lunes, 30 de noviembre de 2009

LA BÁSCULA

_____________________________


El que me lee sabe lo enemigo que soy de las citas. Este no es el caso, ya que solo transcribo del pensamiento de un hombre cabal.

"Pienso que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que ejercitos enteros listos para el combate. Si el pueblo americano permite un día que los bancos privados controlen su moneda, esos y todas las instituciones que florecerán en su entorno, privarán a la gente de toda posesión, primero por medio de la inflación, seguida por la recesión, hasta el día en que sus hijos se despertarán sin casa y sin techo, sobre la tierra que sus padres conquistaron."
(Thomas Jefferson).

Al pueblo norteamericano le faltó tiempo para despreciar la recomendación de uno de sus padres, por cierto, el más inteligente.




Me encanta hablar con el paquistaní del restaurante, un tipo simpático e interesante, adaptado a la sociedad catalana, pero manteniendo intactas sus costumbres y cultura.
Me fascina la facilidad que tienen los paquistaníes en adaptarse a nuestro pequeño país, aunque, según él, nosotros hacemos lo mismo allí.
Hace un par de semanas, estando ingresada Amara, me contaba que su padre, de joven conoció una pareja de catalanes en Lahore, su ciudad. No le pregunté la fecha. Sería el colmo de la casualidad que aquella pareja fuéramos Anna y yo.
El pasado sábado, ya con mi compañera, hablamos de Lahore y del Punyab. Era la segunda vez; la primera lo hicimos de Rawalpindi. Entonces, sorprendido, ya me preguntó si lo conocía. Esta vez, al evocar sus típicas casas de dos plantas, los pequeños jardines, su gran extensión... Amara, ante su incredulidad, le explicó que yo era muy culto.
Me reía en mi interior. Aún osé preguntarle si a él también le gustaba llamar Pindi a Rawalpindi. Casi nadie lo hace, solo sus habitantes y no todos. No le hablé del olor de Lahore, de la belleza y amabilidad de su gente; todo lo contrario que la de Pindi. La primera sorprendida sería mi compañera.
Es curioso que nunca le haya contado esta historia, tampoco la de Perú. Amara sabe muy poco de mí antes de conocerme. Ni siquiera conoce los lugares donde viví, las comunas; solo lo que nuestros amigos, José, Joan... cuentan. Anna tampoco habla de aquella historia. Es como si nunca hubiera existido.
De Perú nadie sabe nada. Lourdes siempre fue una desconocida para ellos. Saben que existió, pero más por su hermana Inma, la actriz de teatro y cine, que por mí. Ni siquiera Mónica conoce toda la historia. Sólo Pili, mi amiga hermana, la conoce en su totalidad. Vivimos juntos demasiados años.



Fui a cenar a la Báscula con mi hija y su nuevo compañero, después dejé que me invitaran a unas caipirinhas en el Berimbau, mi pub preferido. Y ella me comentó, divertida y achispada, que quería escribir mis memorias. Me reí... No me gustan las memorias y de escribirlas lo haría yo mismo. Prefiero que a mi muerte, que espero sea muy tarde, descubra mis papeles, mis escritos y, si se atreve, escriba una historia.
María me conoce e intuye lo que no sabe, aunque igualmente se sorprendería.
Hablamos de la fiesta en la que participó en casa de Albert. Todavía la recuerda. Dice que nunca la olvidará.
Rock étnico tocado en vivo por sus mismos compositores, baile sin complejos, sexo sin prejuicios... una fiesta abierta en la que cada uno hacía lo que le venía en gana sin sentirse condicionado.
Y le cuento la que Mónica y yo participamos en Ibiza.
- ¿ Mónica?-
No comprendo su sorpresa. Siempre pensé que sabía lo nuestro o, por lo menos, que habíamos sido más que amigos-hermanos.
Y me río al ver su asombro.
¿Por qué descubrirle más de lo que sabe o imagina? Dejemos que siga pensando que lo nuestro fue pasajero y solo anterior a Amara.



