domingo, 27 de diciembre de 2009

PARADOJAS

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Mi hija me ha regalado “Los hombres que no amaban a las mujeres”.
Hace un par de días discutía el progresismo de su madre.
- Mamá no es tan progre como crees o quieres creer-
Su madre es mucho más progresista que ella, si a esta palabra se le quiere dar un significado social; en el caso que fuera por su liberalidad, la cosa no tiene ni color; si es por la del sexo, mejor no hablar.
Mi hija ya tiene 27 años, es lista e inteligente; brillante según sus profesores y el coeficiente de inteligencia. No obstante descubro que de intuición tiene poca, y no por lo que piensa de su madre, a la que hay que felicitar por haberla engañado hasta tal punto, sino por cómo utiliza sus habilidades.

Hace tiempo que al pasar por los escaparates miraba el libro, los tres, para ser más exacto. Pero mira... soy incapaz de gastarme tanto. Prefiero esperar las rebajas, a que estén en el mercado del libro usado. No es cuestión de economía, ya que, probablemente, podría adquirir una librería entera, sino por vergüenza.
Cuando compré mi actual coche, a Amara le di a escoger el que quisiera, excepto uno que fuera caro de mantenimiento. La hora de trabajo de Mercedes, BMW o Audi es prohibitiva, en cambio, la mecánica de los dos primeros deja mucho que desear y la del segundo es idéntica a la de SEAT, Volkswagen o Skoda.
Nunca me ha gustado tirar el dinero.



Hace unos días cambié la caldera de la calefacción, justo a tiempo, por suerte.
Cansado de esperar que mi hija consiguiera la que me prometió, fui a Leroy Merlín. Allí estaban todas excepto la que mi hija pretendía comprar: la Saunier Duval. Vi unas estrellas al lado de cada una: Junkers, Roca, Vaillant, Fagor... Y le pregunto a un chaval disfrazado de dependiente-técnico su significado.
- Es por la calidad- dice -A más estrellas, más buena-
Me lo quedo mirando...
- ¿No me digas que la Fagor es la mejor?-
El chaval se encoge de hombros.
- Es lo que dicen los instaladores y la estadística de reclamaciones. A cada queja y reparación, un palito. La Fagor es la que menos tiene-
¡Qué cosas! La más barata, la nacional, la que no es alemana o francesa... va y es la buena.
Cada día se aprende algo nuevo.
Le pregunto por la Saunier Duval y me cuenta que sí, que dicen que vale la pena, pero ellos no la gastan.
Llamo a mi hija...
- Papa... ya la tengo-
¡Hala! Ya no debo preocuparme, pero he aprendido otra cosa.



Hace años tuve que cambiar el frigorífico... Voy al Corte Inglés a ver lo que hay. Un tipo muy serio, disfrazado de gerente-vendedor, me enseña todo lo que tienen...
- La mejor, caballero, es esta, una Bosch, alemana como dios manda-
Miro el precio y siento un rebote en el pecho.
¡La leche! Si que son caros los condenados. Le digo que lo pensaré con la mente fija en la tienda del barrio, aquella que, para variar, Amara es amiga del dueño, del hijo y hasta del gato.
- ¡Hola!... vengo del Corte Inglés y me han recomendado una Bosch-
El tipo se encoge de hombros.
-La vendo bastante. Mírala por atrás, ábrela... ahora abre esta (una Edesa)-
- Son idénticas-
- Ya... es que la hace el mismo. Salvo el cristalito de la luz, el mango y la rebaba de adorno, el resto es igual. Ahora tú decides-
Me llevé la Edesa.



Y mi amigo Sebas, gerente de la antigua Wintertur, con el SEAT Toledo diesel. Tan chulo que es, tan cuidadoso con la imagen... Cuando compró el segundo le pregunté si tenía una fijación, ya que sabía que le gustaba y de sobras podía comprar el BMW.
-Sabes... en la compañía tenemos una estadística de los coches que utilizan la grúa. Adivina cuál es el que vamos a buscar menos y cuál de los más-



Y ya llevo unas horas leyendo a Larsson. Es farragoso como avisó mi hija.
- Al principio te cansará, pero tu sigue... que ya verás-
Uno de los primeros fans de Larsson fue Guardiola, el entrenador del Barça, que no tuvo empacho en recomendarlo a los periodistas, un día de esos que se sintió didáctico.
- Es la lectura que recomiendo a mis jugadores-
No van a creérselo, pero Guardiola cuida incluso lo que leen sus pupilos. Y no sé si ganan por eso o ayuda, no sé...



