub preferido. Y ella me comentó, divertida y achispada, que quería escribir mis memorias. Me reí... No me gustan las memorias y de escribirlas lo haría yo mismo. Prefiero que a mi muerte, que espero sea muy tarde, descubra mis papeles, mis escritos y, si se atreve, escriba una historia.
María me conoce e intuye lo que no sabe, aunque igualmente se sorprendería.
Hablamos de la fiesta en la que participó en casa de Albert. Todavía la recuerda. Dice que nunca la olvidará.
Rock étnico tocado en vivo por sus mismos compositores, baile sin complejos, sexo sin prejuicios... una fiesta abierta en la que cada uno hacía lo que le venía en gana sin sentirse condicionado.
Y le cuento la que Mónica y yo participamos en Ibiza.
- ¿ Mónica?-
No comprendo su sorpresa. Siempre pensé que sabía lo nuestro o, por lo menos, que habíamos sido más que amigos-hermanos.
Y me río al ver su asombro.
¿Por qué descubrirle más de lo que sabe o imagina? Dejemos que siga pensando que lo nuestro fue pasajero y solo anterior a Amara.



Mónica ha conseguido localizar a Anna, aún no me ha dicho cómo.
Biel está en París. Es lo que creemos, aunque quizá esté en cualquier lugar de Francia haciendo algo que no nos interesa saber o preferimos desconocer.
Anna está en algún lugar de la frontera tailandesa con Birmania, parece que junto un numeroso grupo de activistas birmanas. Conociéndola sé que la frontera ha dejado de ser un impedimento para ella, también que a estas alturas y por la facilidad que tiene con los idiomas, debe pasar por tailandesa con la documentación adecuada.
Mónica está contenta. Ya sabe dónde está su amiga. Contenta y tranquila, todo lo contrario que cualquiera, incluso si mañana descubriera que ha dejado la piel.
Anna es así, siempre lo ha sido, tanto en Barcelona como en medio de la Pampa.
Mi amiga-hermana-amante está donde se siente hombre y la envidio, de verdad que la envidio.
Yo soy distinto, demasiado extremo, violento y frío; inconformista con lo establecido y sus leyes. ¿Por qué hay que seguir unas normas diseñadas para maniatar al débil y confundir al justo?
Me cuenta Mónica que la oposición al gobierno birmano ya no es bien vista entre sus vecinos, que algunos grupos, entre ellos el de Anna, han sido expulsados de la frontera. La visita de Obama y la nueva política norteamericana así lo demanda. Los chinos son demasiado fuertes y amparan la dictadura, tienen demasiados dólares y no conviene disgustarles.



Hoy intentaba rememorar el olor de los lugares donde he estado, tan distintos como peculiares según quién lo cuente. Me cuesta recordarlos, quizá porque en poco tiempo me acostumbré a ellos. Aún así, en algunos casos es inevitable. El de la aldea Pito en medio de la selva amazónica, el humo de sus hogueras; el de las chabolas de los indios en Maldonado, de excrementos y enfermedad. Olores que intento recordar y que en aquel momento me impresionaron profundamente, tanto que si hoy tropezara con uno de ellos, lo reconocería al instante.
Y este tema es recurrente de mi paseo en bicicleta, del que hablé hace poco; de la casa comuna que facilitó el contacto, con parte del cuadro médico del antiguo Hospital Clínico.
Recuerdo el intenso y desagradable olor de aquella casa, mezcla de acre y agrio, en comparación a la nuestra de Horta, tan limpia y ventilada por el trabajo de nuestras dos compañeras y madres solteras, la de Fez y la malagueña. El resto éramos limpios, pero más por seguidismo y vergüenza que por convicción; aunque pronto nos acostumbramos al gusto del orden y el olor de la limpieza.
Curiosamente no recuerdo olor alguno en Cachemira, tal vez por la enorme altura de sus montañas, por el sol que lo quemaba todo, incluso nuestra piel si nos descuidábamos, por el aire que secaba los excrementos en pocas horas...
Los pastores mantenían sus cabañas, en las que Anna y yo dormimos tantas noches, limpias de cualquier desperdicio o estiércol, con un orden y delicadeza casi obsesivos; al contrario que en el altiplano peruano, casi tan alto, seco y frío como el Karakorum. De ellos aprendí a utilizar el excremento de los animales para taponar la separación entre las piedras de la cabaña donde viví con Lourdes, en el Cap de Creus, y así evitar la filtración del agua de lluvia.



Dicen que vivimos en un país libre, en el que la libertad de expresión y de opinión es su bandera. Sin embargo, está prohibido el seguimiento de Almanar, una cadena oficial libanesa, con la excusa, ladina y cobarde de ser la voz de terroristas. No prohíbe la israelí, provocadora y alentadora de asesinatos y robos.
Leo que los suizos han prohibido, por referendo, la construcción de minaretes; y no lo encuentro mal si no fuera porque han utilizado, como una de las excusas, la discriminación femenina. Estoy seguro que rectificarán con urgencia mediante otra consulta, cuando los jeques árabes, tan hipócritas como ellos, comiencen a retirar los fondos del país.

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sábado, 21 de noviembre de 2009

A VECES MATAR NO ES UN CRIMEN

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"La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo". (Blade Runner)



¿Interesa a un trabajador el narcotráfico, la corrupción?
No.
¿A un industrial?
Tampoco.
¿Le conviene a un ejecutivo de empresa, a un profesional liberal: médico, arquitecto, ingeniero?
Es evidente que no.
Entonces, si la gran mayoría, no solo la occidental, no desea ni le conviene nada de todo eso, ¿por qué existen los paraísos fiscales?
Porque los gobiernos y la banca se niegan a desmantelarlos. No les interesa ni les conviene. En la última reunión del G20 lo dejaron muy claro, sobre todo Obama y Gordon Brown.
¿Para qué sirven?
Para esconder y manipular el dinero de la mafia, de la corrupción, del narcotráfico.

El típico procedimiento de investigación policial nunca falla: si encuentras a quién beneficia descubrirás el culpable del delito. En este caso es mucho más claro: dime quién lo defiende, alienta y monta y señalaré el delincuente.
Si nos acercamos a las islas Caimán, las Marshall, Jersey, Gibraltar, etc. descubriremos a toda la banca, desde el pequeño banco de Sabadell hasta el banco central ruso; desde el Santander hasta Caja Madrid. Allí están con licencias pagadas a los respectivos gobiernos locales, en despachos muchas veces situados en una vulgar vivienda. No se necesita más. El dinero es virtual, no se toca ni se ve, pero está. Es de los estafados de medio mundo, del erario público de cientos de países y está a nombre de distinguidos próceres, alcaldes, expresidentes, banqueros, financieros, narcotraficantes y mafiosos, dictadores africanos, traficantes de piedras preciosas, de oro...

El sistema es sencillo y nace desde las matrices bancarias. La legislación está perfectamente diseñada de manera que se pueda perder el rastro y la identidad de los beneficiarios; y el sistema bancario, aprobado por los distintos bancos nacionales, facilita su opacidad. Para ello es necesario crear en pequeños lugares: islas, principados... centros financieros extraterritoriales, que, aun siendo de soberanía de los grandes estados, mantienen una independencia controlada y están exentos de impuestos y de las leyes que rigen en las distintas metrópolis.
Con cien mil dólares se puede montar un casino virtual en cualquier islita de soberanía británica o norteamericana, el mejor y más seguro blanqueador de capitales; y con mucho menos una oficina bancaria.




El hombre es de naturaleza destructiva y, hasta que no se transforme, su historia y su vida estarán rodeadas de dolor: el que produce a su prójimo y el recibido por éste.
En apariencia solo una minoría es la destructiva: la que gobierna. Pero no, no nos engañemos. Debemos ser sinceros y aceptar nuestra naturaleza, solo entonces podremos combatirla.
La destrucción, la maldad, el terror producido a los demás; siempre buscando un ilegítimo interés, generalmente como excusa para esconder la verdad; por placer, morbosidad, sentirse superior sabiendo que no se es. Incluso el pacífico, el bondadoso cae en la tentación de la conmiseración hacia el débil; merecedor de su limosna o tiempo. Una refinada forma de destruir, atemorizar, hacer que el prójimo se sienta inferior y deba agradecimiento al presunto superior.

El hombre puede haber sido perseguido, sufrido el peor horror como el pueblo judío; y convertirse en el espejo de su verdugo al encontrar otra sociedad más débil. Y perseguirla, asesinarla, acorralarla con insana satisfacción por considerarla cultural y racialmente inferior.
Hoy, de todos los judíos, solo una inapreciable minoría se considera igual a los demás; el resto se siente superior, sobre todo en comparación a sus vecinos. Una mayoría considera a los palestinos no merecedores de vivir y una minoría se siente condescendiente con ellos. Lo único que impide su eliminación es la propia debilidad y la presión del extranjero. Tanto unos como otros son racistas y xenófobos, igual que sus antiguos verdugos, los nazis.




Leo una de las más bellas historias, la caída del muro de Berlín; la revuelta del pueblo alemán...
Realmente allí se conquistó la democracia gracias al pueblo, su mayoría. Aquí, si fuera por ella, aún viviríamos en un estado autoritario, medio africano y rodeado de democracias.
La gente, cuando me lee o escucha, se irrita y no debería. Y es que olvida con facilidad, sobre todo cuando se descubren sus vergüenzas y cobardías, que aquí solo lucharon unos cuantos, aunque con mucho empeño y en pocos lugares.
Es bueno, también, recordar que esa cosa que tenemos, que algunos llaman democracia aun siendo una vulgar partitocracia, se conquistó pese la encarnizada resistencia de algunos, que hoy navegan con la bandera constitucional como si solo fuera suya. Encarnizada y sangrienta la de Fraga y sus compinches, la de sus seguidores, algunos de ellos antiguos chacales y resistentes.

Vale la pena leer la carta que Pilar Nebrera envió a Rajoy.
Esta buena mujer, con la que me unen pocos lazos ideológicos, pretendió cambiar el sistema político desde los mismos partidos empezando por el suyo, el más inmovilista. Aunque debemos reconocer que habló con todos excepto IU o IC, que viene a ser lo mismo. La buena mujer habló, incluso, con ERC. El resultado ya lo conocemos, aún se ríen de ella.
La muy inocente quería terminar con la disciplina de voto, con el borreguismo intelectual de nuestros simpáticos dirigentes y con las dinastías políticas.
Me pregunto si alguien, algunos de esos dirigentes; sobre todo los del PP, se consideran más inteligentes que Nebrera. Es evidente que Alicia Sánchez Camacho no.
A mí, Montserrat Nebrera me cae bien, y no solo porque en una de sus mejores fotos lleve una camisa fabricada por mí.



Hace unos días ofrecieron por el canal 33, uno de los mejores de Europa y tan denostado por la caverna del resto de España, -no sé de qué se quejan si no lo ven ni lo pagan- un documental sobre la transición. Me gustó por el trabajo realizado y porque si lo unimos al emitido anteriormente saldría gran parte de la verdad. No pasa un año que realicen uno nuevo, cada vez más próximo, más certero.
No sé lo que esperan. Quizá que algunos pierdan la timidez y otros la rabia, quizá que muera su último creador, que todos conocen y no se atreven a nombrar.




No debemos perder la perspectiva. Dentro de mil años las palabras franquismo, partitocracia, ultraliberalismo... apenas tendrán importancia, en cambio amistad, traición o asesino seguirán teniendo el mismo significado.




He visto más horror del soportable, aun así no he vivido el peor: la guerra tal como la cuentan o es. La he visto, rozado... pero no la he sentido en mi piel; y eso es algo que, aun pareciendo una locura, he echado en falta, porque el que ha estado tan cerca de ella, de su injusticia y su crueldad, siente la necesidad de inmiscuirse.
En las guerras, mal que pese a literatos, filósofos y mentecatos, hay buenos y malos. Los primeros son la víctimas, los desposeídos y atacados; los segundos son los agresores.