Mónica ha conseguido localizar a Anna, aún no me ha dicho cómo.
Biel está en París. Es lo que creemos, aunque quizá esté en cualquier lugar de Francia haciendo algo que no nos interesa saber o preferimos desconocer.
Anna está en algún lugar de la frontera tailandesa con Birmania, parece que junto un numeroso grupo de activistas birmanas. Conociéndola sé que la frontera ha dejado de ser un impedimento para ella, también que a estas alturas y por la facilidad que tiene con los idiomas, debe pasar por tailandesa con la documentación adecuada.
Mónica está contenta. Ya sabe dónde está su amiga. Contenta y tranquila, todo lo contrario que cualquiera, incluso si mañana descubriera que ha dejado la piel.
Anna es así, siempre lo ha sido, tanto en Barcelona como en medio de la Pampa.
Mi amiga-hermana-amante está donde se siente hombre y la envidio, de verdad que la envidio.
Yo soy distinto, demasiado extremo, violento y frío; inconformista con lo establecido y sus leyes. ¿Por qué hay que seguir unas normas diseñadas para maniatar al débil y confundir al justo?
Me cuenta Mónica que la oposición al gobierno birmano ya no es bien vista entre sus vecinos, que algunos grupos, entre ellos el de Anna, han sido expulsados de la frontera. La visita de Obama y la nueva política norteamericana así lo demanda. Los chinos son demasiado fuertes y amparan la dictadura, tienen demasiados dólares y no conviene disgustarles.



Hoy intentaba rememorar el olor de los lugares donde he estado, tan distintos como peculiares según quién lo cuente. Me cuesta recordarlos, quizá porque en poco tiempo me acostumbré a ellos. Aún así, en algunos casos es inevitable. El de la aldea Pito en medio de la selva amazónica, el humo de sus hogueras; el de las chabolas de los indios en Maldonado, de excrementos y enfermedad. Olores que intento recordar y que en aquel momento me impresionaron profundamente, tanto que si hoy tropezara con uno de ellos, lo reconocería al instante.
Y este tema es recurrente de mi paseo en bicicleta, del que hablé hace poco; de la casa comuna que facilitó el contacto, con parte del cuadro médico del antiguo Hospital Clínico.
Recuerdo el intenso y desagradable olor de aquella casa, mezcla de acre y agrio, en comparación a la nuestra de Horta, tan limpia y ventilada por el trabajo de nuestras dos compañeras y madres solteras, la de Fez y la malagueña. El resto éramos limpios, pero más por seguidismo y vergüenza que por convicción; aunque pronto nos acostumbramos al gusto del orden y el olor de la limpieza.
Curiosamente no recuerdo olor alguno en Cachemira, tal vez por la enorme altura de sus montañas, por el sol que lo quemaba todo, incluso nuestra piel si nos descuidábamos, por el aire que secaba los excrementos en pocas horas...
Los pastores mantenían sus cabañas, en las que Anna y yo dormimos tantas noches, limpias de cualquier desperdicio o estiércol, con un orden y delicadeza casi obsesivos; al contrario que en el altiplano peruano, casi tan alto, seco y frío como el Karakorum. De ellos aprendí a utilizar el excremento de los animales para taponar la separación entre las piedras de la cabaña donde viví con Lourdes, en el Cap de Creus, y así evitar la filtración del agua de lluvia.



Dicen que vivimos en un país libre, en el que la libertad de expresión y de opinión es su bandera. Sin embargo, está prohibido el seguimiento de Almanar, una cadena oficial libanesa, con la excusa, ladina y cobarde de ser la voz de terroristas. No prohíbe la israelí, provocadora y alentadora de asesinatos y robos.
Leo que los suizos han prohibido, por referendo, la construcción de minaretes; y no lo encuentro mal si no fuera porque han utilizado, como una de las excusas, la discriminación femenina. Estoy seguro que rectificarán con urgencia mediante otra consulta, cuando los jeques árabes, tan hipócritas como ellos, comiencen a retirar los fondos del país.

