lunes, 19 de agosto de 2019

Nada de que arrepentirse

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Imagen extraída de wikiquote.org

“Dentro de veinte años sentirás más decepción por lo que no hiciste que por lo que hiciste”
Mark Twain



Charlando hoy con un grupo de jóvenes asturianos, con los que hemos coincidido en un concierto de Reggae, bastante encendidos y con ganas de cachondeo por cierto, he recordado una divertida anécdota con Amara.
Hace años, no recuerdo cuantos ni donde sucedió, pero sí que era con nuestros viejos amigos y un grupo de supuestos conocidos, seguramente en una boda o banquete.

Amara, extrovertida y cercana como siempre, era el foco de atención por su enorme atractivo. Alguien, ya un poco avispado, propuso un juego de tono picante que trataba de relatar anécdotas eróticas o directamente experiencias sexuales poco comunes.
Recuerdo que uno los conocidos, quizá con la presunción que nadie respondería, preguntó quién había hecho el sexo con más de dos compañeros a la vez, y que explicara su experiencia. Y claro, Amara contó una de sus muchas aventuras. Lo hizo sin pestañear, como si fuera lo más normal del mundo. Yo, y supongo que el resto de viejos amigos, esperaba que contara una de sus aventuras con Rob, Richard y sus dos compañeros británicos. Richard estaba presente y en aquel momento pensé que se contuvo por respeto a su intimidad. Para mi sorpresa Amara contó su primera aventura con tres hombres a la vez, por ser la más excitante, según ella, de todas las que había participado, la de nuestra luna de miel con los dos surfistas sevillanos.
Me divirtió ver a nuestros supuestos conocidos removerse en sus sillas más excitados que nerviosos. Recuerdo muy bien a una de las chicas muy agitada y respirando con más intensidad de lo normal. Tras la erótica disertación de Amara, no exenta de toques de humor tan típicos en ella, Richard preguntó si también valía una experiencia de varios hombres con una mujer, contada por uno de ellos. Alguien, esperando supongo que al ser un hombre quien la contara se enfriaría el ambiente, dijo que adelante. Y yo no pude más que soltar una carcajada, porque Richard nunca ha sabido expresarse en castellano con demasiada fluidez, aún menos si la historia necesita palabras y hasta frases complejas, por lo cual ha aprendido a utilizar la mímica y los gestos. Y francamente, ni con todos esos recursos pudo salir airoso de semejante desafío, por lo que en algunos momentos sus palabras y gestos quedaban al aire y entonces buscaba desesperado la ayuda de su amiga, que con graciosos requiebros terminaba la frase, dándole entre los dos una carga de erotismo muy difícil de superar.


¿Y por qué me he liado a contar esa historia que no merece ser terminada?, que quizá podría convertirse en parte de una oda a la libertad más extrema. Y es que no existe mayor sentimiento de libertad, que la de sentir que la persona que está a tu lado la disfruta al máximo.
Y volviendo al hilo, la cuento porque ha hecho que recuerde otra, como verán más entrañable y valiosa para mí.

Hace años, muchos, los suficientes para olvidar las malas historias, pero no aquellas que te llenan de gozo, mi amiga-hermana-amante Anna y yo inventamos un divertido juego para distraernos durante las largas noches que pasamos juntos. En aquel tiempo éramos muy jóvenes, quizá demasiado por la experiencia vivida. Y digo quizá porque hoy dudo que algo tan subjetivo como la experiencia, pueda medirse y aún menos valorarse por la edad de quien la vive.
El juego trataba de hacernos preguntas comprometidas, siempre siguiendo un patrón y con la condición de que la respuesta fuera sincera. Involuntariamente este juego nos sirvió para unirnos y amarnos hasta un límite que difícilmente se puede superar. La pregunta que uno planteaba había de servir para los dos.
Aunque los años no pasen en balde algunas preguntas quedaron grabadas en mi memoria, las que más me sirvieron para conocerla. Gracias a ellas también descubrí la tan curiosa como atípica atracción que sentía hacia Artur y a mí, y su gran capacidad de comprensión hacia los demás.
Recuerdo que en uno de sus turnos ella preguntó por la fantasía que más me excitaba. Me costó mucho responder, en aquel momento mi amor no correspondido hacia Alba había desaparecido por completo y sentimentalmente me sentía desvalido. Opté por explicarle mi inquietud, algo que ella ya conocía. La única persona que en aquel momento me podía emocionar era ella, pero la rotura con Alba era demasiado reciente. Supongo que ella debió reírse, porque recuerdo que dijo que las fantasías son muy íntimas y van más allá de los amores y de los sentimientos. Y debió entender mi situación, porque acto seguido explicó la suya.


Tendría catorce años cuando conoció a dos hermanos gemelos, altos, fuertes y muy nobles con ella; absolutamente distintos, pero tan ligados entre sí que no podían vivir el uno sin el otro. Uno era rubio, muy atractivo e irreflexivo, el otro moreno y apasionado, pero tan reflexivo que escondía su pasión. Al año la vida los separó de ella. Esos dos hermanos sin darse cuenta le habían enseñado a amar y a ser como era, y desde entonces su mayor fantasía era hacerles el amor a los dos a la vez, enloquecerlos y extenuarse con ellos. Y ahora, después de tantos años sin verlos, los había reencontrado.
 

Y en aquel momento supe que estaba hablando de mi amigo-hermano Artur y de mí.

Nadie puede arrepentirse de lo que no hizo, pero sí de no haberlo hecho.

Años después de esta conversación nuestra amiga-hermana-amante vio cumplida su fantasía con toda plenitud.

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3 comentarios:

  1. Nadie puede arrepentirse...
    Cada mañana cuando paseo por el cementerio pienso algo parecido, demasiado parecido. Casi ya a la salida cuando me cruzo con mi amiga que duerme justo ahí en una de las ultimas tumbas cerca de la cancela. Tenia 39 pero yo la recuerdo con su larga melena morena cuando tenia 17 y yo 25. Su marido la recordara con 39 pero ya todos los días le digo: -Hasta mañana guapa. El esta muy lejos y no puede. Ni siquiera se si se acordara a menudo.

    Salud

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    1. Los recuerdos que quedan son los más bellos, o así debería ser

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  2. Con el paso del tiempo, después de los 50, me di cuenta que estoy totalmente arrepentida de todo lo que no hice... Me costó un huevo encontrar con qué mail tenía registrado mi blog... Saludos desde el sur Pau, besotes miles

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