lunes, 3 de enero de 2022

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Ayer me armé de valor y eliminé su teléfono y su correo electrónico de mi agenda. Antes no pude. Sé que es una estupidez, pero no me atrevía por si acaso me llamaba. Luego llamé a Mónica y lloré con ella, por fin lloramos. Quiero pasar la noche con ella, abrazados, lo necesito, pero sé que aún no es el momento.

Ya no creo en el futuro, ni en el aspecto público, es decir el político, ni en el familiar. Ahora ya solo queda disiparme.

Mi presente más inmediato es la naturaleza, la mar y las montañas, y desaparecer entre ellas. Querría olvidar y que se me olvide, pero por desgracia mi presente más inmediato está hipotecado por el hiperactivismo pirata, el económico, el cultural y el medioambiental. Y mal lo tengo para desaparecer, al menos en los próximos cuatro o cinco años.

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