Siempre intuimos para quien trabajábamos, y si lo aceptamos es porque consideramos que era lo mejor. Creer que la libertad o la democracia llegaría exclusivamente a través de la revuelta era, no solo era impensable sino estúpido.
La ciudadanía no estaba por la labor, no sentía la necesidad o, en todo caso, no creía que mereciese la pena luchar por ella. Y gran parte del país apostaba por la dictadura paternalista y permisiva.



A veces matar no es un crimen y otras no hacerlo podría serlo.


Ayer leía del Impresentable, una imaginaria historia cargada de sofisticada morbosidad, tan divertida y excitante como imaginaria. Y al terminarla recordé una historia parecida, real y mucho más morbosa y brutal. Y aun siéndolo, Amara me comenta que no fue la mejor ni la más salvaje.




Estos días de hospital y dolor han servido para demostrar dónde llega el límite del amor y la amistad.
Mónica ha venido cada día y no de visita sino para estar con su amiga, a oscuras o hablando con ella. José la venía a buscar y pasaba un par de horas para hacerle compañía. Joan ha movido cielo y tierra buscando los mejores médicos y Vicki a todas sus amistades, comprometiéndolas hasta el límite.
Cada noche Vicki me llamaba, la primera llorando desconsoladamente, su amiga-hermana-amante estaba gravemente enferma y no podía remediarlo. Vicki no es Mónica. Parece más fuerte y dura, y es todo lo contrario. Es difícil encontrar una persona con la templanza y seguridad de mi amiga.
Una noche la pasé con ella. Supongo que Amara se lo pidió, aunque no hubiera hecho falta. Mi compañera siente la necesidad de verme bien, feliz, y sabe que para ello nada mejor que la compañía de mi amiga-hermana-amante.
Hablamos de mil cosas, nos amamos y, divertida, leyó parte de este escrito.




A menudo, cuando rememoro mis historias, me doy cuenta hasta qué punto son impublicables de tan fantásticas y, en apariencia, imposibles. Y al escribirlas me contengo, quiero que sean verosímiles y las recorto.
Y todo esto viene porque ayer, de noche, pasé con la bicicleta frente una antigua casa-comuna y recordé quienes vivían y lo que se coció en ella. Cómo conseguí, sin mediar nadie más, la complicidad absoluta de innumerables médicos y enfermeras del Clínico. La información que recibimos, su ayuda en momentos difíciles, nos facilitaron y abrieron muchos caminos.


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miércoles, 11 de noviembre de 2009

EL ESPAÑOLITO MEDIO

El humano tiende a gastar más de lo que produce, a vivir del producto ajeno y del ahorrado durante millones de años por la naturaleza.
Hay la teoría, que las sociedades cooperativistas marxistas no funcionan o menguan con el paso del tiempo. Lo cierto es que existen sesudos estudios, entre ellos el de Elinor Ostrom, actual Nóbel de economía, que demuestran, gracias a la fotografía con satélite, que las sociedades excesivamente reguladas y asociativas tienen la tendencia de menguar.
Generalizar o utilizar la experiencia es un buen procedimiento para diagnosticar, pero no sirve de nada sin un exhaustivo análisis. Los médicos descubren más enfermedades y su procedencia por la estadística, que por su ciencia; ahora bien, sin el posterior estudio científico nunca darían con sus remedios.
La misma Nóbel demuestra, gracias al mismo sistema, que otra sociedad cooperativista prospera sin cesar. La diferencia con las anteriores reside en que aquellas son reguladas por el Estado y ésta por los mismos cooperantes. El marxismo, como sistema económico, nada tiene que ver con el fracaso o el éxito de ambas.
La política de contención al bloque del Este y que aceleró su caída, consistió en el pacto social. Lo contrario hubiese sido la ruina, que no el éxito del contrario, que ya estaba tocado de muerte por sí mismo, por su corrupción y su dogmatismo.
Los ciudadanos del Este de Europa no podían concebir, que sus teóricamente oponentes capitalistas prosperaran y los superaran con creces en derechos sociales y libertades. El sistema social fallaba en sus mismas bases: la económica y la del reparto del trabajo.
Si por fuerza vas a ganar lo mismo que el vecino, te esfuerces o no, seas más profesional o no, terminarás trabajando el mínimo imprescindible, lo que consideras justo para no sentirte ladrón; algo que termina siendo menos de lo necesario.



El humanito medio, si se siente injustamente explotado y manipulado, se convierte en vago, ladrón y cobarde.
El españolito medio, para no perder la costumbre, es, de los europeos, el más vago, ladrón y cobarde. El españolito medio solo puede compararse con el italiano, que si no fuera por su raza y geografía, se parecería más a un africano que a un europeo.
-En Nueva York se ha hecho un estudio sobre qué diplomáticos de la ONU, que pueden aparcar donde quieran, abusan de su condición. Evidentemente son los africanos junto a españoles e italianos, que les da lo mismo estar de trabajo, de fiesta o de copas por la noche. Ellos aparcan donde les place sin respetar ninguna convención-.
Somos, pues, bastante parecidos a los italianos, salvo que esos nos llevan ventaja temporal y experimental. Vamos... que cuando nosotros vamos, ellos suelen estar de vuelta.
El problema es más estructural que temperamental, porque el españolito medio, en contra del italianito, en cuanto emigra pierde, con asombrosa facilidad, sus vicios, por lo que esos parecen más superficiales que innatos, adquiridos a fuerza de circunstancias externas o demasiado recientes para haberse enquistado. El españolito medio, por tanto, es trabajador, honesto y valiente en su interior; pero la inercia lo reconvierte. Sólo cuando se encuentra lejos y se siente independiente y liberado, cuando el entorno es distinto, sobresale su temperamento primigenio.


Los gobernantes que ha tenido España han salido de lo más pícaro del españolito medio, no de lo más inteligente, capaz o trabajador. Si alguno de ellos ha intentado redirigir o doblegar el sentido de la marcha, ha sido prontamente relegado o la misma inercia del sistema lo ha reconducido.
Los gobiernos deberían premiar el esfuerzo, el trabajo y la industria, y penalizar la especulación y el pelotazo; deberían legislar adecuadamente para dejar claro lo que es robar, delinquir, apropiarse del producto del trabajo ajeno.
Nos debemos preguntar qué es delinquir.
¿Lo es escuchar la radio mientras se trabaja en una peluquería, como mi buen amigo y vecino de Hospitalet de Llobregat; o lo es pretender cobrar por ello?
¿Lo es dejar de pagar una vivienda por quedarse parado, previamente tasada por el banco; o que éste la embargue por una cantidad inferior a su tasación?
¿Lo es fumar marihuana en una fiesta; o que el banco blanquee el dinero producido por su comercio, a través de una multinacional de la moda?
¿Lo es talar un árbol muerto en un bosque; o que una conocida multinacional del mueble venda barato y se enriquezca, a costa de haber despoblado media Rusia?
Es evidente que la legislación y, por tanto, el poder que la emana, defiende al delincuente, siempre y cuando este tenga cara de banquero o sea amigo del poder; y perjudica al ciudadano corriente, el que trabaja a cambio de poco. Y mientras eso siga así, el españolito medio, el humanito corriente y moliente, tenderá a producir menos de lo que gasta, regocijándose con una cerveza en la mano; a buscar la baja laboral y, de conseguirla, chulear de ello con los amigotes del bar. Tenderá a no arriesgar nada suyo por la defensa de su identidad, por el sistema que la rige.



Hoy vemos lloriquear a los convergentes. Sus exconsellers han sido expuestos esposados y con sus pertenencias en una bolsa de plástico. Insinúan que creen en su inocencia, que tan solo eran comisionistas legales entre un alcalde corrupto y un constructor sinvergüenza.
Los convergentes consideran legal ganarse la vida así: traficando con relaciones y mercadeando terrenos, concesiones y recalificaciones a cambio de sustanciosas comisiones. Es parte de su idiosincrasia, de su manera de ser y pensar; lo encuentran natural, lógico y no sienten vergüenza en confesarlo.
Es legal, dicen. La ley los ampara.
A ti, colgado de mierda, propietario del bareto de la esquina; a ti, machaca plebeyo, peluquero de señoras... no te toca. Tú no tienes derecho a ser como los nuestros.
Los convergentes lloriquean. No lo hicieron cuando Mario Conde pasó por lo mismo, se saltó las normas del buen estafador y osó competir con los grandes del sector. Se lo merecía igual que el terrorista, el violador, la presunta asesina de la chavala sevillana que luego resultó inocente... Esos son puro plebeyos, la ley debe ser distinta con ellos.



Montilla pide perdón y el PSC se pone las pilas. No le queda más remedio. Sabe que la corrupción afecta directamente al electorado de su partido, no al de la derecha, que vive tranquilo en ella por ser parte de su sistema; tampoco al del nacionalismo, que se mueve como pez en el agua -Durán dice que la corrupción no es tanto problema, que siempre ha existido y no es necesario cambiar la legislación-
La desfachatez de los convergentes llega al extremo de proclamar que no es lo mismo un alcalde y un concejal que dos exconsellers. Lo que no dicen es que ellos apenas disponen de grandes alcaldías y ninguna consellería. Lo que da a entender hasta dónde llagaría la suya cuando las tenían. Pero esa no es la cuestión. Toda Catalunya sabe de sus meteduras de mano en la caja pública, tanto sus votantes como el resto.
El votante de izquierdas, por su idiosincrasia, pretende una sociedad más justa e igualitaria, donde la riqueza sea distribuida más equitativamente; por lo que su desafección en casos de corrupción es muy intensa. Este electorado se compone generalmente de trabajadores de base con nómina fija, que no pueden engañar, estafar o esconder al erario sus ganancias. El votante de la derecha se compone, en su mayoría, de empresarios pequeños o grandes, cuadros altos o intermedios, beneficiarios de comisiones y sobres bajo mano por resultados, negocios paralelos cuyos beneficios subrepticiamente se añaden a su bolsillo. Gente que, al contrario de los anteriores, pagan un seguro médico y escogen escuelas concertadas para sus hijos. En este grupo entra, en mayor o menor medida, el nacionalismo de derechas; y a éste su electorado le perdona los pecados, porque no lo elige por su buena administración o la honradez, sino para conseguir metas más elevadas.
Aun así la desafección en el electorado catalán es muy grande y llega a todos los ámbitos excepto, mal que le pese a CIU, al del nacionalismo españolista.



Tres meses para instalar un nuevo sistema de diseño y patronaje. Trescientos kilos de maquinaria y cuatro libros de texto. Y a mis cincuenta y ocho...
Si trabajara en un banco ya estaría prejubilado. Los jerifaltes de más de sesenta dirían que estoy pasado de rosca e impido la entrada de nuevas estrellas, sin experiencia, pero con agilidad y ambición; que ya no soy productivo. Lo cierto es que en plena crisis hemos vendido más que el pasado año, incluso que el anterior.
Ahora podré diseñar y crear patrones telemáticamente desde mi casa, sin moverme del sillón de mi pequeño despacho.
A mi edad, mira por dónde, estoy a punto de conseguir mi sueño: la quimera de trabajar desde un velero.


Amara acaba de salir del hospital. Es posible que los médicos se arriesguen o, mejor, arriesguen la poca salud que le queda y su cerebro, con una intervención de locura. Entienden, por fin, que en el estado que se encuentra no puede seguir viviendo; que es mejor arriesgar que permanecer, porque, paradójicamente, eso último es morir.
Ella está de acuerdo. Es lo que tanto ansiaba y que sus amigos se negaban a poner en práctica.
Si sale mal lo abandonaré todo y me disiparé. Nada me ata a esta ciudad y a este sistema. Si sale bien montaré una fiesta, la más grande que jamás se haya visto.


