-¿Qué hubierais hecho de no estar Artur por medio?
Lo dice por el dinero. Amara nunca ha sabido manejarlo ni moverse sin él. Y pienso que ya debería ser hora que aprendiera. Hemos pasado buenos y malos momentos, y siempre hemos conseguido salir airosos, ella trabajando los días de fiesta y yo vendiendo mis servicios como cobrador de imposibles.
Me levanto con la excusa de mi insomnio. Quiero que duerma para evitarle una mañana de dolor de cabeza. Pero me retiene, se esfuerza para combatir el sueño que le envuelve.
-Llegar y actuar no habría sido un problema. Nosotros habríamos puesto todo nuestro dinero, Joan aún más del que puso, Biel hubiese dejado la piel y Mónica se habría vendido hasta la moto.
Quizá no hubiese llegado a tiempo. O sí, me digo para mí mismo, después de pensar en las posibles alternativas y de saber que no temo a mi instinto.
Amara no es consciente que fue Tomás quien me facilitó la documentación, sin él nunca habría podido llegar en tan poco tiempo. Artur la tenía por otras razones y Biel por ir a menudo a verla. Era yo el eslabón débil y, sin embargo, nuestro viejo amigo la consiguió en pocas horas. Anna bien valía el riesgo y un compromiso.
Le acaricio la columna desde la rabadilla hasta la nuca. Me duele el brazo por el difícil gesto y porque mi hombro está dislocado. Ahora sí duerme profundamente. Y cierro los ojos para seguir hablando, esta vez a los duendes de la noche.
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Y recuerdo a Tomás, al despedirme en su vieja bodega. Sus ojos mirándome fijamente, su fuerte mano cerrada en la mía como si no quisiera soltarla. Cojea de la pierna izquierda, según él por una caída fortuita. Nunca le pregunté la edad. Le calculo más de setenta y padece los típicos achaques, aumentados por su enfermedad crónica. Tal vez haya sido caída, pero por su andar deduzco que la cojera será permanente. Al fin sonríe. No dice lo que piensa, sabe que no hace falta.
Lo leo en sus ojos y en sus labios, en sus casi imperceptibles gestos.
-Se precavido. Hasta tu familia debe ignorar que te has ido. Por terreno enemigo muévete sin nada que te identifique. No vaciles. Haz lo que haga falta y, a poder ser, tráela de vuelta a casa.
No, no hace falta que me cuente lo que tan bien sé. En cuanto a Anna, estoy seguro que no volverá. Todos lo sabemos.
Tomás sabe que no voy para negociar, ni para contratar un abogado; que esquivaré al primero que llegue para recibirme, porque probablemente sea el que las ha traicionado; que me presentaré a sus compañeras directamente, sin mediadores. Y sabe que no volveré sin haberla rescatado, y que lo intentaré cueste lo que cueste. Sé que lo sabe porque lo dice su mano, porque ha convertido su manera de retener y apretar la mía, en un mensaje de incierta despedida.
Los tiempos no han cambiado, somos nosotros quienes lo hemos hecho. Ya no somos los mismos, no puedo andar tantos kilómetros, ni subir las mismas montañas; el exceso de humedad me afecta, en invierno me cubro con una manta, no veo tan bien a lo lejos y he perdido reflejos, y a veces soy demasiado lento.
Hoy, igual que antes, no estoy seguro de volver, pero entonces confiaba en mis habilidades y ahora no puedo; sin embargo, sé que tengo muchas posibilidades de conseguirlo, porque nadie espera, ni siquiera el más desconfiado, que alguien venga de tan lejos para llevársela por las malas, cuando en teoría no se sabe dónde está.
*
-Si cada uno de nosotros hablara y actuara por lo que siente, todo sería distinto Popol. Nadie piensa igual y cada uno de nosotros tiene y defiende sus costumbres y su modo de vivir; y para estar en paz, con solo mostrar las nuestras con humildad y respetar las de los demás, habría suficiente. Tú mismo has conocido a integristas de muchos bandos, y después de hablar con ellos el combate se te ha hecho imposible, tanto por ti como por ellos. Es la manada lo que nos convierte en asesinos y fascistas.
Hay que involucrarse y participar, hablar claro y alto, para que todo el mundo pueda escuchar tus palabras y participar de tus ideas; y hay que defender hasta el último aliento a quien piensa de manera diferente.
Anna no acierta ni desacierta en lo que dice. Lleva, como todos, su parte de razón. En la vida hay que tomar partido y eso nos integra en una manada, aunque nos cueste reconocerlo. Debes enfrentarte a lo que consideras injusto, respetando por igual las ideas del débil y del preponderante; pero cuando este convierte su poder en abuso, has de posicionarte sin dudarlo. Vacilar podría significar tu derrota y la de los tuyos, la desaparición de una postura ante la vida, incluso de una cultura y, lo que es peor, de tu capacidad de transigencia.