___________________________________________________

sábado, 21 de noviembre de 2009

A VECES MATAR NO ES UN CRIMEN

_________________________________________


"La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo". (Blade Runner)



¿Interesa a un trabajador el narcotráfico, la corrupción?
No.
¿A un industrial?
Tampoco.
¿Le conviene a un ejecutivo de empresa, a un profesional liberal: médico, arquitecto, ingeniero?
Es evidente que no.
Entonces, si la gran mayoría, no solo la occidental, no desea ni le conviene nada de todo eso, ¿por qué existen los paraísos fiscales?
Porque los gobiernos y la banca se niegan a desmantelarlos. No les interesa ni les conviene. En la última reunión del G20 lo dejaron muy claro, sobre todo Obama y Gordon Brown.
¿Para qué sirven?
Para esconder y manipular el dinero de la mafia, de la corrupción, del narcotráfico.

El típico procedimiento de investigación policial nunca falla: si encuentras a quién beneficia descubrirás el culpable del delito. En este caso es mucho más claro: dime quién lo defiende, alienta y monta y señalaré el delincuente.
Si nos acercamos a las islas Caimán, las Marshall, Jersey, Gibraltar, etc. descubriremos a toda la banca, desde el pequeño banco de Sabadell hasta el banco central ruso; desde el Santander hasta Caja Madrid. Allí están con licencias pagadas a los respectivos gobiernos locales, en despachos muchas veces situados en una vulgar vivienda. No se necesita más. El dinero es virtual, no se toca ni se ve, pero está. Es de los estafados de medio mundo, del erario público de cientos de países y está a nombre de distinguidos próceres, alcaldes, expresidentes, banqueros, financieros, narcotraficantes y mafiosos, dictadores africanos, traficantes de piedras preciosas, de oro...

El sistema es sencillo y nace desde las matrices bancarias. La legislación está perfectamente diseñada de manera que se pueda perder el rastro y la identidad de los beneficiarios; y el sistema bancario, aprobado por los distintos bancos nacionales, facilita su opacidad. Para ello es necesario crear en pequeños lugares: islas, principados... centros financieros extraterritoriales, que, aun siendo de soberanía de los grandes estados, mantienen una independencia controlada y están exentos de impuestos y de las leyes que rigen en las distintas metrópolis.
Con cien mil dólares se puede montar un casino virtual en cualquier islita de soberanía británica o norteamericana, el mejor y más seguro blanqueador de capitales; y con mucho menos una oficina bancaria.




El hombre es de naturaleza destructiva y, hasta que no se transforme, su historia y su vida estarán rodeadas de dolor: el que produce a su prójimo y el recibido por éste.
En apariencia solo una minoría es la destructiva: la que gobierna. Pero no, no nos engañemos. Debemos ser sinceros y aceptar nuestra naturaleza, solo entonces podremos combatirla.
La destrucción, la maldad, el terror producido a los demás; siempre buscando un ilegítimo interés, generalmente como excusa para esconder la verdad; por placer, morbosidad, sentirse superior sabiendo que no se es. Incluso el pacífico, el bondadoso cae en la tentación de la conmiseración hacia el débil; merecedor de su limosna o tiempo. Una refinada forma de destruir, atemorizar, hacer que el prójimo se sienta inferior y deba agradecimiento al presunto superior.