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domingo, 25 de octubre de 2009

QUIZÁ

No todos los partidos políticos son iguales, tampoco sus integrantes.
Eso dicen ahora, igual que con el PSOE de Felipe. Y me río porque uno no puede vivir al lado de un corrupto, confraternizar con él, frecuentarlo y quedarse tan ancho; pero aún menos trabajar rodeado de ellos, ser seguidor sin mojar en el plato.
Algunos partidos: IU, ERC... han presentado proyectos de ley para solucionar la financiación de los partidos y siempre se han encontrado el mismo muro: PSOE, PP y CIU. Se niegan sin dar explicaciones. Votan no sin más.
Por qué será?
Este mundo es muy sencillo. Para descubrir al delincuente solo hay que encontrar a quien beneficia el delito.
Es impensable que el resto de los diputados no sepan por qué deben votar que no, cuando ellos mismos reconocen públicamente que la solución pasa por crear la ley. Ahora bien, si existiera dejarían de medrar Don Vitos, los políticos de segunda y tercera deberían pagar los cochazos de su bolsillo, los trajes de sastre, la finca, el cole de los niños; ya no podrían alternar con los ricos... Y eso no funciona así. Hay que recalificar como sea.
Con la financiación bajo mano se reparten muchas comisiones. A menudo la mitad se queda por el camino. ¿Quién va a quejarse?
Después de todo el yerno tiene que hacer su primer milloncejo. Después el suegro ya lo presentará al italiano por lo de los periódicos, al inglés por lo de las carreras.
El presidente, los ministros... igual están limpios. Esos ya tienen un buen sueldo y la pensión vitalicia. Lo que hay que cuidar es la granja, no fuera que se rebote, el aparato del partido, todos esos que, gracias a la subrepticia financiación, medran como nuevos ricos.



Cobran en dividendos, ya que son accionistas. Es una manera de hacerlo por resultados, como cualquier consejero financiero. El problema es que ganan más por la ficción que por la realidad, por la especulación que por la productividad.
Llaman a los directores de zona...
- Menos repartir crédito y tonterías y más mover el dinero en la bolsa. Hoy toca que nuestros clientes compren tal y vendan cual. ¡AH! Y como le debemos un favorcillo al socio americano, hay que invertir en aquel fondo de pensiones de los ferreteros del Medio Oeste-
Pero hoy eso ya no funciona y el banco ha perdido millones con el invento. Ya no pueden cobrar por resultados, las acciones han caído.
No hay problema, dicen. Nos subimos el sueldo y nos montamos una prejubilación millonaria. ¿Cómo vamos a dejar de ganar ese dinero si ya nos lo hemos gastado?

Como no vayamos con ojo nos cargaremos la paz social, algo que no me molestaría, pero sí a la mayoría.
La experiencia enseña que la sociedad cambia durante los tiempos convulsos, y no estamos en ellos, pero sí a un paso.
¿Alguien concibe, en el siglo que vivimos, millones de parados sin subsidio?
Parece que sí. Ahora bien, existen dos maneras de evitar el caos: invertir en policía y convertirnos en un Estado autoritario o hacerlo en procurar riqueza y trabajo para todos.
Desde un punto de vista humano, lo primero no se sostiene, desde el económico tampoco. No obstante, una parte del país no lo ve así o, mejor, no ve más allá de su nariz.



Ya solo quedamos los seis y separados. Unas veces nos vemos con José y Mónica, otras con Joan y Vicki, nunca juntos. Eso es imposible.
De Anna no sabemos nada, un día desapareció sin más, tal como siempre ha vivido.. Si la sigo por internet la descubro en la Pampa argentina, en México, a veces en París. A Anna siempre le gustó París. La volveré a ver, siempre ha sido así. Eso dice Mónica.

La intransigencia y la visceralidad han conseguido lo que parecía imposible.
El entierro de un amigo, el más joven de nosotros, lo acaba de demostrar. Amara estuvo todo el día con la familia y los vio pasar de uno en uno, a hurtadillas, a horas intempestivas para evitar el encontronazo. Muy patético.
El resultado, me decía, es que se encontraron. Entonces: la conversación vacua, sin contenido, de pocos minutos. Amara se reía. Ella, por el contrario, podía congeniar con todos. No quiso, prefirió, por una vez, ser cómodo y distante público, el que tras la función aprueba o desaprueba, ora con aplausos, ora con silbidos. Esta vez, por el lugar y el momento, prefirió la sonrisa.

Estuvo en mis manos forzar otro final. No quise. La enfermedad de mi compañera junto la estupidez de algunos agotaron mi espíritu. Quizá todos esperaran un gesto, un último esfuerzo... pero no.
¿Qué hubiese sido sino el aplazamiento de un anunciado final?



Hace tiempo, al tener conocimiento de nuestra historia, Joan se enfureció. No confiamos en él, no lo tuvimos en cuenta.

Nos enseñaron a detectar el engaño de la misma manera que practicarlo.
Nadie podía seguirnos, nadie... Solo Anna estaba preparada y se involucró, pero conservando su independencia.
Anna, la libre e independiente; Mónica, la luchadora disciplinada; y Pau, el frío estratega.
Curioso que fuéramos tan sensibles al amor, a la amistad, al cariño... que sintiéramos tanta empatía por los demás.



Dicen que el asesino no siente empatía por nadie, que solo uno de cada cuatro soldados dispara con ánimo de herir o matar.
Durante la segunda guerra se descubrió que tres de cada cuatro fusiles apenas eran disparados, aquello no iba con sus dueños, ni estando su vida en juego. Los mandamases, esos a los que les faltaba la suficiente empatía, tomaron cartas en el asunto, no podían permitírselo, y decretaron la revisión de los fusiles. Los soldados pronto encontraron la solución: disparaban fuera del radio de acción.
Se podría hablar de los pilotos de bombardero, de los que decidían el momento de soltar su carga. Hoy sabemos que los norteamericanos bombardean poblaciones afganas sabiendo lo que hacen, a quién asesinan; algo parecido a lo sucedido en Gaza con los palestinos, o en Sarajevo, cuando los serbios disparaban sus morteros sobre los mercados atestados de gente.
Supongo que los militares deben tenerlo estudiado. El bombardeo, sea artillero o aéreo, es anónimo. No ves a quien matas y siempre queda la excusa de pensar que la víctima es estúpida, la culpable; porque ¿qué hacía allí. Es que no sabía que iban a bombardearla?
Las tripulaciones de los bombarderos norteamericanos creían, gracias al esfuerzo de psicólogos adiestrados para el caso, que lanzar fósforo sobre las ciudades japonesas evitaría muertos y acortaría la guerra.
¿Inocentes, estúpidos o cómodos engañados? Pienso que lo último.

De pequeño recuerdo a un viejo alemán explicar a mi abuelo, que eran muchas las veces que los bombarderos “erraban” su objetivo al arrasar día tras día la misma zona. Los mandamases aliados también solucionaron el problema gracias a los reconocimientos aéreos y la concienciación colectiva. El amigo alemán, turista de camping y pescador como mi abuelo, le contó como un día murieron centenares de personas. Según parece se refugiaron en una zona recién bombardeada creyendo que no repetirían.



Abuso del quizá, del tal vez, del es posible... e intento evitarlo sin éxito. QUIZÁ sea producto de mi inseguridad, de estar constantemente preguntándome si lo que escribo y pienso es auténtico.
Nunca he estado seguro de nada y esto me atormenta. Mil veces tuve que decidirme con inmediatez, sin aparente duda, para que el resto, los que de mis divagaciones dependían, sintiera la seguridad que carecía.
No soy hombre rápido ni de grandes reflejos, prefiero meditar, planear cada una de mis acciones, incluso mis gestos. QUIZÁ por eso tanto me guste el mar en su estado más salvaje, para soliviantar mi espíritu y mi carácter, desafiarlos, forzarlos a tomar decisiones inmediatas y determinantes.
La mar gruesa, el timón aferrado con fuerza, las grandes olas, la vista fija en ellas para sortearlas o enfrentarlas con un gesto decidido en una milésima de segundo. Luego la calma, sentir la dureza de mi musculatura por la tensión sufrida.
Mis compañeros se mantenían tranquilos porque me veían seguro, sonriendo, mientras ellos se mantenían de pie como podían, agitados por el movimiento y el mar que invadía la cubierta.
Y el viento, su aullido. Y el estruendo del mar al chocar contra las invisibles pero perceptibles rocas. Y la oscuridad. Y el tormentín hinchado y la mayor rizada a un tercio, tensa y en movimiento para intentar bordear el maldito cabo, cuyo faro apenas se vislumbraba por la espuma del mar y la niebla.
Soy un hombre que gusta de la tranquilidad y la calma, y al que le llama el desafío y la lucha; que siempre anda preguntándose lo que puede devenir o devino de sus actos; que, paradójicamente, nunca se arrepiente de ellos.



El hombre que consideramos normal, antes de matar debe concienciarse. No es suficiente el temor o saber que si no actúa, él será la víctima.
El hombre normal, antes de matar debe dejar de serlo, sentir odio, asco hacia su enemigo, desprecio, nunca indiferencia; debe considerarle alimaña, jamás un semejante. Y no cegarse, mantener su cerebro frío. Y no verlo como víctima hasta serlo, y sí enemigo inteligente, fuerte y peligroso; y tan imprevisible como el mar tempestuoso.
Y después el horror.
El hombre normal tiembla y llora después de matar. Unos lo hacen por dentro, en el alma, otros no pueden y exteriorizan sus sentimientos.

Nadie tiene la obligación de llegar más allá de donde puede. La naturaleza no nos ha hecho omnipotentes, tan sabios que podamos controlar el destino.
La naturaleza te puede hacer fuerte, la inteligencia avispado, el adiestramiento eficaz, y las vicisitudes del entorno, su crueldad e inhumanidad, el resto.



De Mónica sentí su silencioso dolor al recibir la orden precisa. Aun sin haberlo llevado a cabo, su alma se rompió y nadie pudo recomponerla, ni siquiera yo.
- Haz lo posible para que no sea necesario-
Lo hice y no fue suficiente. No supe hacerlo mejor, aunque entonces creí que sí, que más no se podía. Fui quien le dio la orden. Era nuestra vida, nuestro futuro y el de nuestra lucha lo que estaba en juego.
Traté de estar a su lado, ser los dos como siempre había sido. No quiso. QUIZÁ creyera que era su trabajo y quisiera salvaguardar mi cínica inocencia, sentirse sucia en soledad.



Y almuerzo con un amigo político. Me habla de Gurtel...
- No todos somos iguales. Solo los corruptos y quienes los defienden se escudan en eso- Poner como excusa a Filesa es una estupidez, da asco, repugna.
Arenas, Cospedal... el PP entero, ya que esta última es su portavoz, sus votantes, esos que en Valencia, cuando se les pregunta dicen que todos hacen lo mismo. Será allí, digo yo, en la Valencia esperpéntica y patética, la del cemento y las urbanizaciones sin agua y alcantarillado.
Y es un dirigente de CIU, uno de estos que dicen no ser corruptos, pero que no sabían vivir sin repartir dádivas entre los amigos. Y me comenta lo mal que lo pasan sus colegas del PP en Euskadi.
- A esos tipos los mataban, tenían que ir con escolta sin saber lo que les sorprendería mañana. Han sufrido y se han jugado la vida por sus ideas, y ahora deben soportar que los comparen con semejantes payasos-
Y me río. Como maravillosamente bien. En una mesa cercana está Laporta con dos, se supone, invitados. Paga la casa barcelonista y el menú no debe bajar de los 150 euros. Antes de sentarse nos ha saludado. Se conocen de encuentros políticos, económicos o vete a saber. El palco del Barça es algo grande. Allí se cuece poco, pero se codea gente con mucha influencia y grandes negocios.
Hoy nadie me invita y tampoco invito. Mi viejo amigo no lo aceptaría. No está bien visto.
Y hablamos de nuestro pasado, de nuestras antiguas fiestas, las más grandes y calientes que puedan recordarse. Y me pregunta por los viejos amigos, por Biel y Anna, por la atractiva Mónica, por Amara, la mujer más salvaje, tórrida y abierta que hombre alguno haya podido conocer, por... pero no por José, que lo ve a menudo, aunque a él nunca le pregunte, la convención se lo impide.