No puedo razonar con alguien, que, antes de matar por no morir, sería capaz de hablar con su verdugo hasta su último segundo. Yo no soy así, y si lo fuera ahora no estaríamos corriendo por el borde de la jungla.
Y debe haber leído mi pensamiento.
-Ya sé que no es fácil Popol, que a veces nos lo hacen imposible, pero al menos quiero luchar e intentarlo.
Cada bache es dolor, lo sé porque a veces no puede esconder el gesto. No son sus rodillas sino todo su cuerpo. Esta noche le he visto los brazos amoratados, seguramente por las cuerdas que la habían sujetado, pero también algún moratón en la espalda y las piernas. Conociéndola supongo que debió defenderse.
Me acerco y la abrazo. Quiero que su cabeza descanse en mi hombro. Le acaricio las mejillas y su hombro libre de mi abrazo, le levanto la barbilla y la beso. Los jóvenes que nos acompañan hablan entre ellos y se ríen. La chica se vuelve y le dice algo que provoca una rápida respuesta e hilaridad en los tres.
-Se preguntan cómo puedo mantener la mente despejada con tanto hombre.
Me río. No le pregunto si tiene alguno por aquí. Lo más seguro es que no, porque en caso contrario ya lo habría conocido, además mi amiga no es de tenerlos sino de usarlos.
-¿Y qué has respondido?
-Que es lo que me hace tenerla así.
*
No hizo falta hacerle entender que había un traidor entre ellos, era consciente de eso y creo que antes de despedirme ya sabía quién había sido. A los compañeros que me acompañaron en su rescate, les pedí que tuvieran los ojos muy abiertos, que Anna intentaría hablar con él o ella para razonar su posición. Pero el individuo que ha matado o lo ha hecho posible, ya no tiene remedio, y, en caso de tenerlo, no es bueno comprobarlo. Estoy seguro que entendieron mi mensaje y obrarán en consecuencia.
Eran tres, dos hombres
jóvenes y una chica, valiente y decidida, porque hizo de cebo y se jugó mucho
más que la vida. Una mujer como ella, dispuesta a morir por defender la
libertad de los demás.No hizo falta hacerle entender que había un traidor entre ellos, era consciente de eso y creo que antes de despedirme ya sabía quién había sido. A los compañeros que me acompañaron en su rescate, les pedí que tuvieran los ojos muy abiertos, que Anna intentaría hablar con él o ella para razonar su posición. Pero el individuo que ha matado o lo ha hecho posible, ya no tiene remedio, y, en caso de tenerlo, no es bueno comprobarlo. Estoy seguro que entendieron mi mensaje y obrarán en consecuencia.
¿Sabes? Con su charla me descubrí ser todo lo que odio y por lo que siempre me he rebelado, lo que ella despreció. Somos manada, hemos parcelado el abrevadero y nos hemos apropiado de un rincón, donde todos los que creemos ser iguales, nos discutimos el espacio y el agua. Y vigilamos a los vecinos para que no vengan a beber en nuestro sitio, aunque el agua provenga de la misma lluvia; y si están más cómodos los miramos con envidia, unos sana y otros insana. En eso nos diferenciamos, en la envidia.
En el abrevadero me gusta mirar a los de otra parcela para buscar coincidencias; y lo que más me satisface, es cuando su mirada es igual a la mía. Por eso siento más empatía con algunos de ellos, por alejados que estén, por diferentes que sean, que con muchos de los que beben pegados a mí.
*
-Echaba en falta tu
manera de amar, tan sensible y sofisticada, tan femenina.
La miro y sonrío. Sabe lo que pienso, pero lo calla de la misma manera que yo. Es cierto, le he hecho el amor durante toda la noche, pero para mí sin sexo; o quizá sí y, dadas las circunstancias, ha sido abundante para ella. De todos modos no sé si es burla o sinceridad, en todo caso prefiero responder con una verdad.
-Será que tuve la mejor maestra y encima bisexual.
Y se ríe, me abraza y me besa.
Nuestros acompañantes, pasajeros como nosotros porque circulamos por tierra de Tailandia a bordo de otro 4x4, conducido por uno de los amigos de Artur, la miran con complicidad y simpatía. Y ella les explica en su idioma el por qué de su risa.
La miro y sonrío. Sabe lo que pienso, pero lo calla de la misma manera que yo. Es cierto, le he hecho el amor durante toda la noche, pero para mí sin sexo; o quizá sí y, dadas las circunstancias, ha sido abundante para ella. De todos modos no sé si es burla o sinceridad, en todo caso prefiero responder con una verdad.
-Será que tuve la mejor maestra y encima bisexual.
Y se ríe, me abraza y me besa.
