domingo, 25 de octubre de 2009

QUIZÁ

No todos los partidos políticos son iguales, tampoco sus integrantes.
Eso dicen ahora, igual que con el PSOE de Felipe. Y me río porque uno no puede vivir al lado de un corrupto, confraternizar con él, frecuentarlo y quedarse tan ancho; pero aún menos trabajar rodeado de ellos, ser seguidor sin mojar en el plato.
Algunos partidos: IU, ERC... han presentado proyectos de ley para solucionar la financiación de los partidos y siempre se han encontrado el mismo muro: PSOE, PP y CIU. Se niegan sin dar explicaciones. Votan no sin más.
Por qué será?
Este mundo es muy sencillo. Para descubrir al delincuente solo hay que encontrar a quien beneficia el delito.
Es impensable que el resto de los diputados no sepan por qué deben votar que no, cuando ellos mismos reconocen públicamente que la solución pasa por crear la ley. Ahora bien, si existiera dejarían de medrar Don Vitos, los políticos de segunda y tercera deberían pagar los cochazos de su bolsillo, los trajes de sastre, la finca, el cole de los niños; ya no podrían alternar con los ricos... Y eso no funciona así. Hay que recalificar como sea.
Con la financiación bajo mano se reparten muchas comisiones. A menudo la mitad se queda por el camino. ¿Quién va a quejarse?
Después de todo el yerno tiene que hacer su primer milloncejo. Después el suegro ya lo presentará al italiano por lo de los periódicos, al inglés por lo de las carreras.
El presidente, los ministros... igual están limpios. Esos ya tienen un buen sueldo y la pensión vitalicia. Lo que hay que cuidar es la granja, no fuera que se rebote, el aparato del partido, todos esos que, gracias a la subrepticia financiación, medran como nuevos ricos.



Cobran en dividendos, ya que son accionistas. Es una manera de hacerlo por resultados, como cualquier consejero financiero. El problema es que ganan más por la ficción que por la realidad, por la especulación que por la productividad.
Llaman a los directores de zona...
- Menos repartir crédito y tonterías y más mover el dinero en la bolsa. Hoy toca que nuestros clientes compren tal y vendan cual. ¡AH! Y como le debemos un favorcillo al socio americano, hay que invertir en aquel fondo de pensiones de los ferreteros del Medio Oeste-
Pero hoy eso ya no funciona y el banco ha perdido millones con el invento. Ya no pueden cobrar por resultados, las acciones han caído.
No hay problema, dicen. Nos subimos el sueldo y nos montamos una prejubilación millonaria. ¿Cómo vamos a dejar de ganar ese dinero si ya nos lo hemos gastado?

Como no vayamos con ojo nos cargaremos la paz social, algo que no me molestaría, pero sí a la mayoría.
La experiencia enseña que la sociedad cambia durante los tiempos convulsos, y no estamos en ellos, pero sí a un paso.
¿Alguien concibe, en el siglo que vivimos, millones de parados sin subsidio?
Parece que sí. Ahora bien, existen dos maneras de evitar el caos: invertir en policía y convertirnos en un Estado autoritario o hacerlo en procurar riqueza y trabajo para todos.
Desde un punto de vista humano, lo primero no se sostiene, desde el económico tampoco. No obstante, una parte del país no lo ve así o, mejor, no ve más allá de su nariz.



Ya solo quedamos los seis y separados. Unas veces nos vemos con José y Mónica, otras con Joan y Vicki, nunca juntos. Eso es imposible.
De Anna no sabemos nada, un día desapareció sin más, tal como siempre ha vivido.. Si la sigo por internet la descubro en la Pampa argentina, en México, a veces en París. A Anna siempre le gustó París. La volveré a ver, siempre ha sido así. Eso dice Mónica.

La intransigencia y la visceralidad han conseguido lo que parecía imposible.
El entierro de un amigo, el más joven de nosotros, lo acaba de demostrar. Amara estuvo todo el día con la familia y los vio pasar de uno en uno, a hurtadillas, a horas intempestivas para evitar el encontronazo. Muy patético.
El resultado, me decía, es que se encontraron. Entonces: la conversación vacua, sin contenido, de pocos minutos. Amara se reía. Ella, por el contrario, podía congeniar con todos. No quiso, prefirió, por una vez, ser cómodo y distante público, el que tras la función aprueba o desaprueba, ora con aplausos, ora con silbidos. Esta vez, por el lugar y el momento, prefirió la sonrisa.

Estuvo en mis manos forzar otro final. No quise. La enfermedad de mi compañera junto la estupidez de algunos agotaron mi espíritu. Quizá todos esperaran un gesto, un último esfuerzo... pero no.
¿Qué hubiese sido sino el aplazamiento de un anunciado final?



Hace tiempo, al tener conocimiento de nuestra historia, Joan se enfureció. No confiamos en él, no lo tuvimos en cuenta.