Me llama Pili. Dice que últimamente escribo diferente, que me puede salir caro.
Mi amiga hermana lee mis escritos antes de ser editados, corregidos y censurados. Pili no entra en el blog, por tanto no sabe que edito solo lo publicable.
Me llama desde las Canarias, a partir de ahora solo nos comunicaremos por correo y muy espaciadamente. Pili a comenzado una nueva vuelta al mundo.
Estas Navidades las pasará en el Caribe. Se lo cuento a Amara y me dice que le gustaría pasarlas con ella en Cuba.
Veremos... todo depende de su salud y la solución que el médico dé a su nueva hernia.

lunes, 12 de octubre de 2009

TESTIMONIO DE TERESA FORCADES. Lo que no quieren que sepamos

http://www.youtube.com/watch?v=07o8vyRDDYU



En este enlace el vídeo de Teresa Forcades:
 TESTIMONIO DE TERESA FORCADES. Lo que no quieren que sepamos.

EXTRAÍDO ÍNTGRAMENTE DEL BLOG DE : GATOPARDO


1. DATOS CIENTÍFICOS

- Los dos primeros casos conocidos de la nueva gripe (virus A/H1N1 cepa S-OIV) se diagnosticaron en California (EEUU) el día 17 de abril de 2009 [1]
- La nueva gripe no es nueva porque sea del tipo A, ni tampoco porque sea del subtipo H1N1: la epidemia de gripe de 1918 fue del tipo A/H1N1 y desde 1977 los virus A/H1N1 forman parte de la temporada de gripe de cada año [2]; lo único que es nuevo es la cepa S-OIV [3] [4]
- Un 33% de las personas mayores de 60 años parecen tener inmunidad para el virus de la nueva gripe [5]
- Desde su inicio hasta el 15 de septiembre del 2009, han muerto de esta gripe 137 personas en Europa y 3.559 en todo el mundo [6]; hay que tener en cuenta que cada año mueren en Europa entre 40.000 y 220.000 personas a causa de la gripe [7]
- Tal y como han manifestado públicamente reconocidos profesionales de la salud – entre ellos el Dr. Bernard Debré (miembro del comité nacional de ética de Francia) y el Dr. Juan José Rodríguez Sendín (presidente de la asociación de colegios de médicos del Estado Español) – , los datos obtenidos de la temporada de gripe que ya han pasado los países del hemisferio sur, demuestran que la tasa de mortalidad y de complicaciones de la nueva gripe es inferior a la de la gripe de cada año [8]

2. IRREGULARIDADES QUE HAY QUE EXPLICAR

- A finales de enero del 2009, la filial austríaca de la farmacéutica norteamericana Baxter distribuyó a 16 laboratorios de Austria, Alemania, la República Checa y Eslovenia, 72 Kg. de material para preparar miles de vacunas contra el virus de la gripe estacional; las vacunas tenían que ser administradas a la población de estos países durante los meses de febrero-marzo; antes de que ninguna de estas vacunas fuese administrada, un técnico de laboratorio de la empresa BioTest de la República Checa decidió por su cuenta probar las vacunas en hurones, que son los animales que desde 1918 se utilizan para estudiar las vacunas de la gripe; todos los hurones vacunados murieron; se investigó entonces en qué consistía exactamente el material enviado por la casa Baxter y se descubrió que contenía virus vivos de la gripe aviar (virus A/H5N1) combinados con virus vivos de la gripe de cada año (virus A/H3N2); si esta contaminación no se hubiese descubierto a tiempo, la pandemia que sin base real están anunciando las autoridades sanitarias globales (OMS) y nacionales, ahora seria una espantosa realidad; esta combinación de virus vivos puede ser especialmente letal porque combina un virus que tiene un 60% de mortalidad pero es poco contagioso (el virus de la gripe aviar) con otro que tiene una mortalidad muy baja pero con una gran capacidad de contagio (un virus de los de la gripe de cada año) [9]

- El 29 de abril del 2009, cuando hacía sólo 12 días que se habían detectado los dos primeros casos de la nueva gripe, la Dra. Margaret Chan, directora general de la OMS, declaró que el nivel de alerta por peligro de pandemia se encontraba en fase 5 y ordenó que todos los gobiernos de los estados miembros de la OMS activasen planes de emergencia y de alerta sanitaria máxima; un mes más tarde, el 11 de junio del 2009, la Dra. Chan declaró que en el mundo ya teníamos una pandemia (fase 6) causada por el virus A/H1N1 S-OIV [10]; ¿cómo pudo declarar algo así cuando, de acuerdo con los datos científicos expuestos más arriba, la nueva gripe es en realidad más benigna que la gripe de cada año y, además, no es un virus nuevo y ya existe parte de la población que tiene inmunidad?; lo pudo declarar porque en el mes de mayo la OMS había cambiado la definición de pandemia; antes de mayo del 2009 para poder declarar una pandemia era necesario que muriese a causa de un agente infeccioso una proporción significativa de la población; este requerimiento – que es el único que da sentido a la noción clínica de pandemia y a las medidas políticas que se le asocian – fue eliminado de la definición el mes de mayo del 2009 [11], después que el 26 de abril los EEUU se hubiesen declarado en “estado de emergencia sanitaria nacional”, cuando en todo el país sólo había habido 20 personas infectadas de la nueva gripe y ninguna de ellas había muerto [12]

3. CONSECUENCIAS POLÍTICAS DE LA DECLARACIÓN DE “PANDEMIA’

- En el contexto de una pandemia es posible declarar la vacuna obligatoria para determinados grupos de personas o incluso para el conjunto de los ciudadanos [13]

- ¿Qué le puede ocurrir a una persona que decida no vacunarse? Mientras no se haya decretado que la vacuna es obligatoria, no le puede ocurrir nada; ahora bien, si llegase a decretarse la obligatoriedad, el estado tiene la obligación de hacer cumplir la ley imponiendo multa o prisión (en el estado de Massachussetts la multa propuesta para este caso podría llegar a los 1.000 dólares por día que pasa sin que te vacunes [14])

- Frente a esto, hay quien puede pensar: si me obligan, pues me vacuno y ya está, total, la vacuna es más o menos como la de cada año, tampoco hay para tanto…

- Es necesario que se sepa que hay tres novedades que hacen que la vacuna de la nueva gripe sea diferente a la de cada año: la primera novedad es que la mayoría de los laboratorios están diseñando la vacuna de manera que con una sola inyección no sea suficiente y sean necesarias dos; la OMS recomienda también que no se deje de administrar la vacuna de la gripe estacional; quién siga estas recomendaciones de la OMS se expone a ser inyectado tres veces; esto es una novedad que teóricamente multiplica por tres los posibles efectos secundarios, pero en realidad nadie sabe qué efectos puede causar, pues nunca antes se había hecho algo así. La segunda novedad es que algunos de los laboratorios responsables han decidido añadir a la vacuna coadyuvantes más potentes que los utilizados hasta ahora en la vacuna anual; los coadyuvantes son sustancias que se añaden a la vacuna para estimular el sistema inmunitario; la vacuna de la nueva gripe que está fabricando el laboratorio Glaxo-Smith-Kline, por ejemplo, contiene un coadyuvante llamado AS03 (una combinación de escualeno y polisorbato que multiplica por diez la respuesta inmunitaria; el problema con esto es que nadie puede asegurar que este estímulo artificial del sistema inmunitario no provoque enfermedades auto inmunitarias graves al cabo de un tiempo (como la parálisis ascendente de Guillain-Barré) [15]; y la tercera novedad, que distingue la vacuna de la nueva gripe de la vacuna de cada año, es que las compañías farmacéuticas que la fabrican están exigiendo a los estados que firmen acuerdos que les proporcionen impunidad en caso de que las vacunas tengan más efectos secundarios de los previstos (ej: está previsto que la parálisis de Guillain-Barré afecte a unas 10 personas de cada millón que se vacunen); los EEUU ya han firmado un acuerdo que libera tanto a los políticos como a las farmacéuticas de toda responsabilidad por los posibles efectos secundarios de la vacuna [16].

UNA REFLEXIÓN

Si el envío de material contaminado que fabricó la casa Baxter en enero no hubiese sido casualmente descubierto, se habría producido efectivamente la gravísima pandemia con el potencial de causar la muerte de millones de personas que algunos están anunciando. Es inexplicable la falta de resonancia política y mediática de lo que ocurrió en febrero en el laboratorio checo. Aún es más inexplicable el grado de irresponsabilidad demostrado por la OMS, por los gobiernos y por las agencias de control y prevención de enfermedades en declarar una pandemia y promover un nivel de alerta sanitaria máxima sin base real. Es irresponsable e inexplicable hasta extremos inconcebibles la billonaria inversión de euros obtenidos del erario público destinados a fabricar millones y millones de dosis de vacuna contra una pandemia inexistente, mientras no hay suficiente dinero para ayudar a millones de personas (más de 5 millones sólo en los EEUU) que a causa de la crisis han perdido su trabajo y su casa.
Mientras no se aclaren estos hechos, el riesgo de que puedan distribuirse vacunas contaminadas este invierno y el riesgo de que puedan llegar a adoptarse medidas legales coercitivas para forzar la vacunación, son riesgos reales que en ningún caso hay que infravalorar.

En caso de que la gripe siga tan benigna como hasta ahora, no tiene ningún sentido exponerse al riesgo de recibir una vacuna contaminada o de sufrir una parálisis de Guillain-Barré.

En caso de que la gripe se agrave de forma inesperada, como ya hace meses que anuncian sin tener ninguna base científica un número sorprendente de altos cargos – entre ellos la directora general de la OMS –, y de repente empiecen a morir a causa de la gripe muchas más personas de lo que es habitual, aún tendrá menos sentido dejarse presionar para vacunarse, porque una sorpresa así sólo podrá significar dos cosas: 1. que el virus de la gripe A que ahora circula ha sufrido una mutación; 2.- que está circulando otro (u otros) virus. En ambos casos la vacuna que se está preparando ahora no serviría para nada y, teniendo en cuenta lo que ocurrió en enero con la casa Baxter, pudiera ser que incluso fuera la vía de transmisión de la enfermedad.

UNA PROPUESTA

Mi propuesta es clara:

- Además de mantener la calma, tomar precauciones sensatas para evitar el contagio y no dejarse vacunar, cosa que ya proponen muchas personas con sentido común en nuestro país.

- Hago un llamamiento a activar con carácter urgente los mecanismos legales y de participación ciudadana necesarios para asegurar de forma rotunda que no se podrá forzar a nadie en nuestro país a ser vacunado en contra de su voluntad, y que los que decidan libremente vacunarse no serán privados del derecho a exigir responsabilidades, ni del derecho a ser compensados económicamente (ellos o sus familiares) en caso que la vacuna les cause una enfermedad grave o la muerte.