Nuestros acompañantes, pasajeros como nosotros porque circulamos por tierra de Tailandia a bordo de otro 4x4, conducido por uno de los amigos de Artur, la miran con complicidad y simpatía. Y ella les explica en su idioma el por qué de su risa.
Le he hecho el amor
del mismo modo que ella lo hacía a mí y a Amara, tal como nos enseñó a los dos,
a mí muchos años atrás y a ella a la vuelta de nuestra luna de miel. Y me ha
llenado de gozo saber hasta qué punto le ha gustado y recordado nuestra
relación.
-¿Te das cuenta? Me amas igual que antes, sin condiciones ni esperar recompensa. Somos singulares hasta en eso y esta vez no puedes achacármelo. Tu amor hacia mí no espera nada a cambio, ni siquiera reconocimiento. Es tan limpio como el de un enamorado. Nunca serás adulto Popol.
-¿Te das cuenta? Me amas igual que antes, sin condiciones ni esperar recompensa. Somos singulares hasta en eso y esta vez no puedes achacármelo. Tu amor hacia mí no espera nada a cambio, ni siquiera reconocimiento. Es tan limpio como el de un enamorado. Nunca serás adulto Popol.
Y se ríe abiertamente,
con la alegría de siempre. Y sin querer buscarlos veo, una vez más, marcarse los
preciosos hoyuelos en sus mejillas. Ha sido un instante, fugaz, pero tan
intenso que por un momento he sentido ganas de llorar de alegría.
Y pienso en la escuela
de Cachemira, cómo se lanzó sobre mí para cubrir mi cuerpo de la posible
metralla; y en la pequeña oquedad en la roca, temblando enfebrecida, cuando, con
solo la mirada, me pidió que la abandonara a su suerte; y en Pamplona, cuando
puso su vida como prenda en defensa de la mía. Y recuerdo cuando se presentó en
mi casa, tras haber desaparecido más de un año, para recuperar mi hombría y rescatarme
de las drogas y de la autodestrucción.
La miro fijamente a
los ojos con una burlona sonrisa. Quiero que sepa lo que pienso sin necesidad
de unas palabras que entre nosotros sobran. Y vuelve a besarme de
aquel modo que tanto me enloquece, que probablemente no sentiré de sus labios
nunca más.
*
Subí al 4x4 y miré
hacia atrás, para verla de pie en medio del camino y con la mano ligeramente
levantada. Mi compañero debió percibir mi estado de ánimo, porque dijo algo en
inglés que no entendí y durante un
instante me tomó del brazo, lo justo para demostrarme solidaridad o quizá
consuelo.
En poco llegaremos al aeropuerto y podré pensar tranquilo, en mi soledad. Y en unas horas aterrizaré en Bangkok, que seguirá siendo desconocida para mí, tal como el resto del país. Es la primera vez que viajo sin ver, ni recrearme en la gente y sus costumbres, pero tal vez sea de las que me he sentido más pleno de orgullo.
En el aeropuerto me
espera Artur, con su eterna y deshilachada mochila de lona. Y si todo va bien cogeremos
el primer vuelo de Air France y en quince horas estaremos en casaEn poco llegaremos al aeropuerto y podré pensar tranquilo, en mi soledad. Y en unas horas aterrizaré en Bangkok, que seguirá siendo desconocida para mí, tal como el resto del país. Es la primera vez que viajo sin ver, ni recrearme en la gente y sus costumbres, pero tal vez sea de las que me he sentido más pleno de orgullo.
No ha sido fácil, nada fácil.
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Una historia de hace más de dos años a la que le faltan muchos capítulos, para los que tardaré otros tres o tal vez nunca escriba.
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Hoy me quedo reflexionando sobre la frase de la cabecera. ¿Vivir en una sociedad libre o vivir libre en una sociedad?...Una disyuntiva sobre la que me pregunto a mi mismo...
ResponderEliminarEn el caso de Manning no existe dicha disyuntiva, ha sacrificado un modelo de libertad personal por una sociedad más libre. Mi amiga Anna también lo ha hecho, en su caso sacrificando incluso parte de su esperanza de vida.
ResponderEliminarEl sentimiento de libertad es algo muy relativo. Manning, igual que Anna, se siente libre por hacer lo que hace; de otro modo padecería horrores. Manning, estando preso sufrió tortura psicológica y malos tratos físicos, y eso según él lo concienció más, de modo que abandonó la idea de pedir perdón, eso si en algún momento la tuvo, que según dicen es que sí. Y eso solo puede conseguirse tras un gran ejercicio de libertad individual.
Sobre Manning, no tengo duda alguna, es una gran persona y un valiente sin duda; no me atrevería en ningún caso a prejuzgar su actuación... ni la de nadie...la cuestión irresuelta para mi, es más general, desde la propia apreciación de la inutilidad del estado y del declive de esta sociedad de lobos y corderos...pero yo soy más bien un oso liberal que se preocupa por su gente...
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