Moraleja: las cosas son tan engañosas y paradójicas como el hombre.


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lunes, 21 de diciembre de 2009

CON FRÍO Y VIENTO

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El próximo mes uno de los mejores neurocirujanos del mundo la operará. La convalecencia será larga y, probablemente, dolorosa. Sin embargo, todo parece indicar que Amara saldrá del pozo en el que se encuentra. La intervención es delicada y muy peligrosa, tampoco solventará todos sus problemas, ni siquiera se espera que sea totalmente exitosa; pero, en caso que salga bien, aumentará mucho su calidad de vida, lo suficiente para abandonar la mitad de la medicación y poder seguir un régimen alimenticio.
Es posible que Amara vuelva a ser quien era y eso, aunque sorprenda, ya se nota en su conversación y en su espíritu. Ya no necesito esforzarme para que vuelva a sentir ganas de vivir, tampoco debo preocuparme de esconder los mórficos. Su ansia de ser, la renovada esperanza, hacen que los controle por sí misma. Ya no es más importante combatir el dolor que seguir viviendo.




El viernes cenamos con José y Mónica, el sábado almorzamos con Joan y Vicki, el fin de año lo pasaremos con José, Mónica, Pere y Susana. Con un poco de suerte las cosas pueden volver a su cauce.
Si Amara sana y vuelve a ser la misma, me siento capaz de mover el mundo, hacer que cambie el sentido de las agujas de nuestro reloj. Y es que la solución solo vendrá si somos capaces de volver a empezar.
Dicen que lo mejor es olvidar, dejar que el tiempo solucione los problemas y enfrentamientos; y no es así. El tiempo pudre y corrompe, separa y, aunque el hombre olvide aquello que lo enfrentó y recuerde lo que lo unió, el despego hace mella y ya nada es como fue. Es mejor enfrentarse al problema e intentar solucionarlo desde su misma raíz, y si no se puede, siempre nos tendremos a nosotros mismos y la tranquilidad que se intentó.



Amara me ha llamado al trabajo. Quería que le facilitara la manera de llegar a unos archivos. Ha visto la pantalla de mi sesión...
- Es preciosa, estamos muy bien. Mónica está guapísima ¡Qué bien que nos tengas aquí, a las dos!-
Amara y Mónica sentadas en la cresta de una montaña cercana a nuestra casa pirenaica.
¿Qué más quiero?
¿Qué más puede querer un hombre?

Cuando las oigo conversar por teléfono, cara a cara… me emociono; cuando casualmente oigo su risa, siento su complicidad… me enorgullezco y pienso en la suerte que tenemos José y yo.
Dos mujeres con sólida personalidad y de fuerte carácter, que han sabido compartir el amor de sus respectivos compañeros, el sexo y la intimidad hasta un límite difícil de igualar.
Cuántas veces he dormido abrazado a las dos desnudas y bellas mujeres. Y cuántas he creído, al despertar, que vivía en un sueño.
Mujeres que sentían placer de compartirme con besos, sexo y caricias, siempre con amor y ternura, con pasión y fantasía y, a veces, con salvajismo y brutalidad. Que se reían y se divertían con avispada y traviesa inocencia, que se ayudaban para volver loco al macho de turno, que no temían las consecuencias de su ímpetu, de la satisfacción de sus instintos animales y espirituales.
Dicen que el hombre es distinto, que su amistad perdura y soporta, que es más capaz de compartir… Yo puedo demostrar que las mujeres no son distintas, porque lo seguro es que ninguna de las dos es masculina.
A Amara le gustaba la sorpresa, el juego y lo imprevisible; que sus conquistas se apropiaran de su fantasía. Y para conseguirlo utilizaba la insinuación y la seducción, hasta el punto de convertirlas en arte.



La mirada directa y risueña a los ojos, otras veces simulando vergüenza y turbación; el movimiento de sus manos, de su cara... su cuidada despreocupación, la cadencia de su voz, la respiración, unas veces tranquila y otras agitada. Nunca emitía un gemido aprobatorio o insinuante, lo consideraba de mal gusto y artificio; los dejaba para la cópula o después de ella, como demostración de hembra gozosa y gozada, pero con ansia de ser más satisfecha; aquello que al macho que se precia, aun reventado, le enloquece.