Nos enseñaron a detectar el engaño de la misma manera que practicarlo.
Nadie podía seguirnos, nadie... Solo Anna estaba preparada y se involucró, pero conservando su independencia.
Anna, la libre e independiente; Mónica, la luchadora disciplinada; y Pau, el frío estratega.
Curioso que fuéramos tan sensibles al amor, a la amistad, al cariño... que sintiéramos tanta empatía por los demás.



Dicen que el asesino no siente empatía por nadie, que solo uno de cada cuatro soldados dispara con ánimo de herir o matar.
Durante la segunda guerra se descubrió que tres de cada cuatro fusiles apenas eran disparados, aquello no iba con sus dueños, ni estando su vida en juego. Los mandamases, esos a los que les faltaba la suficiente empatía, tomaron cartas en el asunto, no podían permitírselo, y decretaron la revisión de los fusiles. Los soldados pronto encontraron la solución: disparaban fuera del radio de acción.
Se podría hablar de los pilotos de bombardero, de los que decidían el momento de soltar su carga. Hoy sabemos que los norteamericanos bombardean poblaciones afganas sabiendo lo que hacen, a quién asesinan; algo parecido a lo sucedido en Gaza con los palestinos, o en Sarajevo, cuando los serbios disparaban sus morteros sobre los mercados atestados de gente.
Supongo que los militares deben tenerlo estudiado. El bombardeo, sea artillero o aéreo, es anónimo. No ves a quien matas y siempre queda la excusa de pensar que la víctima es estúpida, la culpable; porque ¿qué hacía allí. Es que no sabía que iban a bombardearla?
Las tripulaciones de los bombarderos norteamericanos creían, gracias al esfuerzo de psicólogos adiestrados para el caso, que lanzar fósforo sobre las ciudades japonesas evitaría muertos y acortaría la guerra.
¿Inocentes, estúpidos o cómodos engañados? Pienso que lo último.

De pequeño recuerdo a un viejo alemán explicar a mi abuelo, que eran muchas las veces que los bombarderos “erraban” su objetivo al arrasar día tras día la misma zona. Los mandamases aliados también solucionaron el problema gracias a los reconocimientos aéreos y la concienciación colectiva. El amigo alemán, turista de camping y pescador como mi abuelo, le contó como un día murieron centenares de personas. Según parece se refugiaron en una zona recién bombardeada creyendo que no repetirían.



Abuso del quizá, del tal vez, del es posible... e intento evitarlo sin éxito. QUIZÁ sea producto de mi inseguridad, de estar constantemente preguntándome si lo que escribo y pienso es auténtico.
Nunca he estado seguro de nada y esto me atormenta. Mil veces tuve que decidirme con inmediatez, sin aparente duda, para que el resto, los que de mis divagaciones dependían, sintiera la seguridad que carecía.
No soy hombre rápido ni de grandes reflejos, prefiero meditar, planear cada una de mis acciones, incluso mis gestos. QUIZÁ por eso tanto me guste el mar en su estado más salvaje, para soliviantar mi espíritu y mi carácter, desafiarlos, forzarlos a tomar decisiones inmediatas y determinantes.
La mar gruesa, el timón aferrado con fuerza, las grandes olas, la vista fija en ellas para sortearlas o enfrentarlas con un gesto decidido en una milésima de segundo. Luego la calma, sentir la dureza de mi musculatura por la tensión sufrida.
Mis compañeros se mantenían tranquilos porque me veían seguro, sonriendo, mientras ellos se mantenían de pie como podían, agitados por el movimiento y el mar que invadía la cubierta.
Y el viento, su aullido. Y el estruendo del mar al chocar contra las invisibles pero perceptibles rocas. Y la oscuridad. Y el tormentín hinchado y la mayor rizada a un tercio, tensa y en movimiento para intentar bordear el maldito cabo, cuyo faro apenas se vislumbraba por la espuma del mar y la niebla.
Soy un hombre que gusta de la tranquilidad y la calma, y al que le llama el desafío y la lucha; que siempre anda preguntándose lo que puede devenir o devino de sus actos; que, paradójicamente, nunca se arrepiente de ellos.



El hombre que consideramos normal, antes de matar debe concienciarse. No es suficiente el temor o saber que si no actúa, él será la víctima.
El hombre normal, antes de matar debe dejar de serlo, sentir odio, asco hacia su enemigo, desprecio, nunca indiferencia; debe considerarle alimaña, jamás un semejante. Y no cegarse, mantener su cerebro frío. Y no verlo como víctima hasta serlo, y sí enemigo inteligente, fuerte y peligroso; y tan imprevisible como el mar tempestuoso.
Y después el horror.
El hombre normal tiembla y llora después de matar. Unos lo hacen por dentro, en el alma, otros no pueden y exteriorizan sus sentimientos.

Nadie tiene la obligación de llegar más allá de donde puede. La naturaleza no nos ha hecho omnipotentes, tan sabios que podamos controlar el destino.
La naturaleza te puede hacer fuerte, la inteligencia avispado, el adiestramiento eficaz, y las vicisitudes del entorno, su crueldad e inhumanidad, el resto.



