miércoles, 20 de agosto de 2014

EL MUNDO ES UN PAÑUELO

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Pese los años transcurridos, es curioso lo fácil que me resulta relacionarme con los paquistaníes.
Hace unos meses hice amistad con un frutero de Lahore, agnóstico como la mayoría. A los paquistaníes les encanta la fruta y tienen mil trucos para conservarla o tratarla. Todavía recuerdo sus albaricoques, frescos o secos, lo que aquí llamamos orejones; y sus ciruelas, también frescas o pasas. Nadie puede imaginar su sabor y su dulzura, es imposible. Recuerdo haberlos cogido directamente de los árboles en los valles abandonados de Cachemira. Mi amigo vende su producto a muy buen precio, más barato que en los puestos tradicionales del mercado, sin embargo, sus melocotones, sus melones, castellanos por cierto, y sus albaricoques y ciruelas, son mejores. Pese ser barato y que le compro poco, a mi me hace un descuento. Precio de amigo, me dice; aunque sé que es el que hace a los restaurantes y a sus paisanos. De hecho me trata como tal, sobre todo después de haberle explicado cómo era su barrio antes que él naciera.
Hace poco, justo a mi llegada de Asturias, no pudo atenderme por estar hablando con un amigo enfermo, al que ayudó a volver a su país. Se disculpó y después me contó que había estado hablando de mi con su padre. Es la segunda vez que me ocurre, la primera fue con el clásico paquistaní propietario de un kebab; entonces la casualidad fue inmensa, ya que su padre, al saber que su hijo venía a España, le contó que de joven había conocido a una pareja de jóvenes españoles también en Lahore. No pudo precisar la fecha, pero rondaba cuando Anna y yo estuvimos por allí, andando por las calles y plazas de la gran ciudad; y lo cierto es que ver a una pareja de jóvenes españoles en Lahore no era lo habitual. En el caso de mi nuevo amigo y por lo que me cuenta, lo más probable es que haya pasado por el tenderete de su abuelo, que vendía fruta en la plaza donde compramos dátiles y ciruelas pasas.
Cuando mi amigo me preguntó cuándo estuve en su ciudad, respondí riendo que él todavía no había nacido, que en junio de 1971, en plena guerra de Bangla Desh. Luego hablamos del Punjab, que es un gran país dividido entre la India y el Pakistán, habitado por gente con las mismas costumbres y habla; que si no fuera por la clase gobernante, sería hermana y sin frontera.

El mundo es un pañuelo.

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