Autora: Dra. Teresa Forcades, hermana benedictina .
Publicado en www.benedictinescat.com/Montserrat

NOTAS

[1] Zimmer SM, Burke, DS. Historical Perspective: Emergence of Influenza A (H1N1) viruses. NEJM, Julio 16, 2009. p. 279

[2] ‘The reemergence was probably an accidental release from a laboratory source in the setting of waning population immunity to H1 and N1 antigens’, Zimmer, Burke, op. cit., p. 282

[3] Zimmer, Bunker, op. cit., p. 279

[4] Doshi, Peter. Calibrated response to emerging infections. BMJ 2009;339:b3471

[5] US Centers for Disease Control and Prevention. Serum cross-reactive antibody response to a novel influenza A (H1N1) virus after vaccination with seasonal influenza vaccine. MMWR 2009; 58: 521-4.

[6] Datos oficiales del centro europeo para el control y prev. de enfermedades (www.ecdc.europa.eu)

[7] Datos oficiales del centro europeo para el control y prev. de enfermedades (www.ecdc.europa.eu)

[8] Cf. Le Journal du Dimanche (25 juliol ’09): Debré: ‘Cette grippe n’est pas dangereuse’; cf. La Razón (4 septiembre ’09): Rodríguez Sendín: Cordura frente el alarmismo en la prevención de la gripe A

[9] Cf. Virus mix-up by lab could have resulted in pandemic. The Times of India, sección de ciencia, 6 marzo 2009.

[10] http://www.who.int/mediacentre/news/statements/2009

[11] Cohen E. When a pandemic isn’t a pandemic. CNN, 4 de mayo ’09. http://edition.cnn.com/2009/HEALTH/05/04/swine.flu.pandemic/index.html

[12] Doshi Peter Calibrated response to emerging infections VMJ 2009;339:b3471

[13] Falkiner, Keith. Get the rushed flu jab or be jailed. Irish Star Sunday, 13 septiembre ’09.

[14] Senate Bill n. 2028: An act relative to pandemic and disaster preparation and response in the commonwealth. 4 agosto ’09. Cf. Moore, RT. Critics rage as state prepares for flu pandemic. 11 septiembre ’09. WBUR Boston.

[15] Cf. Vaccination H1N1: méfiance des infirmières. www.syndicat-infirmier.com/Vaccination-H1N1-mefiance-des.htlm

[16] Stobbe, Mark. Legal immunity set for swine flu vaccine makers. Associated Press, 17 Julio ’09.

Otras obras de Teresa Forcades:

* CRIMENES FARMACEUTICOS. (Para leer online o descargar en Scribd.com)

lunes, 5 de octubre de 2009

DE BICIS

El Ayuntamiento no para de instalar parkings de bicicletas, y cada día menos gente las ancla allí por los innumerables robos.
Hace poco a un joven amigo le robaron una, se la había comprado unos días antes y aunque de segunda mano era muy buena. Ayer me contaba que ya tenía otra. Vio a un magrebí subir al tren con una de calidad parecida, le dijo...
- Esta bici es mía, la conozco por una marca que hice en la barra y el número de serie-
El morito se fue corriendo abandonándola.
Los moritos no tienen bicis buenas, no pueden ni quieren pagarlas. Es así de triste.
- Ahora ya sé que debo hacer la próxima vez que me la roben. Ir a uno de esos barrios, buscar una de buena y parecida, y anunciarme como su propietario. Seguro que el tipo sale corriendo ante la amenaza de llamar a la policía-
Me horrorizo... No me gustaría estar en el pellejo de un morito, ni siquiera siendo la bicicleta suya. Las buenas nunca lo son, es cierto; pero vivir con el miedo en el cuerpo, cobrar de vez en cuando doscientos euros a la semana y no tener ni para el Metro... mientras que una bici regular ya vale los doscientos.
Jóvenes, moritos... ¿Quién dispone de este dinero para comprar una bici?
No hay semana que no descubra un nuevo aparcamiento. Los viejos tienen cadenas colgando, algún cuadro o una rueda abandonada y una bici de algún despistado, aún intacta, recién salida de la tienda e inocentemente anclada.
El consistorio no se cansa, ya debe tener contratada la instalación, aunque igual es para gastar el dinero como sea.
Ahora la oposición se echa las manos a la cabeza con el asunto de las docenas de informes que no sirven para nada, confeccionados antes de terminar el año para rematar el presupuesto, agotarlo y evitar su previsible recorte del próximo año.

El famoso Bicing es un desastre. Sus bicis casi nunca van bien, están pinchadas, el asiento se hunde o no frenan.
Hace poco intenté coger una. No hubo manera. Cuando ya me había hecho la idea de andar, a la vuelta de la esquina encontré una abandonada; la cogí... iba bien. Al llegar al sitio donde iba estuve tentado de dejarla tal como la había encontrado. Después de todo las hay a montones por el suelo, apoyadas en una pared, en un árbol... incluso en un aparcamiento público; y las furgonetas de la empresa ni las recogen.
El Bicing cuesta treinta euros al año. En París veinticinco y las bicis son mejores, más difíciles de extraer sin la tarjeta; y un joven parisino gana el doble que uno barcelonés.
Somos españoles, ¡qué coño! Catalanes aquí, pero en cuanto salimos del terruño, unos íberos cualquiera, unos colgados con esperanza de medrar gracias a las sobras europeas, unos tipos que solo piensan en ahorrar en investigación para aumentar los subsidios; unos mamarrachos de la cola de Europa, que soñaron estar a la cabeza porque unos cuantos imaginaron que su suelo era de oro.

Me río de esos que se consideran distintos, que por tener una lengua propia, cuya riqueza sólo es cuestionada por cuatro estúpidos que no la conocen, ya se sienten diferentes.
¿En qué consiste la diferencia?
Yo estoy harto de buscarla y todavía no la he encontrado, ni siquiera en el Karakorum, allá donde todo es distinto, el color de las piedras, el aire, la luz... excepto ser humano.



La gente se escandaliza. El consejero delegado del BBVA ha cobrado tanto y cuanto... Y me río. Eso es problema de los gilipollas de sus accionistas.
Los mismos que hoy se rasgan las vestiduras porque un tipo cobra eso, mañana gritarán histriónicamente el nombre de su ídolo, que ha costado lo mismo y cobra el doble por golpear con el pie una bola y enseñarles sus musculitos y su bronceado. Pero lo que me más me fascina es que en este caso son ellos los que pagan.
El consejero delegado del BBVA, que, con la inestimable ayuda de los sucesivos gobiernos, ha sido partícipe que su empresa sea una de las más grandes del mundo, está afincado fiscalmente en España; mientras el que patea la bola nadie lo sabe.




Me duele ver a tantos chavales no poder jugar a baloncesto. La ficha cuesta trescientos cincuenta euros, no obstante, al club cada jugador le cuesta noventa o cien euros más. La diferencia la enjuagamos con la lotería de Navidad y pequeñas esponsorizaciones. El Ayuntamiento no nos da ni las gracias.
Somos uno de los clubes más baratos de la ciudad, sin embargo, no todos pueden pagar. No hay solución. Sería injusto y peligroso subir la cuota a unos para no cobrar a otros.
Siempre tenemos alguien que no paga. Tres o cuatro chavales. Padres alcohólicos, violencia, paro... Horror a fin de cuentas. El club es un escape para esos chavales. Cada día los encontramos en la puerta esperando que alguien la abra. Siempre son los primeros en entrar y los últimos en salir.
Hace poco uno de mis compañeros, harto de ver al padre de dos chavalas borracho, de bar en bar cada tarde y hacer caso omiso a los avisos, habló de dárselo a las niñas... La semana que viene, si vuestro padre no paga, no podréis seguir jugando.
- Seguro que entonces pagará- Nos dijo
- Seguro que las niñas no volverán y nos las encontraremos correteando por la calle- Respondí.
Solo de pensar en eso se me pone la piel de gallina. Con tantos años transcurridos, aún recuerdo la cara de la secretaria de mi escuela reclamándome el dinero, amenazándome...
Lo solucionamos hablando con el responsable de su trabajo, un viejo conocido. La empresa pagó la ficha y se la descontó del salario. Desde entonces el energúmeno nos mira mal.
¿Cuántos chavales deben rabiar por jugar sin poder? ¿Cuántos esconden su impotencia, disimulan avergonzados su pobreza? ¿Y cuántos han abandonado el deporte a causa de la crisis?
Muchos. Clubes enteros han desaparecido.




Ahora se descubre que muchos departamentos de la Generalitat, de los ayuntamientos desarrollan estudios inútiles que no sobrepasan una cierta cantidad, de esta manera evitan su fiscalidad. Lo hacen, como decía antes, para redondear la cantidad asignada en el presupuesto, la que no han podido gastar por abandono de los proyectos.
Existe una industria para ello, que ya está acostumbrada, con urgencia y a final de año, a confeccionar estudios sin ningún fin. Algo que provoca picaresca...
Por qué preocuparse si nadie va a leerlos, deben preguntarse. Es entonces cuando aparecen trabajos de miles de euros hechos con recortes de revistas y periódicos pegados sobre unos folios con una reseña adecuada.
Podríamos pensar que el objetivo es la financiación de los partidos, pero lo dudo. Las cantidades, aunque grandes, unitariamente son demasiado pequeñas y están repartidas entre varias empresas. Lo que sí, es que normalmente son propiedad de familiares de los responsables. Así, cientos de miles de euros son desviados para enriquecer a unos cuantos.
Existe la denuncia, pero los mandamases hacen caso omiso de ella, no les importa. Saben que hoy serán electoralmente castigados, pero también que la competencia hará lo mismo y volverán a gobernar. A nadie se le ocurre cambiar el sistema, no interesa.
Les propondría hacer unos cuantos estudios sobre cualquier cosa interesante, por el módico precio de doce mil euros cada uno. Serían confeccionados por las escuelas como prácticas de la asignatura de ciudadanía y servirían para financiar a los clubes, y así hacer que las cuotas fueran asequibles para todos, y su precio en proporción de la declaración de renta. Seguro que nos llevaríamos una sorpresa, que los estudios serían más interesantes y prácticos que los realizados por el sobrino de turno. El problema es que de poco servirían, dado la vagancia y estupidez de sus destinatarios.




En mi escuela, como toda catalana que se preciara, se esquiaba y se jugaba a jockey sobre patines. Mis amigos lo hacían y alguno de ellos terminó siendo campeón del mundo.
No había invierno que no se organizaran un par de expediciones al Pirineo para practicar el esquí. Pocos nos quedábamos.
A mí no me estaba permitido, quizá por esto me atrajera tanto la alta montaña, la que podía llegarse en tren o autobús. Cuando volvían los escuchaba embelesado, cualquier historia se me antojaba fantástica, una gran aventura. Y más tarde lo quise parodiar como mejor sabía, con las largas, costosas y peligrosas travesías invernales, con la nieve, el frío y las fuertes ventiscas.
Ada no se perdía ninguna salida y el sobrecogimiento que me producía era terrible. Escuchaba con trece, catorce años... las aventuras de mis amigos, las escapadas que hacían de noche a las habitaciones de las chicas para reír e imaginar lo imposible.