El hombre puede haber sido perseguido, sufrido el peor horror como el pueblo judío; y convertirse en el espejo de su verdugo al encontrar otra sociedad más débil. Y perseguirla, asesinarla, acorralarla con insana satisfacción por considerarla cultural y racialmente inferior.
Hoy, de todos los judíos, solo una inapreciable minoría se considera igual a los demás; el resto se siente superior, sobre todo en comparación a sus vecinos. Una mayoría considera a los palestinos no merecedores de vivir y una minoría se siente condescendiente con ellos. Lo único que impide su eliminación es la propia debilidad y la presión del extranjero. Tanto unos como otros son racistas y xenófobos, igual que sus antiguos verdugos, los nazis.




Leo una de las más bellas historias, la caída del muro de Berlín; la revuelta del pueblo alemán...
Realmente allí se conquistó la democracia gracias al pueblo, su mayoría. Aquí, si fuera por ella, aún viviríamos en un estado autoritario, medio africano y rodeado de democracias.
La gente, cuando me lee o escucha, se irrita y no debería. Y es que olvida con facilidad, sobre todo cuando se descubren sus vergüenzas y cobardías, que aquí solo lucharon unos cuantos, aunque con mucho empeño y en pocos lugares.
Es bueno, también, recordar que esa cosa que tenemos, que algunos llaman democracia aun siendo una vulgar partitocracia, se conquistó pese la encarnizada resistencia de algunos, que hoy navegan con la bandera constitucional como si solo fuera suya. Encarnizada y sangrienta la de Fraga y sus compinches, la de sus seguidores, algunos de ellos antiguos chacales y resistentes.

Vale la pena leer la carta que Pilar Nebrera envió a Rajoy.
Esta buena mujer, con la que me unen pocos lazos ideológicos, pretendió cambiar el sistema político desde los mismos partidos empezando por el suyo, el más inmovilista. Aunque debemos reconocer que habló con todos excepto IU o IC, que viene a ser lo mismo. La buena mujer habló, incluso, con ERC. El resultado ya lo conocemos, aún se ríen de ella.
La muy inocente quería terminar con la disciplina de voto, con el borreguismo intelectual de nuestros simpáticos dirigentes y con las dinastías políticas.
Me pregunto si alguien, algunos de esos dirigentes; sobre todo los del PP, se consideran más inteligentes que Nebrera. Es evidente que Alicia Sánchez Camacho no.
A mí, Montserrat Nebrera me cae bien, y no solo porque en una de sus mejores fotos lleve una camisa fabricada por mí.



Hace unos días ofrecieron por el canal 33, uno de los mejores de Europa y tan denostado por la caverna del resto de España, -no sé de qué se quejan si no lo ven ni lo pagan- un documental sobre la transición. Me gustó por el trabajo realizado y porque si lo unimos al emitido anteriormente saldría gran parte de la verdad. No pasa un año que realicen uno nuevo, cada vez más próximo, más certero.
No sé lo que esperan. Quizá que algunos pierdan la timidez y otros la rabia, quizá que muera su último creador, que todos conocen y no se atreven a nombrar.




No debemos perder la perspectiva. Dentro de mil años las palabras franquismo, partitocracia, ultraliberalismo... apenas tendrán importancia, en cambio amistad, traición o asesino seguirán teniendo el mismo significado.




He visto más horror del soportable, aun así no he vivido el peor: la guerra tal como la cuentan o es. La he visto, rozado... pero no la he sentido en mi piel; y eso es algo que, aun pareciendo una locura, he echado en falta, porque el que ha estado tan cerca de ella, de su injusticia y su crueldad, siente la necesidad de inmiscuirse.
En las guerras, mal que pese a literatos, filósofos y mentecatos, hay buenos y malos. Los primeros son la víctimas, los desposeídos y atacados; los segundos son los agresores.



Siempre intuimos para quien trabajábamos, y si lo aceptamos es porque consideramos que era lo mejor. Creer que la libertad o la democracia llegaría exclusivamente a través de la revuelta era, no solo era impensable sino estúpido.
La ciudadanía no estaba por la labor, no sentía la necesidad o, en todo caso, no creía que mereciese la pena luchar por ella. Y gran parte del país apostaba por la dictadura paternalista y permisiva.