De Mónica sentí su silencioso dolor al recibir la orden precisa. Aun sin haberlo llevado a cabo, su alma se rompió y nadie pudo recomponerla, ni siquiera yo.
- Haz lo posible para que no sea necesario-
Lo hice y no fue suficiente. No supe hacerlo mejor, aunque entonces creí que sí, que más no se podía. Fui quien le dio la orden. Era nuestra vida, nuestro futuro y el de nuestra lucha lo que estaba en juego.
Traté de estar a su lado, ser los dos como siempre había sido. No quiso. QUIZÁ creyera que era su trabajo y quisiera salvaguardar mi cínica inocencia, sentirse sucia en soledad.



Y almuerzo con un amigo político. Me habla de Gurtel...
- No todos somos iguales. Solo los corruptos y quienes los defienden se escudan en eso- Poner como excusa a Filesa es una estupidez, da asco, repugna.
Arenas, Cospedal... el PP entero, ya que esta última es su portavoz, sus votantes, esos que en Valencia, cuando se les pregunta dicen que todos hacen lo mismo. Será allí, digo yo, en la Valencia esperpéntica y patética, la del cemento y las urbanizaciones sin agua y alcantarillado.
Y es un dirigente de CIU, uno de estos que dicen no ser corruptos, pero que no sabían vivir sin repartir dádivas entre los amigos. Y me comenta lo mal que lo pasan sus colegas del PP en Euskadi.
- A esos tipos los mataban, tenían que ir con escolta sin saber lo que les sorprendería mañana. Han sufrido y se han jugado la vida por sus ideas, y ahora deben soportar que los comparen con semejantes payasos-
Y me río. Como maravillosamente bien. En una mesa cercana está Laporta con dos, se supone, invitados. Paga la casa barcelonista y el menú no debe bajar de los 150 euros. Antes de sentarse nos ha saludado. Se conocen de encuentros políticos, económicos o vete a saber. El palco del Barça es algo grande. Allí se cuece poco, pero se codea gente con mucha influencia y grandes negocios.
Hoy nadie me invita y tampoco invito. Mi viejo amigo no lo aceptaría. No está bien visto.
Y hablamos de nuestro pasado, de nuestras antiguas fiestas, las más grandes y calientes que puedan recordarse. Y me pregunta por los viejos amigos, por Biel y Anna, por la atractiva Mónica, por Amara, la mujer más salvaje, tórrida y abierta que hombre alguno haya podido conocer, por... pero no por José, que lo ve a menudo, aunque a él nunca le pregunte, la convención se lo impide.



Me llama Pili. Dice que últimamente escribo diferente, que me puede salir caro.
Mi amiga hermana lee mis escritos antes de ser editados, corregidos y censurados. Pili no entra en el blog, por tanto no sabe que edito solo lo publicable.
Me llama desde las Canarias, a partir de ahora solo nos comunicaremos por correo y muy espaciadamente. Pili a comenzado una nueva vuelta al mundo.
Estas Navidades las pasará en el Caribe. Se lo cuento a Amara y me dice que le gustaría pasarlas con ella en Cuba.
Veremos... todo depende de su salud y la solución que el médico dé a su nueva hernia.

8 comentarios:

  1. Es mucho más ameno e instructivo leerte a ti que el periódico :). Qué pases una semana estupenda Pau.
    Abrazo

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  2. Será por todo estoy por más que, la palabra politico, me da naúseas...

    Abrazos y salud, Pau

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  3. Supongo que una utopía, pero me gustan los políticos honestos, esos que trabajan día a día por el bienestar de los demás, sin ser ní de derechas, ní de izquierdas. Capaces de comprometerse con los demás ó ¿dÓNDE esTÁN?

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  4. Me cuesta meter a todos en el mismo saco.
    Hay políticos honestos en la misma medida que hay personas que sin ser políticas de profesión, también son honestas.
    ¿Eran honestos antes de ser políticos?
    No, no lo eran.

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  5. Gracias por tu comentario. ¡Qué razón tenía tu abuelo! Sabias palabras.
    En cuanto, a lo de dominar nuevos programas, todo es ponerse. Ánimo amigo.

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  6. Vaya, Pau, espero que mejore el asunto de la hernia y podáis pasar por Cuba. Qué envidia me dan tus escritos, siempre algún viaje, alguna travesía de por medio. Espero verte en Madrid la próxima vez que vengas. Un abrazo, JJ

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  7. Hombre, Pau, si vienes a los madriles me das un toque... ¡Ardo en deseos... ja!
    Un besito de la dama... Y que Cuba, como cualquier paraíso, siempre está al alcance de la mano. Sólo hay que estirarse un poquito...

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  8. Cuando hay una manzana podrida siempre pudre a las demás. Cuando hay muchas podridas... no te quiero ni contar.

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