Ada...
Recuerdo su larga, lacia y morena melena, sus preciosos y oscuros ojos, sus bien marcadas cejas, su recta nariz, su maravillosa sonrisa. Era bella, todos lo decían, a todos gustaba y casi todos competían por ella.
¿Celosía juvenil? ¿Pasión?
Hoy se me hace difícil de describir. Nunca más sentí lo mismo, ni siquiera por Amara, por Mónica. No creo que fueran celos y, de ser así, los padecí durante poco tiempo.
A los once, doce... no creo que los haya; y después todo fue muy rápido. A los dieciséis, pese la pasión que sentía por ella, ya tenía la certeza que nunca la conseguiría como mujer. Y, sin embargo, un día de Navidad, después de haberla presentado a mis hijos en una parada muy parecida a la que tuvimos de jóvenes, quedamos en vernos y cenar aquella misma noche. Seguía drogándose y vivía en una nube de egoísmo y desorientación anímica. La acompañé a su casa, pequeña, de una planta, al otro lado del Tibidabo y rodeada de bosque. Me recordó la que compartí con Lourdes. El dormitorio estaba cubierto por un colchón sobre una estera y muchos cojines. Me acosté con ella, hicimos el sexo. Aún conservaba aquella serena belleza que tanto me había desquiciado, pero no sentí nada, solo decepción. No se lo conté a nadie, por primera y única vez ni a Amara. Hoy aún no sé el por qué.

lunes, 28 de septiembre de 2009

DEBEMOS CAMBIAR PARA SEGUIR SIENDO


Debemos cambiar para seguir siendo, transformarnos tan rápido como la vida que llevamos, recordar lo que fuimos para entender donde estamos y tener confianza en nosotros mismos para sentirnos vivos.


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De vez en cuando el director me llamaba al despacho. Mis padres no pagaban la factura de mi enseñanza. Tendría trece, catorce años, suficiente edad para darme cuenta del problema. Mis padres no tenían ningún interés en cambiarme de escuela. Aquella era de pago, por supuesto, y de las caras.
Mis notas eran altas, no mucho, pero sí por encima de la media, hasta que el profesorado comenzó a boicotear mis estudios, a ignorarme y suspender mis exámenes sin que pudiera entenderlo.
Catorce años... podría haberme dado cuenta de la situación y forzar mi salida. No fue así y aún me pregunto por qué. ¿Tan inocente era?
La primera vez que la secretaría de la escuela me avisó, mis padres debían más de un año.


Cantaba en el coro desde los nueve años, a los doce me enamoré de una chica de once. Era una locura, bellísima según mi parecer. Veraneaba en el Pirineo, se bañaba en el río con agua de deshielo... estaba loco por ella. Todas las semanas la veía en el coro, tomaba asiento frente a mi grupo de voz. Podría dibujar la sala en el gran sótano de la escuela, un grandioso y antiguo convento en la zona alta de Barcelona.
Pasaron los años y seguía enamorado, sólo Albert conocía mi estado y desesperación.
Dieciséis, diecisiete... ya salíamos juntos, algún amigo se añadía al grupo. Unos años atrás, no recuerdo cuántos, supongo que dos, salíamos juntos de la escuela y nos sentábamos en el peldaño de una casa. Hablábamos de la vida, la muerte, el futuro, la justicia... Ada, le llamaré Ada, a los dieciséis entró en el mundo hippie y yo tras ella, era un grupo de gente increíble, sólido, muy culto. Éramos, con mucho, los más jóvenes.
Escuchaba a Joan Baez, aún la escucho ahora mientras escribo esta historia. Me introduje en el mundo del arte y la música. Fundó con unos amigos un grupo de música folk, la seguí por parroquias, salas de conciertos....


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Hay quien cree que se ha perdido el poder de los valores, que hemos olvidado el sentido de la moral. La humanidad es cínica, lamenta la moral perdida mientras atenta contra el derecho del prójimo, del vecino por un plato de mal contadas lentejas; es capaz de arriesgar el futuro por un placer pasajero e insustancial.
Algunos creen que se ha perdido el temor a dios, y me pregunto de qué dios. Los griegos ya lo perdieron, de ahí que imaginaran tantos castigos horrendos y crueles inflingidos por los dioses, a los hombres que pretendían parecerse a ellos.
El hombre, en su globalidad, nunca ha respetado la moral, ni siquiera la suya particular, la que pregona a los cuatro vientos. El temor a los dioses es una quimera, no lo padecen ni sus pregoneros, los obispos; tampoco los que siguen sus ancestrales ritos para conseguir el perdón eterno.


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¿Quince, dieciséis?
Tendría esta edad cuando con Ada y sus amigos monté el primer tenderete hippie de Barcelona, probablemente de España. Era de todos y debía servir para mantener su comuna. Tanto ella como yo no vivíamos con ellos por razones o circunstancias que hoy no recuerdo. La edad no tenía tanta importancia, nuestras respectivas familias se hubieran opuesto, eso seguro, pero no lo suficientemente; la mía por la imagen, la suya por la disciplina, ninguna de las dos por certidumbre ideológica.
Solía vivir con mis abuelos maternos, él un hombre antiguo e íntegro, ella cariñosa y condescendiente; él consideraba a mi padre débil y sin fondo ideológico. De mi madre, su hijastra, nunca oí ni sentí queja, aunque sé que no comulgaba con sus ideas.
La gran cantidad de amigos y el hecho que mi amor y pasión por Ada no fuera correspondido, hicieron que abriese mis sentimientos a otras mujeres; y la liberalidad que desprendía, la libertad que día tras día pregonábamos a los cuatro vientos, hizo el resto.



El director de la escuela, un cura algo moderno, llegó al extremo de presentarse en el aula para anunciar públicamente la cantidad que adeudábamos dos de nosotros. Aquel sacerdote no pensó en hablar directamente con nuestros padres, demandarlos o buscar otras salidas. Consideró que era mejor presionar a unos chavales de catorce años.
Ambos decidimos no hablar con nuestras familias. Más tarde, cuando tuvo que aprobarme, según él, contra su voluntad, le confesé que nunca había trasladado a mi familia la presión que me había infligido. Me quedé más ancho que largo, después de todo sería la última vez que lo viera y ya todo me daba lo mismo.
Nunca fui consciente del daño recibido hasta entrar en una academia nocturna mientras, de día, trabajaba en un laboratorio dental. Allí descubrí que mis bajas notas no habían sido producto de errores o la ansiedad sino parte de un plan para desembarazarse de mi.
Con Ada y el resto de los amigos de la escuela me seguí viendo. Con tres, uno de ellos Albert, más tarde montamos la comuna pirenaica.



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Se levanta y entra en la cabina del barco. El famoso arquitecto francés, sumamente excitado, nos mira, parece buscar una explicación al desparpajo de la soberana hembra, una disculpa por el inevitable contacto físico y la atracción que ella parece haber sentido por él.
Con José me río… está claro que Amara ha decidido llegar hasta el final; el francés debería rendirse y aceptarlo, pero para ello debemos tranquilizarlo...
- Creo que le gustas, no te incomodes por nosotros, disfruta de ella-
- Pero...-
- ¡OH! No te preocupes, sólo es una buena y sana amiga-
Y sale envuelta en una toalla, el cabello revuelto por su cara, la boca entreabierta; provocadora, mirada de hembra hambrienta. Y se apoya al mástil con el cuerpo ligeramente arqueado. Nos mira, sonríe... da la vuelta, la toalla se abre, solo la aguanta por delante, allí donde no llegan nuestros ojos,; vuelve la cabeza, retadora, sensual. Se gira, nos da la cara, muerde un extremo de la toalla con delicadeza... se desprende de ella.
Impresiona el arte de esta mujer, que unos momentos antes estaba desnuda y ahora ha conseguido sorprendernos, excitarnos hasta el límite, hacernos creer que su desnudez es distinta, la de otra.
De reojo veo como José se masturba con delicadeza, como intentando parar el tiempo. El francés tiene los ojos como platos y el sexo a punto de reventar el bañador. Hasta yo estoy excitado, terriblemente, aunque, como su amigo-hermano-amante, debería estar acostumbrado a las tórridas excentricidades de mi compañera.
Ella está ahora recostada en el palo, con una mano se acaricia el pecho, el estómago, el ombligo... la otra la tiene en lo alto, agarrada a una jarcia. El cuerpo algo más arqueado... se aprecia toda su belleza, erotismo; su plano vientre, ligeramente abombado debido la provocadora postura; su agresiva juventud, la protuberancia de su cuidado pubis, la maravillosa turgencia de sus pechos. Nos mira desafiante... sonrío... me acerco con José, acariciamos su portentoso cuerpo, lo masajeamos con calculada agresividad y ella se retuerce y gime de placer; y, con un gesto, invitamos al famoso arquitecto francés...



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Ayer fui a cortar el pelo a mi padre. Y hablamos, como siempre, de los negocios, la política y el futuro.
Curioso como un hombre que dice estar más en el otro mundo, que confiesa no importarle nada, puede llegar a estar tan al día de todo.
Mi padre es el ejemplo más evidente de la inteligencia desperdiciada y de lo muy estúpido que puede convertirse un hombre al caer en su complacencia.
Cualquiera diría que desprecio a mis progenitores, nada más lejos, sólo me gusta poner a cada uno en su sitio, el lugar que ocupa dentro de un organigrama tan sencillo como práctico: el de la utilidad en la sociedad y el bien o el mal que han hecho.
Mis padres, en un juicio humano pasarían desapercibidos; en uno deísta no serían absueltos. Hicieron el mal con delicadeza, sin propasarse; pero cuando pudieron hacer el bien, desaparecieron. Prefiero al errado, el que con sus acciones produce desgracia por error o impotencia, ya que demuestra ser hombre y estar vivo.
Nunca he escurrido mi culpa o mis errores, tampoco lo han hecho mis amigos. Ataco el de los demás, lo critico; pero siempre después de haberlo hecho con el mío.


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Eran muchas las veces que por aburrimiento, para no pensar o buscar una buena manera de pasar el tiempo, divertirse... terminábamos haciendo gozar a nuestras compañeras. Lo contrario no solía. Ellas pensaban distinto, buscaban otras salidas. Las reuniones de grupo, las cenas o comidas por motivo de una fiesta, un puente laboral, solían terminar igual. Nos sentábamos desordenadamente, o no tanto, porque cada uno buscaba lo que más le apetecía, el amigo o amiga que en aquel momento más deseaba, aunque fuera por el tipo de conversación, de cercanía ideológica. Y no era extraño que uno acariciase, bailara... Todo era empezar con lo esperado. El sexo no solía ser lo esencial, pero sí el resultado.
Hoy, al recordar aquellos días, no puedo menos que pensar que todo comenzó con mi relación con Mónica y Konsta, su irremediabilidad y la extrema liberalidad de José, Joan y Anna.


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En aquella casa vivíamos en un estado semisalvaje, sin cuarto de baño, cocina, camas... Los colchones en el suelo, el hogar servía de cocina y algunas viejas estanterías de soporte de los cacharros. La mitad de la casa estaba medio derruida. A unos cien metros sobre ella se encontraba una ermita en parecido estado, en ella aún podían apreciarse preciosos frescos, incluso en lo que quedaba de su techumbre. Había sido quemada en época reciente, por negligencia o vandalismo, ya que en aquel lugar ningún fuego puede propagarse involuntariamente.
A los pocos años de conocernos me acerqué con Amara. Sentí la necesidad de enseñarle el primer lugar donde me sentí hombre. La casa estaba restaurada por completo, demasiado como todas.
Les limpian la fachada, repican las piedras hasta dejarlas lustrosas, distando mucho de la autenticidad de cómo fueron construidas.
Antiguamente las casas eran rebozadas con una mezcla de cal y arena para evitar la pérdida de la argamasa y defender el interior de las humedades. Hoy, gracias al cemento ya no es necesario, pero el arte de la restauración debería tratar de imitar o copiar el estado primigenio, cosa que no se hace.
La pequeña ermita había sido levantada de nuevo, mas siguiendo las nuevas directrices: piedra repicada y unida con cemento. Los frescos habían desaparecido, no quedaba ni el recuerdo.
Curioso, me dije. Para eso no hacía falta restaurarla. Cubrirla con una cubierta cerrada hubiese sido suficiente y más edificante.
No sé a qué arquitecto se le habrá ocurrido. Los políticos sí, son los anteriores de CIU y esos tampoco llegaban demasiado lejos. Pujol tuvo mucho cuidado en escoger a los más dúctiles y menos exigentes de presupuesto para este cometido, y todos sabemos que eso significa estupidez y vagancia.
Aceptar los cambios es costoso. Siempre queda la melancolía, con la seguridad que nunca encontrará las cosas tal como las dejó y recuerda. Ahora bien, lo que no espera es que el elegido para mantenerlas o mejorarlas las destroce sin más.