A veces matar no es un crimen y otras no hacerlo podría serlo.


Ayer leía del Impresentable, una imaginaria historia cargada de sofisticada morbosidad, tan divertida y excitante como imaginaria. Y al terminarla recordé una historia parecida, real y mucho más morbosa y brutal. Y aun siéndolo, Amara me comenta que no fue la mejor ni la más salvaje.




Estos días de hospital y dolor han servido para demostrar dónde llega el límite del amor y la amistad.
Mónica ha venido cada día y no de visita sino para estar con su amiga, a oscuras o hablando con ella. José la venía a buscar y pasaba un par de horas para hacerle compañía. Joan ha movido cielo y tierra buscando los mejores médicos y Vicki a todas sus amistades, comprometiéndolas hasta el límite.
Cada noche Vicki me llamaba, la primera llorando desconsoladamente, su amiga-hermana-amante estaba gravemente enferma y no podía remediarlo. Vicki no es Mónica. Parece más fuerte y dura, y es todo lo contrario. Es difícil encontrar una persona con la templanza y seguridad de mi amiga.
Una noche la pasé con ella. Supongo que Amara se lo pidió, aunque no hubiera hecho falta. Mi compañera siente la necesidad de verme bien, feliz, y sabe que para ello nada mejor que la compañía de mi amiga-hermana-amante.
Hablamos de mil cosas, nos amamos y, divertida, leyó parte de este escrito.




A menudo, cuando rememoro mis historias, me doy cuenta hasta qué punto son impublicables de tan fantásticas y, en apariencia, imposibles. Y al escribirlas me contengo, quiero que sean verosímiles y las recorto.
Y todo esto viene porque ayer, de noche, pasé con la bicicleta frente una antigua casa-comuna y recordé quienes vivían y lo que se coció en ella. Cómo conseguí, sin mediar nadie más, la complicidad absoluta de innumerables médicos y enfermeras del Clínico. La información que recibimos, su ayuda en momentos difíciles, nos facilitaron y abrieron muchos caminos.


______________________________________________

miércoles, 11 de noviembre de 2009

EL ESPAÑOLITO MEDIO

El humano tiende a gastar más de lo que produce, a vivir del producto ajeno y del ahorrado durante millones de años por la naturaleza.
Hay la teoría, que las sociedades cooperativistas marxistas no funcionan o menguan con el paso del tiempo. Lo cierto es que existen sesudos estudios, entre ellos el de Elinor Ostrom, actual Nóbel de economía, que demuestran, gracias a la fotografía con satélite, que las sociedades excesivamente reguladas y asociativas tienen la tendencia de menguar.
Generalizar o utilizar la experiencia es un buen procedimiento para diagnosticar, pero no sirve de nada sin un exhaustivo análisis. Los médicos descubren más enfermedades y su procedencia por la estadística, que por su ciencia; ahora bien, sin el posterior estudio científico nunca darían con sus remedios.
La misma Nóbel demuestra, gracias al mismo sistema, que otra sociedad cooperativista prospera sin cesar. La diferencia con las anteriores reside en que aquellas son reguladas por el Estado y ésta por los mismos cooperantes. El marxismo, como sistema económico, nada tiene que ver con el fracaso o el éxito de ambas.
La política de contención al bloque del Este y que aceleró su caída, consistió en el pacto social. Lo contrario hubiese sido la ruina, que no el éxito del contrario, que ya estaba tocado de muerte por sí mismo, por su corrupción y su dogmatismo.
Los ciudadanos del Este de Europa no podían concebir, que sus teóricamente oponentes capitalistas prosperaran y los superaran con creces en derechos sociales y libertades. El sistema social fallaba en sus mismas bases: la económica y la del reparto del trabajo.
Si por fuerza vas a ganar lo mismo que el vecino, te esfuerces o no, seas más profesional o no, terminarás trabajando el mínimo imprescindible, lo que consideras justo para no sentirte ladrón; algo que termina siendo menos de lo necesario.