Mónica amaba el derroche, el sexo directo y sin subterfugios. Miraba a los ojos a sus potenciales amantes hasta hacerlos sentir desnudos y follados; que sintieran la necesidad de abrazarla, amarla con fuerza y pasión, devorarla sin freno.

A las dos les enloquecía sentir encabritarse a sus amantes, su extenuación y derrumbe; ver sus miradas enfebrecidas por el deseo; oír sus lamentos y sentir el estremecimiento de sus cuerpos. Y llevaron el arte amatorio hasta un límite difícil de entender e imposible de transcribir con palabras.



Con frío y viento, hoy ha sido el primer día, lunes, 14 de diciembre, que ha comenzado mi entrenamiento.
Me he levantado a las seis, con mi habitual y frugal desayuno, una manzana para mediodía y un bocadillo al llegar al bar de Mey, mi buena amiga china.
Quince kilómetros de ida. La vuelta en Metro dado el empeoramiento del tiempo. No es bueno tirar tanto de uno mismo. Ya habrá tiempo.
Eso debería hacerlo cada día, aunque me temo que va a ser imposible. Trabajo demasiado y físicamente, de pie y andando de un lado para otro. Hoy el bocata ha sido de atún, el próximo veremos.
No creo que hayan muchos locos que hagan eso, tampoco los hay para tanto trayecto en bicicleta en una ciudad como esta. Lo más que pedalean son cinco o seis kilómetros, algunos jóvenes hasta diez. Quince de ida y de vuelta, cuatro locos como yo.



Ayer volvimos a comer en casa del paquistaní. A Amara le gusta, sobre todo hablar con él. Y una vez más conversamos de comida, de cómo se alimenta la gente de las montañas de su gran país, del arroz del delta, de las mazorcas asadas, que la gente come con sal en las calles de su ciudad... Y me reía al ver su cara de asombro. Ahora ya no se cree que no haya estado allí. Amara me observa y escucha con admiración. Cree que la red lo es todo, lo cuenta y enseña. El paquistaní, más acostumbrado a ella, sabe que no es así.

Ahora, al hablar y pensar en el Camino que pretendo hacer, recuerdo el que hice con Anna. Y pienso en lo curiosa que es la naturaleza humana. Curiosa y paradójica.

Escribir como hago yo, es rememorar, analizar y ahondar en los más profundos sentimientos; descubrir, que no redescubrir, el talante y la personalidad de uno mismo y su entorno.
Con los años te das cuenta que, el sensible y tierno, el que siente empatía por el prójimo, gozo con su placer y desolación con su dolor, es el fuerte, el que soporta y lucha. Lo contrario que el frío y duro, inalterable frente la desgracia ajena; que es débil e incapaz de luchar por sus creencias.
El poder corrompe, pero aún es más corrosiva la cobardía, la rendición a la dificultad y el sacrificio. Y el poder lo sabe y lo utiliza como arma. Aparenta más fuerza de la que tiene, para subyugar al débil, convencerlo que toda resistencia es inútil.
El hombre es tan paradójico como la vida que lleva.



No puedo dialogar con José. Entiendo que no todos los políticos son iguales. Los hay listos, que engañan y roban; y también tontos que trabajan y aceptan la corrupción del sistema, que defienden a los listos como un mal menor.
No puedo dialogar con mi amigo-hermano. Prefiero hablar de su trabajo, de nuestros sueños, de sexo...
Ahora todos hablan de Unió y su sistema de financiación, tan cristianos ellos.
Me fascina la facilidad que tiene la sociedad de mi pequeño país en escandalizarse. Todo el mudo conocía lo de las facturas falsas. Era de esperar después de haber perdido el poder. No podían mantener su nivel, sus gastos sin poder meter mano en las finanzas de la Generalitat; sin sus inteligentes trapicheos, maletines llenos de dinero a cambio de contratos.
Hace tiempo que corren facturas falsas. ¿O es que alguien piensa que las fundaciones políticas sirven para otra cosa?
Las empresas no dan dinero a un político por nada o sólo porque les cae simpático. El empresario pide algo a cambio: blanquear dinero es una opción, ensuciarlo es otra. Pensar que una sociedad anónima o multisocial, dispondrá de dinero para financiar las expectativas políticas de un individuo, para que pueda circular con chofer y Mercedes... sin darlo a conocer a sus asociados de distintas sensibilidades ideológicas, sin dar una explicación convincente, es tan ridículo como estúpido.