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Cuando miro para atrás, lo primero que pienso es que no me salen las cuentas del tiempo. No puede ser que hiciera tantas cosas en tan poco tiempo. Y sí, lo que ocurre es que vivimos muy deprisa, sin dar respiro a la mente, al alma y al cuerpo.
A veces son mis amigos los que me relatan lo muy intensamente que viví aquellos días.


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En la escuela era un papanatas, torpe y miedoso. La asignatura de gimnasia la aprobaba por los pelos, todo lo contrario que Albert.
Saltar el plinton, el potro... un imposible. En el último momento frenaba, no podía. Después el vértigo, supuestamente provocado por las torturas maternas.
Un día, saltando la enorme valla de una casa abandonada con Albert, me quedé atascado en medio. No tiraba para adelante ni para atrás. Al fin salté. No podía dejar que llamaran a los bomberos. Aquel día cambió radicalmente mi vida. A partir de entonces uno de nuestros mejores deportes era saltar de rama en rama parodiando a Tarzan. No obstante ,el vértigo lo mantuve hasta llegar al Pirineo. Allí mi amigo Albert, en un altísimo risco de cuatrocientos metros, consiguió hacer desaparecer mi miedo y mareo. Después, aquel mismo día atravesamos desprendimientos cubiertos de resbaladiza nieve. Al fondo se veían los caminos y casas en toda su pequeñez, la mochila desequilibraba el cuerpo y los atravesábamos atados con cuerdas. Éramos cuatro y nos turnamos en ser el primero. Mis amigos, los mismos con los que monté la primera comuna, con delicadeza dejaron que escogiera el momento y el lugar.
Tiempo después y pasado mi entrenamiento, no dejaba de pensar en lo que aquel chaval cargado de miedo y perjuicios se había convertido. Si algo me quedaba de aquel vértigo, el rápel me lo quitó entonces. Poco más tarde Mónica me enseñó a mirar la calle sin miedo, a no marearme desde una cornisa de un escaso palmo, a andar con tranquilidad por la barandilla del tejado de un edificio de seis plantas.


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Sentíamos un morboso placer al escuchar los lamentos continuos y entremezclados de nuestras compañeras, sus orgasmos, sus suaves gemidos, sus roncos gritos, sus estentóreos alaridos de placer. Nos satisfacía, a mí el que más, y nos regodeábamos en ello. Y verlas desnudas sobre la mullida alfombra, los sofás, los múltiples colchones que extendíamos por el suelo. Gozar sobre ellos...



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Cuando sabes lo que buscas ves más claro, aunque no lo encuentres, y tu mirada te delata.

domingo, 20 de septiembre de 2009

...LA HISTORIA MÁS BELLA...


Papa, ¿alguna vez te has acostado con dos mujeres?

No es Al sino Mar, quien hace la pregunta.

Al siempre me trata como Pau, Mar como papa, sin acentuar, en puro catalán.

Estaba convencido que las hijas esas cosas las preguntaban a las madres y los hijos a los padres. Uno, que parece estar a la vuelta de muchas cosas, no termina de digerir ciertas preguntas y esa es una de ellas. No entiendo por qué no lo cuestiona a su madre, como tampoco su utilidad. Dudo mucho que le haga falta.

Amara es más directa y tiene menos pelos en la lengua, tan pocos que a veces debo frenarla. De haberse dirigido a ella la respuesta hubiese sido clara y precisa. Mi compañera tiene el don de saber lo que nuestros hijos buscan, el significado de sus preguntas. Yo, al contrario, soy absolutamente literal y falto de perspicacia en estas cosas.


Acostarse, qué significa.

Hacer el amor, supongo; porque otra cosa no creo.

Me he acostado con Pili y Amara sin tocarlas; con Anna y Nabila, unas veces con sexo y otras sin, con...

Supongo que Mar quiere saber si he hecho el amor con dos mujeres a la vez. No voy a responderle.

Acostarse es echarse en una cama para dormir. Acostarse con una mujer es lo mismo, pero con la posibilidad de hacer el amor o follar, más de lo primero que de lo segundo; porque, aunque no sea necesario acostarse para cualquiera de las dos cosas, es más común hacerlo con quien amas.

Pero me estoy liando. A Amara la amo y mucho, en cambio con ella follaba. Con Amara, al hacer sexo uno se olvidaba del amor. Mi compañera es sexo puro, duro y salvaje. No hay intermedio y lo sabe, es consciente. Con ella, el amor hay que dejarlo para otras situaciones.

En el bosque, en un coche, en el barco, en la playa o colgados de unas rocas, en la piscina, en el césped, en una tumbona, en los columpios del jardín de José, en el suelo de nuestra casa, en el del cuarto de baño de la clínica donde me ingresaron, en la terraza de la casa de unos amigos, en el balcón del hotel, en el... Y solos o acompañados de un amigo, de una amiga, de dos amigos, de tres amigos... Hasta creo que más fuera de la cama que en ella, por lo menos de la nuestra, que fueron muchas. Por la mañana, al mediodía, por la tarde, de noche... casi siempre varias veces.

No obstante, ella amaba. Mientras hacía el sexo te dabas cuenta que amaba, sentías como el disfrute era acompañado por una ternura sublime, que deshacía. El hombre se sentía macho absoluto, pero también objeto de un deseo que sobrepasaba el mero placer sexual. Y cuando le preguntaba lo que sentía por aquel hombre... se encogía de hombros.

- Es mi tipo, me cae bien y es inteligente, sabe hasta donde puede llegar conmigo-



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- ¿Pa dónde cargas, ricura?-

Eso me pregunta una gitana con una pinta de bruja que te cagas.

Acabo de entrar en el Metro. He quedado con Amara en la plaza de España, para subir juntos hasta el Palau de sant Jordi. Fuera llueve a cántaros...

La miro perplejo. No sé que deba cargar nada.

Se da cuenta de mi sorpresa...

- El paquete, ricura, el paquete-

Ahora me río. Esta tía me cae bien y respondo. No sé que haría otro.

- Para la izquierda, abuela-

- Hoy es tu día de suerte, mi niño. Te voy a leer las manos gratis-

- Y yo las tuyas, abuela-

Imagino que tendrá los surcos más profundos y claros que haya visto nunca.

- No me digas que sabes leer la mano-

Las manos, abuela, las manos. Hace mucho que no lo hago. Hoy no tengo tiempo, mi compañera me espera...-

Se lo digo mientras ando, Oigo entrar un convoy y no quiero que Amara aguante sola tal chaparrón, aunque sea en el coche.

Deep Perple es una maravilla. Un grupo de sexagenarios con la misma fuerza del primer día. Es la maestría del rock más melodioso y armónico.

Amara parece una niña, disfruto cuando la veo así, en su estado más puro.

Aparca lejos del Palau. Ha dejado de llover y anda rápido para recoger las entradas. Por el camino adelantamos a unos chavales con rastas, se enrolla con ellos, les pregunta dónde se encuentran las taquillas. Todo ha cambiado desde nuestra última vez...

Les cuenta que, aun habiendo sido olímpica, se pierde por los vericuetos del gran palacio. La miran sorprendidos y me río... Amara confunde haber sido voluntaria médica durante las olimpiadas, con ser olímpica; aunque entonces los trataban como tales. Los chavales no entienden como una mujer como ella podía haber sido atleta, aun así ven como se mueve con una agilidad y elasticidad que asombra, algo que a mí también me sorprende. Ayer no podía moverse, hoy corre y salta las vallas como un gamo. A veces pienso si sus amigos no la drogan para casos como este.

Durante el concierto salta, baila y entona las canciones; a su lado un escocés de mi edad bromea con ella, lo acompaña una amiga o eso dice.

- Nos encontramos para seguir los conciertos que más nos gustan. Es inglesa-

Me mira... busca un gesto de sorpresa y, pese no encontrarlo, puntualiza.

- No pienses mal... también es amiga de mi mujer-

Y me río. Amara no lo oye, está inmersa en la música de los mejores roqueros del mundo, de no ser así seguro que le soltaba una de las suyas.

A la vuelta acompañamos a una pareja de chavales. Podrían ser nuestros hijos, son algo más jóvenes. Vio como tomaban un atajo saltando una valla y les preguntó. No hacía falta, ambos sabíamos que acortaba el camino; pero no... ella necesita gente, extender por el mundo que la rodea su generoso extrovertismo.



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Hace un tiempo visité la vieja casa de mi abuelo en el Maresme, en la que pasé los veranos de mi infancia.

Creo que ya recién nacido, en Junio de 1951, mi familia se trasladó allí. La recuerdo tan nítidamente que podría dibujar su interior y su exterior a la perfección. El jardín rodeaba por completo la casa de planta baja, con un terrado que servía para tender la colada.

Recuerdo las dos frondosas moreras de la parte de atrás y los dos pinos de la entrada. También el pequeño árbol que planté y nunca tuve la ocasión de ver crecer, el lavadero, la nevera de hielo, el jazmín y la aroma de la dama de noche...

La visité para medir, aunque con la vista, la altura del alfeizar de la ventana en el que mi madre, tan solo para mantenerme controlado, me sentaba. Sus baldosas hacían pendiente y eran resbaladizas. Así yo debía estar absolutamente quieto y agarrado, presionando con las manos para no resbalar y caer. Y es que recuerdo esta tortura perfectamente, como si de ayer se tratase...



- ¿Se te insinuó Vicki?-

Estamos en el chino cercano a nuestra casa. Como casi cada sábado, alternamos entre este limpio restaurante oriental y otro de una buena amiga, de alta cocina catalana. Amara habla de José, de Vicki... de sus viejos amigos, sobre todo del primero.

- Sí, con la mirada, con su deseo y su amor-

Una respuesta que no deja lugar a dudas. Vicki habla mucho, pero poco o nada de sus sentimientos amorosos. La familia, los amigos, el trabajo.... eso sí. Vicki es solidaria y comprometida con sus allegados, no con extraños y campañas políticas. Con sus amigos es como Mónica, que antes que sepas de tu necesidad ya ha llegado, la sientes cerca, sin ruido.

Me habla de José, de su gran capacidad oratoria e inteligencia, así como su impotencia para utilizarla en su provecho; de cómo una vez le habló de eso al principio de conocerse.

-Habíamos hecho el sexo, Pau, y no muy satisfactoriamente. Tu amigo al principio eyaculaba con solo tocarme. Y me preguntó si tanto ensalzamiento era para seducirle. Me reí mucho. Respondí que no me hacía falta, que con él hacía lo que quería-




El alfeizar es bajo, mucho, ahora lo veo casi a pie del suelo. ¿Cuántos años tendría? Mi madre, que no se arrepiente de nada, dice que cuatro, quizá cinco.

La habitación oscura... pero este castigo tuvo los días contados, no lo recuerdo. Parece ser que de pequeño no temía la oscuridad y tenía facilidad para jugar con cualquier cosa, y el cuarto oscuro estaba repleto.

Mi madre necesitaba el terror y aquello no me lo infundía. Y encontró otro: el taburete en la bañera. Un taburete de cuatro patas en el interior de la vieja bañera, una de esas antiguas que hoy están de moda. El taburete se aguantaba sobre tres y eso hacía que se moviera. Este castigo lo recuerdo perfectamente. El pánico, la sensación de vértigo, el mismo que debía sentir sobre el alfeizar, supongo que por la concavidad y blancura de la bañera, era insoportable y me obligaba a estar completamente inmóvil.