El humanito medio, si se siente injustamente explotado y manipulado, se convierte en vago, ladrón y cobarde.
El españolito medio, para no perder la costumbre, es, de los europeos, el más vago, ladrón y cobarde. El españolito medio solo puede compararse con el italiano, que si no fuera por su raza y geografía, se parecería más a un africano que a un europeo.
-En Nueva York se ha hecho un estudio sobre qué diplomáticos de la ONU, que pueden aparcar donde quieran, abusan de su condición. Evidentemente son los africanos junto a españoles e italianos, que les da lo mismo estar de trabajo, de fiesta o de copas por la noche. Ellos aparcan donde les place sin respetar ninguna convención-.
Somos, pues, bastante parecidos a los italianos, salvo que esos nos llevan ventaja temporal y experimental. Vamos... que cuando nosotros vamos, ellos suelen estar de vuelta.
El problema es más estructural que temperamental, porque el españolito medio, en contra del italianito, en cuanto emigra pierde, con asombrosa facilidad, sus vicios, por lo que esos parecen más superficiales que innatos, adquiridos a fuerza de circunstancias externas o demasiado recientes para haberse enquistado. El españolito medio, por tanto, es trabajador, honesto y valiente en su interior; pero la inercia lo reconvierte. Sólo cuando se encuentra lejos y se siente independiente y liberado, cuando el entorno es distinto, sobresale su temperamento primigenio.


Los gobernantes que ha tenido España han salido de lo más pícaro del españolito medio, no de lo más inteligente, capaz o trabajador. Si alguno de ellos ha intentado redirigir o doblegar el sentido de la marcha, ha sido prontamente relegado o la misma inercia del sistema lo ha reconducido.
Los gobiernos deberían premiar el esfuerzo, el trabajo y la industria, y penalizar la especulación y el pelotazo; deberían legislar adecuadamente para dejar claro lo que es robar, delinquir, apropiarse del producto del trabajo ajeno.
Nos debemos preguntar qué es delinquir.
¿Lo es escuchar la radio mientras se trabaja en una peluquería, como mi buen amigo y vecino de Hospitalet de Llobregat; o lo es pretender cobrar por ello?
¿Lo es dejar de pagar una vivienda por quedarse parado, previamente tasada por el banco; o que éste la embargue por una cantidad inferior a su tasación?
¿Lo es fumar marihuana en una fiesta; o que el banco blanquee el dinero producido por su comercio, a través de una multinacional de la moda?
¿Lo es talar un árbol muerto en un bosque; o que una conocida multinacional del mueble venda barato y se enriquezca, a costa de haber despoblado media Rusia?
Es evidente que la legislación y, por tanto, el poder que la emana, defiende al delincuente, siempre y cuando este tenga cara de banquero o sea amigo del poder; y perjudica al ciudadano corriente, el que trabaja a cambio de poco. Y mientras eso siga así, el españolito medio, el humanito corriente y moliente, tenderá a producir menos de lo que gasta, regocijándose con una cerveza en la mano; a buscar la baja laboral y, de conseguirla, chulear de ello con los amigotes del bar. Tenderá a no arriesgar nada suyo por la defensa de su identidad, por el sistema que la rige.



