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Ayer en la Rambla del Raval presencié algo tan surrealista
como patético. Una mujer, después de intentar robar a un turista, montó un escándalo
contra los camareros por haberlo evitado, los amenazó de muerte, etc. En eso
que uno de los camareros ve una patrulla de la policía municipal y la llama,
pero, mira por dónde, los polis ven a un chaval cruzar la calle sin camiseta y
salen como loquitos a perseguirlo. Y la mujer, claro está, se larga sin
hacerles ningún caso.
El asunto no tendría la menor importancia si no fuera porque mi amigo y político socialista, unos momentos antes de la desbandada se había exclamado sobre la diligencia policial.
El asunto no tendría la menor importancia si no fuera porque mi amigo y político socialista, unos momentos antes de la desbandada se había exclamado sobre la diligencia policial.
-Si no fuera por ellos en este barrio desplumaban a los
turistas –dice.
Luego, al ver que la mujer sale como si nada y que persiguen al chaval, vuelve a exclamarse sobre la prontitud en multar o reñir a los descamisados, que degradan visualmente la ciudad.
El descamisado, evidentemente no degradaba nada, otra cosa sería si uno de nosotros enseñara su seboso y sexagenario ombligo.
Y hablando de ombligos, Barcelona y la obsesión represora del españolito, terminará como en algunas ciudades italianas, que empezaron con el desnudo masculino de cintura para arriba y acabaron prohibiendo los tirantes a las mujeres, aunque ahora, según tengo entendido, ya van tras las minifaldas. Por lo visto atentan a la fina moral de algunos, la mayoría se supone, puesto que son reelegidos.
Con mi amigo no discuto, por muy transigente que se crea por ser socialista, lo que tendría que ser diálogo suele terminar a gritos y mal.
Luego, al ver que la mujer sale como si nada y que persiguen al chaval, vuelve a exclamarse sobre la prontitud en multar o reñir a los descamisados, que degradan visualmente la ciudad.
El descamisado, evidentemente no degradaba nada, otra cosa sería si uno de nosotros enseñara su seboso y sexagenario ombligo.
Y hablando de ombligos, Barcelona y la obsesión represora del españolito, terminará como en algunas ciudades italianas, que empezaron con el desnudo masculino de cintura para arriba y acabaron prohibiendo los tirantes a las mujeres, aunque ahora, según tengo entendido, ya van tras las minifaldas. Por lo visto atentan a la fina moral de algunos, la mayoría se supone, puesto que son reelegidos.
Con mi amigo no discuto, por muy transigente que se crea por ser socialista, lo que tendría que ser diálogo suele terminar a gritos y mal.
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La gente va loca porque Alemania ceda y, claro, no cede.
Yo, desde mi blog y todos los foros de discusión económica y política en que
participo, no me canso de explicar que lo mejor para Europa y la continuidad
del Euro pasa por la salida de España y de Grecia de la Unión monetaria.
Salvar España significaría aplazar su cambio y la resolución de sus males, aparte de hipotecar la eurozona y ponerla en grave riesgo.
El que crea que los alemanes tienen suficiente dinero para prestar a fondo perdido lo que necesita España, va aviado y no sabe o prefiere no darse por enterado, de la verdadera magnitud del problema.
Hay le comentaba a un competidor amigo, que ya queda menos para que el banco, en cambio de euros nos dé un vale.
-¿Cómo que un vale? -Me pregunta preocupado.
-Si hombre, un vale que diga: vale por cien, doscientos... euros.
Salvar España significaría aplazar su cambio y la resolución de sus males, aparte de hipotecar la eurozona y ponerla en grave riesgo.
El que crea que los alemanes tienen suficiente dinero para prestar a fondo perdido lo que necesita España, va aviado y no sabe o prefiere no darse por enterado, de la verdadera magnitud del problema.
Hay le comentaba a un competidor amigo, que ya queda menos para que el banco, en cambio de euros nos dé un vale.
-¿Cómo que un vale? -Me pregunta preocupado.
-Si hombre, un vale que diga: vale por cien, doscientos... euros.
-¿Y qué haremos con los vales?
-Pues iremos a comprar y pagaremos con ellos.
Y eso que cuento es inevitable, ya que el gobierno, con tanto balbuceo, desatino y subnormal suelto, espera, supongo, que caiga el maná del cielo justo en el último momento. Y los bancos, ante el descalabro de no poder entregar euros, harán de Estado y repartirán vales.
-Pues iremos a comprar y pagaremos con ellos.
Y eso que cuento es inevitable, ya que el gobierno, con tanto balbuceo, desatino y subnormal suelto, espera, supongo, que caiga el maná del cielo justo en el último momento. Y los bancos, ante el descalabro de no poder entregar euros, harán de Estado y repartirán vales.
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La próxima crisis será medioambiental y tan intensa que
hará que la gente olvide la actual. Está demostrado que el ciudadano, por pobre
que sea, termina comiendo; que mientras sus salarios bajan, los precios al
consumo también, a no ser que el gobierno de turno siga haciendo el estúpido.
Sin embargo, la próxima crisis forzará la migración de cientos de millones de
personas, hará que desaparezcan enormes extensiones de cultivo y que el mar se
vuelva yermo. Y ya me contarás cómo podrá alimentarse el mundo.
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Bueno lo del vale ya lo veo en uso desde hace tiempo, es de plástico y lleva incorporado un chip y una comisión del cuatro por ciento, en cuanto a la crisis alimentaria lleva tiempo agazapada a la vuelta de la esquina de Europa, en los mercados y plazas de África en particular y en el tercer mundo en general. Pero la música sigue sonando y nosotros con nuestro baile.
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