lunes, 26 de noviembre de 2018

De arrepentimiento

____________________________


Hay días que me levanto arrepentido de haber publicado ciertas historias, demasiado dolosas para muchos viejos amigos; por cierto, ninguno de los que defino como amigos-hermanos han mostrado reparo. Amigos-hermanos, aunque a estas alturas ya podría decir amigos-amantes-hermanos, y no es por necesidad de salir de un armario en el que nunca entré, básicamente porque soy heterosexual. Pero, seamos sinceros, son lo que son, amantes por encima de todo sin que sobre una coma.

Hace años una joven amiga me preguntó si me había acostado con algún hombre. Yo, que la conocía más de lo que ella imaginaba, respondí con otra pregunta.
Si tu amiga, a la que amas profundamente, un día te confiesa que está loca por ti, que necesita sentir el contacto de tu cuerpo y disfrutar de tu sexo, ¿cómo responderías?
Obviamente no respondió, ni falta que hacía, y tampoco volvió a preguntar porque tampoco tuvo necesidad.

¿A qué viene esto?
Pues que todos necesitamos guardar un mínimo de intimidad, aunque no pase de pensamiento o idea.
Y es que podemos contar lo que nos place, sea sueño o realidad. Lo podemos contar todo, excepto cuando puede ser doloso para los demás y queremos mantener la dignidad.
La desnudez es buena mientras no requiera la de otros, que no tienen ningún interés en mostrar sus vergüenzas.

En fin, que como pueden imaginar, de un tiempo a esta parte me estoy arrepintiendo de haber publicado una novela y escrito la segunda, que seguramente jamás publicaré. En eso difiero por completo de Mónica, que consiguió que le escribiera la suya para terminar guardándola en un cajón.

Si escribes, como mínimo ten el valor de publicar. No lo hagas solo para ti, porque los demás merecen utilizar tu historia, aunque solo sea para no caer en tus errores. Sin embargo, conociendo a mi amiga-
hermana-amante, quizá el valor sea tener en la mano una historia increíble y no publicarla.
____________________________
 

Últimamente me gusta colgar fotografías familiares antiguas, en este caso la de mi madre, mi abuela y mi bisabuela. Debo confesar que mi nieta guarda un gran parecido con mi madre, que heredó las facciones de su padre, fallecido cuando ella tenía solo once años.

.

No hay comentarios:

Publicar un comentario