Es cultura libre. Nosotros compartimos cultura y la mejor manera de demostrarlo es esta: te llevas un libro y a cambio dejas otro. Si no lo tienes no pasa nada, llévatelo igualmente, pero solo si te gusta y vas a leerlo. Fíjate en este grupo de chavales, no traían ninguno para compartir, no han tenido tiempo de cansarse de los pocos que tienen, sin embargo, mira que contentos van después de haberse llevado cada uno el suyo. Y los han escogido con cuidado para estar seguros.
Eso le digo al que
filma. Lleva un rato conmigo sorprendido por la constante avalancha,
mientras la gente se agolpa en la pequeña parada y pregunta de qué va lo de
libros a 0 Euros.
-Se trata que usted
coja uno y deje otro, alguno que esté guardando polvo en su casa; pero si no tiene
puede llevárselo igualmente.
No me canso de repetir,
una y otra vez, el mismo mensaje. La gente no sabe qué hacer. Me dicen que en
casa tienen muchos, que luego pasarán y nos los dejarán. Se llevan el libro y
me dan las gracias. Algunos aconsejan a los chavales de una escuela, que
preguntan si pueden llevarse uno para sus padres. El locutor me pregunta si la
gente cumplirá su promesa. Me encojo de hombros. Si lo hace es que ha entendido
el mensaje, y si no es que no tiene ganas de volver a la calle.
Los chavales sudamericanos
son más educados, me preguntan si pueden leer la contraportada para estar
seguros. Los españoles vienen más seguros y ruidosos, aprovechándose del efecto
manada; pero los corto rápido y les digo que sí, que pueden coger uno cada uno,
con la condición que los vayan a leer.
-Piensa que si te lo
llevas por hacer unas risas y porque es gratis, estás puteando a otro que lo
necesita o le gustaría leerlo.
Y me satisface ver como los vuelven a dejar sobre la mesa y se los miran con más cuidado. Los animo a
revisarlos y me piden consejo. El tipo de la tele no deja de filmar, mientras
su compañera espera con el micro en la mano. Les sonrío con gesto de paciencia.
-Lo siento, me debo a
la gente.
Al fin consiguen
entrevistarme y les hablo de cultura libre, de compartirla, de que no estamos
en contra de los derechos de autor. En esas se acerca un tipo con una bolsa
llena de libros y lo señalo satisfecho.
-Me preguntabais, pues
ahí lo tenéis.
Los de la tele se van
después de decirme que están impresionados. Más arriba, la gente de los otros
puestos mira hacia donde estamos entre confundida y alarmada. En sus paradas
apenas han pasado veinte segundos y en la nuestra llevaban casi media hora,
siempre filmando y entrevistando a los que se llevan libros. También es cierto
que apenas tienen movimiento, mientras aquí no hay descanso.
Por la tarde la misma avalancha, ya no de escolares, y cuando cerramos descubro que hay más libros que cuando empezamos. Aquellos que habían prometido volver han cumplido, algunos con tres, cuatro y hasta diez libros. Muchos lo han hecho con solo uno para cambiarlo por otro. Una chica viene por segunda vez. Hay quien nos pregunta dónde tenemos el local para depositarlos o cuántos días estaremos intercambiando. Otra chica nos cuenta que en Barcelona nuestros compañeros los regalan.
Por la tarde la misma avalancha, ya no de escolares, y cuando cerramos descubro que hay más libros que cuando empezamos. Aquellos que habían prometido volver han cumplido, algunos con tres, cuatro y hasta diez libros. Muchos lo han hecho con solo uno para cambiarlo por otro. Una chica viene por segunda vez. Hay quien nos pregunta dónde tenemos el local para depositarlos o cuántos días estaremos intercambiando. Otra chica nos cuenta que en Barcelona nuestros compañeros los regalan.
-Nosotros también, pero lo mejor es compartir –responde un compañero.
Todos decimos lo mismo, pero de distinta manera. Una compañera pide que cuando lo hayan leído lo depositen en una biblioteca. Yo, quizá por ser tesorero y porque la mañana ha sido estresante y se nos terminaban, pido, a poder ser, que depositen uno a cambio. Es el mismo discurso en momentos distintos, porque ahora, al observar la mesa veo que en cambio de disminuir, el número de libros no deja de aumentar. Y no me arrepiento de haberlo hecho así, gracias a eso ahora la gente puede revolver tranquila y lo disfruta, y, por otro lado, compartir es lo más pirata.
Todos decimos lo mismo, pero de distinta manera. Una compañera pide que cuando lo hayan leído lo depositen en una biblioteca. Yo, quizá por ser tesorero y porque la mañana ha sido estresante y se nos terminaban, pido, a poder ser, que depositen uno a cambio. Es el mismo discurso en momentos distintos, porque ahora, al observar la mesa veo que en cambio de disminuir, el número de libros no deja de aumentar. Y no me arrepiento de haberlo hecho así, gracias a eso ahora la gente puede revolver tranquila y lo disfruta, y, por otro lado, compartir es lo más pirata.
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Una iniciativa preciosa y preciada una gran lección en unos instantes, avanti pirata, que en lugar de quitar, regala...
ResponderEliminarPues sí, la verdad es que ha sido todo un éxito y estamos muy contentos
ResponderEliminarEs un precioso día.
ResponderEliminarBesos Pau
Maravillosa costumbre.
ResponderEliminarSaludos