miércoles, 8 de mayo de 2013

AHORA HARÁ UNOS TREINTA AÑOS

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                                      Ahora hará unos treinta años:

Jep está sentado a mi lado, también con las piernas en el agua, en la parte más baja de la piscina. Mónica dentro de ella, apoyada entre mis piernas y desnuda como nosotros. Hablamos del amor y de la amistad. Y les cuento algo que en su día olvidé en mi particular tintero, mi relación con Lourdes, hasta dónde llegó y lo poco que sé de ella, que es nada desde nuestra separación en Lima. Les explico parte de nuestra aventura en Perú y cuánto influyó en mi manera de ver la vida, el carácter de la joven francesa, su manera de cantar y de sonreír, cuando estábamos seguros que íbamos a ser ejecutados.
Acaricio la cabeza de Mónica, su nuca, sus hombros, me inclino y le beso la garganta, acaricio sus pequeños y duros pechos para poder disfrutar de su estremecimiento, mientras Jep nos observa tranquilo, casi ronroneando de ver tanta felicidad en las personas que más ama.
Es la primera vez que hacemos el amor así, frente a él y sin que ella se sienta cohibida, sin necesidad de hacer el sexo.
Amara y yo celebramos nuestro tercer aniversario, y qué mejor que hacerlo con las personas que más queremos. Ella se ha retirado debido a su dolor de cabeza, tan recurrente durante la primavera y el otoño, como extraño ahora al principio del verano. Y Mónica se vuelve hacia mí, y me besa el vientre, el pecho, me abraza y siento sus duros pezones en mi sexo.
Y por vez primera declaro mi amor hacia mi amiga hermana amante, frente a su compañero y mi buen amigo, tal como ella hizo, a su especial manera, tantos años atrás, al poco de conocernos y tras nuestra tórrida aventura en el Pirineo, con Joan y Carlota como testigos y sin esconder su sentimiento.
-Estoy enamorada de dos hombres que me corresponden. Mañana veré cómo se lo cuento a Jep, pero hoy soy la mujer más feliz del mundo.
Han pasado casi cuarenta años y aún recuerdo esas palabras, su mirada.

Y siento la presencia de Amara tras nuestro, cómo nos acaricia a Jep y a mí.
La medicación y unas horas de descanso, a oscuras y en silencio, han hecho su efecto.
Jep y Amara nunca han reconocido su amor, como si temieran hacer público lo que cualquiera ve en sus miradas, sus gestos y la manera con que se hablan; algo que, curiosamente, Mónica y yo no hacemos ni se nos nota, por ser más discretos o porque es natural en nosotros.
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No se trata de reinventar ningún sistema sino de deconstruir el actual con absoluto realismo y, aprovechando su estructura, construir uno de nuevo. No se trata de subvertir el orden de las cosas sino de ponerlas en su sitio.
No es lógico que una pequeña empresa necesite para sobrevivir márgenes más pequeños que una de grande, mientras nuestros gobernantes intenten favorecer a esas en detrimento de las pequeñas en aras a la competitividad. No es lógico que para conseguir beneficios o mantener el crecimiento de una gran empresa, se necesite producir a miles de kilómetros bajo el yugo de un sistema esclavista, con la excusa de la competitividad.

Es tan injusto el actual sistema impositivo progresivo, como que un trabajador base apenas pueda subsistir con el producto de su trabajo, y que para ello necesite la ayuda del mismo Estado que ha provocado su pobreza. Es inmoral que dicho Estado quiera mantener esa dependencia para subyugar a dicho trabajador, con la excusa de defender un sistema de bienestar social ficticio.
Es incomprensible para cualquier inteligencia, que un individuo no pueda cubrir con su trabajo el mínimo indispensable para subsistir.
El sistema impositivo por el trabajo y lo que lo promueve, debería ser suplido parcialmente por otro sobre el beneficio especulativo o de las rentas por el capital. Por otro lado habría que imponer un impuesto sobre el consumo parecido al actual IVA, pero más variable, que gravara en mayor medida y de manera progresiva los productos de más precio u ostentosos; de modo que, por ejemplo, un automóvil utilitario tuviera un gravamen la mitad inferior que uno familiar y la cuarta parte que uno lujoso. También debería imponerse un arancel social a los productos provenientes de países o empresas sin cobertura social, de manera que, por ejemplo, un automóvil fabricado en Italia y vendido en Noruega, fuera gravado con un valor proporcional a la diferencia de cobertura social entre los dos países. Y así progresivamente según un cálculo renovable cada año según el país y su entorno. En el caso de la UE esos fondos podrían ser recaudados y redistribuidos por el mismo BCE, para proveer el fondo de estabilización. Y en el caso del resto del mundo, debería crearse un banco de ámbito mundial que atendiera directamente los déficits sociales de cada país en la medida de su disponibilidad. Lo que conllevaría un aumento de riqueza, educación y trabajo en los distintos países subdesarrollados, aparte de promover que sus respectivos gobiernos hicieran el esfuerzo de crear su propio sistema de cobertura social, para, por un lado rebajar el arancel y por otro ser ellos quienes controlen el sistema.


2 comentarios:

  1. Bien claro lo dices: Es injusto, inmoral, incomprensible e impuesto por la fuerza, un sistema basado en extraer la mayor cantidad de recursos hacia un gobierno irresponsable de sus actos, por definición constitucional.. Y el pueblo, gaste o ahorre, jodido por decreto...

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