Los historiadores engañan, escriben según lo que creen y su ideología, no pueden abstraerse de ella. Pero no solo ellos mienten. La historia también engaña.
Muchas veces el ganador es el perdedor y viceversa. Los periodos que deciden el curso social de la humanidad, nada tienen que ver con el instante en que transcurrieron. El análisis de una situación histórica no puede analizarse por lo que se hizo o deshizo en su momento sino mucho antes y de manera global.




Hace poco y cenando con un famoso oceanografo (no sé si es la palabra adecuada), hablábamos sobre la irreversibilidad del cambio climático, algo más que evidente para alguien que medite sobre lo que son los gases, su volatilidad, densidad y los cambios producidos en ellos por la luz y la temperatura.
En estos momentos recibimos el efecto de los gases que soltamos hace una media de quince años. Unos diez y otros veinte años.
Mi viejo amigo me comentaba que sus amigos y compañeros climatólogos estaban en completo desacuerdo con Lovelock y su hipotética Gaia.
Lo curioso del caso es que los mismos climatólogos mantienen sus mismas teorías, esta vez con datos que las reafirman en cascada. El problema, supongo, es producto de la envidia, los celos o el indisimulado odio al que sobresale de una sociedad cerrada, lo merezca o no, sea por su capacidad de expresarse u otra.
Mi amigo me hablaba de los cambios de las corrientes submarinas en el Mediterráneo, los más importantes del planeta, a causa del cambio climático; y la incapacidad del instituto oceanográfico para conocer con exactitud su resultado, sobre todo porque nadie sabe hasta dónde llegará ni cuando parará. Nadie tiene la llave para ponerle freno o decidir qué día se hará.
Mi amigo había estado hacía poco en la radio y la televisión. Allí, en cambio de preguntarle sobre su materia, se empeñaron en preguntarle sobre el negacionismo.
Parece ser que su educación evitó terminar la entrevista. El negacionismo es, para él, de estúpidos a los que ya nadie, en el mundo científico, tiene en cuenta. Pretender una entrevista con este científico para hablar de negacionismo es de incultos -Y me pregunto sobre la cultura e inteligencia de nuestros periodistas-
La libertad de expresión, el hecho que cualquiera con un poco de labia y una organización detrás, pueda hablar sobre lo que le venga en gana, hacen que exista negacionismo sobre la evolución, sobre si la tierra es redonda, sobre los campos de exterminio nazis o, incluso, sobre la existencia de Napoleón.
Hoy sabemos con certeza que el cambio climático es irreversible, quizá por eso gran parte de los políticos no tengan demasiado interés en combatirlo.
La inversión necesaria es demasiado grande y los periodos políticos muy cortos. Nadie está preparado para enfrentar a la sociedad, a un gasto multimillonario y sin ningún beneficio inmediato o perceptible. La oposición se lo comería, su partido político caería en el olvido... No obstante, nos enfrentamos -ya está ocurriendo en estos momentos- a las migraciones más importantes de la historia.
Deberíamos saber que los habitantes de los deltas deberán emigrar. Y no son unos cientos de miles, un millón, a lo sumo, como los de la Oceanía, que ya han negociado su implantación en Australia y Nueva Zelanda. Son cientos de millones de Bangla Desh, de Paquistán y de la India que viven en los deltas y valles del Indo y el Ganges; millones de la Louisiana y casi toda la costa Este de los EEUU, etc.
Con mi amigo hablábamos del avance del desierto del Sahara, de los problemas que tenemos con los cultivos causados por el cambio de pluviometría durante la época de las lluvias en el subsahara...
Y me pregunto si todavía nadie se ha dado cuenta, que la actual migración hacia Europa, ya es parte del cambio climático.


(Mi comentario publicado en el blog de Manuel Conthe.)


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sábado, 12 de diciembre de 2009

BRINDIS

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Qué quieres... estaba preparando uno de mis largos escritos. Amara y Mónica, una vez más eran mis musas; aunque hoy me doy cuenta que la única que tengo es el amor.
Pero no. Hoy no escribiré sobre mí ni mi amor sino que brindaré por un amigo


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