Hoy vemos lloriquear a los convergentes. Sus exconsellers han sido expuestos esposados y con sus pertenencias en una bolsa de plástico. Insinúan que creen en su inocencia, que tan solo eran comisionistas legales entre un alcalde corrupto y un constructor sinvergüenza.
Los convergentes consideran legal ganarse la vida así: traficando con relaciones y mercadeando terrenos, concesiones y recalificaciones a cambio de sustanciosas comisiones. Es parte de su idiosincrasia, de su manera de ser y pensar; lo encuentran natural, lógico y no sienten vergüenza en confesarlo.
Es legal, dicen. La ley los ampara.
A ti, colgado de mierda, propietario del bareto de la esquina; a ti, machaca plebeyo, peluquero de señoras... no te toca. Tú no tienes derecho a ser como los nuestros.
Los convergentes lloriquean. No lo hicieron cuando Mario Conde pasó por lo mismo, se saltó las normas del buen estafador y osó competir con los grandes del sector. Se lo merecía igual que el terrorista, el violador, la presunta asesina de la chavala sevillana que luego resultó inocente... Esos son puro plebeyos, la ley debe ser distinta con ellos.



Montilla pide perdón y el PSC se pone las pilas. No le queda más remedio. Sabe que la corrupción afecta directamente al electorado de su partido, no al de la derecha, que vive tranquilo en ella por ser parte de su sistema; tampoco al del nacionalismo, que se mueve como pez en el agua -Durán dice que la corrupción no es tanto problema, que siempre ha existido y no es necesario cambiar la legislación-
La desfachatez de los convergentes llega al extremo de proclamar que no es lo mismo un alcalde y un concejal que dos exconsellers. Lo que no dicen es que ellos apenas disponen de grandes alcaldías y ninguna consellería. Lo que da a entender hasta dónde llagaría la suya cuando las tenían. Pero esa no es la cuestión. Toda Catalunya sabe de sus meteduras de mano en la caja pública, tanto sus votantes como el resto.
El votante de izquierdas, por su idiosincrasia, pretende una sociedad más justa e igualitaria, donde la riqueza sea distribuida más equitativamente; por lo que su desafección en casos de corrupción es muy intensa. Este electorado se compone generalmente de trabajadores de base con nómina fija, que no pueden engañar, estafar o esconder al erario sus ganancias. El votante de la derecha se compone, en su mayoría, de empresarios pequeños o grandes, cuadros altos o intermedios, beneficiarios de comisiones y sobres bajo mano por resultados, negocios paralelos cuyos beneficios subrepticiamente se añaden a su bolsillo. Gente que, al contrario de los anteriores, pagan un seguro médico y escogen escuelas concertadas para sus hijos. En este grupo entra, en mayor o menor medida, el nacionalismo de derechas; y a éste su electorado le perdona los pecados, porque no lo elige por su buena administración o la honradez, sino para conseguir metas más elevadas.
Aun así la desafección en el electorado catalán es muy grande y llega a todos los ámbitos excepto, mal que le pese a CIU, al del nacionalismo españolista.



Tres meses para instalar un nuevo sistema de diseño y patronaje. Trescientos kilos de maquinaria y cuatro libros de texto. Y a mis cincuenta y ocho...
Si trabajara en un banco ya estaría prejubilado. Los jerifaltes de más de sesenta dirían que estoy pasado de rosca e impido la entrada de nuevas estrellas, sin experiencia, pero con agilidad y ambición; que ya no soy productivo. Lo cierto es que en plena crisis hemos vendido más que el pasado año, incluso que el anterior.
Ahora podré diseñar y crear patrones telemáticamente desde mi casa, sin moverme del sillón de mi pequeño despacho.
A mi edad, mira por dónde, estoy a punto de conseguir mi sueño: la quimera de trabajar desde un velero.


Amara acaba de salir del hospital. Es posible que los médicos se arriesguen o, mejor, arriesguen la poca salud que le queda y su cerebro, con una intervención de locura. Entienden, por fin, que en el estado que se encuentra no puede seguir viviendo; que es mejor arriesgar que permanecer, porque, paradójicamente, eso último es morir.
Ella está de acuerdo. Es lo que tanto ansiaba y que sus amigos se negaban a poner en práctica.
Si sale mal lo abandonaré todo y me disiparé. Nada me ata a esta ciudad y a este sistema. Si sale bien montaré una fiesta, la más grande que jamás se haya visto.


______________________________________________