Ayer llamé a una vieja amiga. Me había encontrado por el
Facebook, el maravilloso e inigualable Facebook.
-¿Y Mónica, vendrá? -Preguntó.
Habíamos quedado para vernos la próxima semana.
Unos momentos antes había estado viendo la película, “El desafío de las águilas”.
Mónica, silenciosa, heroica, sólida; y femenina, sobria, fiel, independiente... tanto hay en ella, tanto, que no tengo palabras. Cierto, nunca tengo las suficientes para describirla.
Sentada a un lado, en su rincón, -quizá no fueran tantas las veces, pero tan intensas que es así como la recuerdo- en silencio, con las manos en el regazo y mirándonos fijamente.
-¿Y Mónica, vendrá? -Preguntó.
Habíamos quedado para vernos la próxima semana.
Unos momentos antes había estado viendo la película, “El desafío de las águilas”.
Mónica, silenciosa, heroica, sólida; y femenina, sobria, fiel, independiente... tanto hay en ella, tanto, que no tengo palabras. Cierto, nunca tengo las suficientes para describirla.
Sentada a un lado, en su rincón, -quizá no fueran tantas las veces, pero tan intensas que es así como la recuerdo- en silencio, con las manos en el regazo y mirándonos fijamente.
Acciones casi imposibles excepto para ella, arriesgadas, casi suicidas para
cualquiera. Recuerdo mirarla a los ojos y ver su asentimiento de cabeza, suave
como ella, casi tierno, incluso sensual. No recuerdo que saliera una palabra de
su boca, solo el gesto afirmativo de su cabeza, a veces tan imperceptible que solo
yo lo veía.
Mónica... silenciosa, grave, inmutable en todo, excepto en el amor y en el sexo.
Mónica... tan brutal como tierna, tan... no, no hay palabras que puedan describirla.
Mónica... silenciosa, grave, inmutable en todo, excepto en el amor y en el sexo.
Mónica... tan brutal como tierna, tan... no, no hay palabras que puedan describirla.
Y se levantaba y marchaba sin que nadie recordara un
adiós, aunque tampoco pudiera sentirse despreciado. Y sí, se despedía, pero de
manera tan tenue como su cuerpo al moverse, tanto que ni el aire movía,
tanto que no parecía abrir la puerta.
Y después sangre, fuego y horror en las calles, en las casas, en el seno de las familias.
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La miro a los ojos, su frondoso y magnífico cabello, su precioso y grácil perfil, su sensual boca... Me enseña sus dibujos, la portada de mi libro, bello como ella; bello, incluso, como la sangre, el fuego y el horror; incluso como la herida de bala que aún acaricio cuando se deja, cuando nos abandonamos.
Y después sangre, fuego y horror en las calles, en las casas, en el seno de las familias.
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La miro a los ojos, su frondoso y magnífico cabello, su precioso y grácil perfil, su sensual boca... Me enseña sus dibujos, la portada de mi libro, bello como ella; bello, incluso, como la sangre, el fuego y el horror; incluso como la herida de bala que aún acaricio cuando se deja, cuando nos abandonamos.
Por qué, me pregunto, veo y recuerdo belleza en tanto
fuego, sangre y horror. Quizá porque siento su fuerza y su poder.
La rubia del desafío de las águilas me recuerda a Mónica,
aun siendo tan distinta. Tal vez sea la serenidad que desprende al provocar
sangre, fuego y horror.
.
This article helps me a lot. Nice work!
ResponderEliminarFrancamente, no veo cómo puede ayudar una historia como esta
ResponderEliminarSi ella lo lee, debe de sentirse una diosa, así la presiento a través de tus letras, Pau.
ResponderEliminarY el libro, se puede adquirir ya?
Beso
No me contestas Pau?
ResponderEliminarSoy tonto. Lo iba a publicar cuando descubrí que faltaba la portada. Ahora ya la tengo y mi hija debe estar a punto de publicarla.
ResponderEliminarMañana marcho al Pirineo y luego a Asturias. Espero que entre el uno y el otro ya lo esté.
Un abrazo.
Ya me dirás, disfruta tus días de asueto.
ResponderEliminarBesos
You are a true master of the quill! This reading was the so absorbing!Write more and thank you!
ResponderEliminarI found this information very useful. Keep it up. I am gonna see all your next posts
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