El taburete aún lo conserva, apenas llega a los cuarenta centímetros de altura. Debía ser muy pequeño, cuatro años también.




-Vicki es distinta, Pau. Lo nuestro fue el producto de una seducción compartida, y estuviste presente. Fue aquel día, en nuestra casa pirenaica, bailando los dos con ella, desnudos... Se derritió, y descubrí que ya era imposible la marcha atrás. El único que no supo verlo fue José, ciego de deseo contenido, morbosamente rabioso-

Y sí, me di cuenta. Estaba anunciado. Dos hembras así no podían mantener eternamente una relación contenida, y más conociendo el gran deseo de una de ellas.

Amara tenía que probar, saber lo que sentiría. Temía que el contacto físico, el roce de su piel con la de Vicki, le causara rechazo conociendo la intención. No era la primera vez ni la segunda, ya con Mónica la había sentido sin ningún problema, pero era distinto, casual, amigable... el estar con su compañero entre las dos, el resultado de un juego amoroso sin más intención que divertirse con él.

-Te utilicé... utilizamos como escudo. De no haberlo soportado hubiese vuelto a tu espalda-

Y la recuerdo en ella, mientras nuestra amiga, embriagada por el momento y sintiendo la aprobación de Joan, que sonreía feliz bajo las caricias de la sabia y percatada Anna, bailaba abrazada a mí, mordiendo con suavidad mi pecho mientras sus manos acariciaban el costado de Amara.

Me sentí en la gloria. Una preciosa y morbosa hembra delante y la más bella de todas detrás, abrazándose y yo en medio. Y con regocijo vi como daba la vuelta y era Vicki la emparedada. Y como le besaba la nuca y friccionaba su cuerpo en el de ella mientras era acariciado por cuatro manos. Y sentí la pasión de nuestra amiga al besarme, amarme... su repentina fuerza y estremecimiento. Y no se dio la vuelta, no se atrevió... prefirió que siguiera siendo Amara la que llevara la iniciativa. Temió lo peor, precipitar la situación delante de todos. No era el momento y ambas lo sabían.




Recuerdo a mi padre subido al gran pino tirando piñas para que, con mi hermana, pudiera extraer los piñones y romperlos con el pequeño martillo. Recuerdo aquellos días que venían todos mis amigos, vecinos entonces, que después serían mis compañeros de aventuras salvajes, de comuna con los que compartí todo.

Mi padre nos llevaba a la papelería del pueblo; comprábamos papeles de seda de mil colores y nos enseñaba a fabricar cometas con cañas del barranco, para soltarlas en el solar vecino. Y construyó un pequeño horno para cocer arcilla y nos enseñó a escogerla entre los campos, refinarla y fabricar vasijas de mil formas distintas.

Entonces no recuerdo la cercanía de mi madre, ni su alegría y felicidad; pero sí leyendo o haciendo media o ganchillo.




-La primera vez aprovechamos habernos quedado solas, también en nuestra casa de los Pirineos. Subí con los demás. Tu lo harías después con José y los chavales, Joan y Biel decidieron ir a comprar al pueblo y Mónica fue con ellos, no quiso ser un impedimento. Todos sabíamos como terminaría, sobre todo Joan, que es muy sensible en eso; tu no, que ,como siempre, estabas en la inopia. Nunca te preocupas de lo que hacen o dejan de hacer los demás, no te incumbe...

Limpiamos la casa lo justo y nos duchamos juntas. Esta vez era Anna la que hacía de escudo, aunque, en el fondo y como siempre, su intención era divertirse con las dos o, en caso de retirarme, con Vicki.

Cuando volvieron se encontraron con lo esperado, tres mujeres terriblemente excitadas en el baño. Anna ya nos había procurado placer a las dos. Lo hizo en plan técnico, como una experiencia más dentro de su profesionalidad, pero esta vez placentera. Nos enseñó a gozar con tanta plenitud como intensidad-

Y me río con ironía. Enseñó a las mujeres, exceptuando Mónica, con la sexualidad más desinhibida y sabia de cuantas haya conocido. Les enseñó a disfrutar...

- Sí, nos enseñó a aprovecharnos de todo, hasta del reparo y de la timidez; a utilizar estas sensaciones para gozar aún más-

Lo más grandioso de esta vida es que después de haber vivido mil años y experiencias, de creerse a la vuelta de todo, uno descubre que aún tiene mucho por aprender.

- Cuando llegasteis con los niños- y ahora se ríe -Biel distrajo a José y lo mandó con ellos al pueblo. Era tarde pero le dijo que había mucho polvo y suciedad, que habíamos encontrado muchas ratas. Y como Al era asmático... Tu te quedaste, quería que participaras de nuestra nueva aventura. Nos encontraste en el baño, ya con Joan, Biel y Mónica hirviendo, hambrienta de sexo de macho, de ti... sólo que tuvo a los otros dos con su salvajismo, con su misma fogosidad. Tu te quedaste en la puerta, perplejo pero contento, satisfecho de vernos felices y pletóricos-

¿Perplejo?

Nada más lejos. Era algo que esperaba, incluso con aquella intensidad.

¿Contento?

Sí, la felicidad de sentir tu libertad, la de mis amigos, el amor que sobrepasa el límite que marca el sexo, el más difícil de conseguir, el que demuestra su plenitud absoluta. El otro se consigue con la lucha contra las barreras, las fronteras que marcan las ideas caducas e intransigentes; éste se consigue luchando contra ti mismo, tus prejuicios más íntimos, aquellos que pocos se atreven a asaltar.




Mi padre, con ochenta y nueve años, por fin ve acercarse lo que tanto temió, la degradación mental, la de un campeón de ajedrez poseedor de un cerebro privilegiado, hasta ahora claro y preciso como pocos. El corazón le falla, pierde fuelle y no irriga el cerebro como solía. Se marea, se siente débil y, de vez en cuando, pierde la conciencia, no coordina algunas ideas y se da cuenta; lo disimula, finge... pero se da cuenta y lo sé. Sabe que ya no hay vuelta atrás, que no puede operarse; sería su muerte y los médicos no quieren jugar a ser dios. Es católico convencido y no va a forzarlos, ni siquiera intentará convencerme, convencer a Amara, que, a fin de cuentas, es la que puede aconsejar su intervención, acelerar su muerte.

Pienso que mi padre está entrando en la terrible duda del creyente afectado por su creencia. Su asombrosa inteligencia se altera y lucha contra la abstracción de una cómoda fe. Y sabe que pronto ya no podrá, que su inteligencia quedará ensombrecida por la degradación, que sus neuronas empezarán a morir por falta de riego sanguíneo, que las suaves descargas eléctricas que las enlazan dejarán de fluir. La naturaleza, el dios real, deberá decidir entre irrigar el cerebro de manera correcta o el resto de los órganos, y no dudará; ella sigue otra lógica y, al contrario que el hombre, nunca duda.

A mi padre le queda el consuelo de su religión, su gran inteligencia se aferrará a la abstracción, a la inseguridad de una imposibilidad lógica.




Mis amigos, los impresentables, siempre coincidieron en que no tenía nada de mi familia; nunca supieron de dónde salió mi carácter e ideología, ni cómo y por qué escapé de un ámbito familiar, en el que hacía lo que quería, a los dieciocho, sin nada puesto; para vivir en una casa medio derruida, sucia, con el tejado parcialmente hundido y en una zona donde en invierno el termómetro no pasaba de cero grados. Nuestro baño era el río, nuestra comuna también. Trabajábamos en las pistas de esquí y de noche volvíamos a la casa en un vehículo de desguace. Hacíamos la comida de la misma manera como nos calentábamos, con un fuego en el suelo.

Mi padre no me enseñó a ser libre, mi madre menos aun; mi abuelo quizá fuera el que tenía más sentido de la libertad, pero ni mucho menos el mío. Mis amigos reconocen que descubrieron su valor gracias a mi. Mónica no, ella ya era así; y tampoco nadie se lo enseñó. Mónica es la libertad en el grado más elevado que conozco.



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Esta semana, S, mi socio, ha recibido la llamada de su sobrino. Le pedía dinero para mantenerse. Lo vi perplejo, sumido en un estado entre desesperado y anonadado.

Cuántos años tiene, le pregunté. Once, respondió.

Y me escandalizo, me asombra la degradación a la que han llegado unos padres para hacer que sea el hijo quien dé la cara.

¡Once años!




Once años... ¿Cuántos tendría yo cuando mis padres me obligaban a visitar a mi tío para lo mismo. Once o doce, más no, ya que los hubiera mandado a la mierda.

Mi padre estaba sumido en una depresión, mi madre no paraba de acosarlo, de atacarlo. A menudo debí abandonar la escuela para acompañarlo en su trabajo, era representante de comercio y no podía ir solo por la calle. Mi madre, de una extrema vagancia, no solo nunca lo hizo sino que día tras día se lamentaba de su suerte. No podía disponer, como solía, de una chacha.




Mi padre morirá, ahora ya sé cual de los dos nos abandonará primero. Mi madre es consciente que no puede esperar nada de mí, se lo he hecho saber con la suficiente claridad y persistencia. Es orgullosa y sé que no buscará la pena, preferirá morir antes de hacerlo. No obstante, reconozco que la amo y mucho, que me costará. Ayudaré a mantenerla y mi hermana la cuidará lo justo. No quiero nada suyo, absolutamente nada. Lo poco que tengo lo he conseguido solo, sin ayuda de nadie; igual que lo mucho que he perdido.

He sido rico y pobre con la misma intensidad, mas nunca le he debido nada a nadie, ni cuando dejé de comer para que mis hijos no sintieran penuria. Desaparecí de mi entorno para que mis amigos no supieran de mi estado y se sintieran obligados. Solo Mónica estuvo al corriente. He sido celoso de mi libertad hasta en esto.



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Leo las últimas declaraciones de Zapatero y me satisfacen. No estoy seguro que su política económica sea buena o mala, quizá no sea la mejor, tal vez mi lógica se acerque más a la de la actual derecha; pero no... debemos aprender a separar lo honesto de lo aparentemente rentable.

Tenemos una clase empresarial deplorable, inculta y tercermundista. Ya está bien de hacerle la cama y pagar sus caprichos. Ahora es el momento de mandarla a la mierda, renovarla, regenerarla... Los inútiles que cierren, que busquen trabajos acordes a su capacidad, aunque sea de barrenderos.

Estoy harto de ver gente que se cree empresaria por tener una tienducha mal llevada, acostumbrados a que les dé para un piso de alto estánding, una casa en la playa, carrera en los EEUU para sus niños y un BMW en la puerta. Ahora esos tipos no tienen crédito y deben luchar por un espacio en el mercado, sin saber hacer la O con un canuto; han de pelear con sus competidores, con una familia acostumbrada a no dar golpe... Y esos, aunque voten a la derecha, ya no pueden esperar nada de ella, porque no hay dinero para todos. Quizá esperaban que bajasen los salarios, que no se repartiera dinero entre los ayuntamientos, que se dejara al asalariado sin cobertura para que ellos siguieran tirando sin preocuparse.

Esta crisis tiene unos culpables, todos los conocemos, los que pretendieron hacerse ricos especulando y los que gastaron sin posibilidad de pagar. Dejemos que sean ellos quienes la paguen. Los asalariados de base, los mileuristas... seguro que no son.

El empresario quiere que el Estado lo socorra, invierta dinero para mover la economía, pero no quiere pagar más impuestos; y se queja si el estado se endeuda, fabrica billetes; dice que más tarde o temprano habrá que pagarlos. Pretende que el estado lo socorra reduciendo sus gastos, los sociales.

El empresario español no quiere al Estado, a no ser de necesitarlo. Se queja si está, se queja si no está... todo depende de su momentáneo interés.