jueves, 30 de diciembre de 2010

LA MEDITERRÁNEA, QUERIDA AMIGA

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Y es cierto amiga mía, los vientos de Agosto azotan la Mediterránea, la revuelven, son cambiantes y la desordenan, y de noche duermen y la calman. Y si de día sopla la Tramontana, el cielo se abre con un azul de limpio zafiro y de noche la Luna se reflejará en todo su esplendor.
Y sí, es cierto, el barquero, aún agitado por el difícil navegar del día, disfruta y se regodea ante tal espectáculo.
¿Qué siente? Se pregunta entonces. Supongo que la fascinación del contraste, de una mar tan mansa como traidora.

Mis amigos dicen que tengo un acuerdo con la Mediterránea, que de noche ella me dice como será de día.
Hubo un tiempo, cuando todavía no sabía escuchar el ruido de las suaves olas al romper de noche, que me sentí engañado por las Nereidas.
Joan y yo salíamos con dos madrileñas, preciosas y extremadamente valientes. Les apetecía navegar, miré el tiempo, miré la mar y nos lanzamos a la aventura de una complicada travesía. Estuvimos a punto de naufragar, la pericia de mi amigo y la decisión de tomar una temeraria y afortunada maniobra en el momento preciso, nos salvó del desastre.
Aquel día, solo llegar a puerto, tomé la determinación de aprender el lenguaje del mar. A partir de entonces escuchaba y medía su sonido, si seco o dulce, si rápido o lento, si corto o largo; y su suspiro cuando recula con arena o sin ella, profundo o superficial, bronco o tierno...
Las olas pueden ser pequeñas, tanto que el marino las confunde con la mar llana, pero su interior esconde la esencia de lo que son.
Y sí, es cierto, la Mediterránea de noche me dice cómo será de día, pero sin haber pactado acuerdo con ella.
La gente de tierra dice que la mar es traidora, que miente tan bien, que hasta al entendido engaña. Y no es cierto, la Mediterránea no engaña sino que tiene su propio idioma.
Al viajero le gusta entenderse con la gente y si no hace un esfuerzo, solo platica con los pocos que hablan su idioma. Pregunta con el suyo y casi siempre se le responde con el de la tierra que pisa; y cree que le dicen uno, cuando son dos, pero no se siente engañado, porque sabe que no entiende. La mar es igual, y creer que miente, cuando no se tiene interés en aprender su parla, es de náufrago iluso y prepotente.



Un beso con aroma de la Mediterránea.



Solo hay dos cosas infinitas en el mundo: el universo y la estupidez humana.
(Albert Einstein)

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martes, 14 de diciembre de 2010

AL FONDO DEL RINCÓN

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Quizá sean de los pocos valientes que quedan en Israel




Mi casa es pequeña, algunos amigos del blog la conocen. Un piso situado en el extrarradio de Barcelona, que gracias a la frágil mejoría de Amara, estoy pintando y arreglando como merece.
Bajo nuestra cama hay dos cajas de plástico con ruedas, en una Amara guarda los apuntes, exámenes y libros de texto de nuestros hijos, con la esperanza que un día los reclamen; en la otra guardo una ingente cantidad de libretas, todas baratas, de espiral y de la misma medida. Hace mucho tiempo la abrí, separé algunas, las numeré, las releí y las volví a guardar, de ellas extraje una parte de las historias de mi viejo blog, no todas, puesto que en su momento autocensuré la parte más comprometida de una etapa entera. Paradójicamente esta historia la titulé como los papeles de Pombo, cuando era la única no escrita y para la que más tuve que remover mi memoria.
Ahora, al desmontar los muebles he vuelto a abrir las cajas y he repasado estas libretas, junto a otras que todavía no había ordenado, y me he sorprendido a mi mismo.
La historia de la que hablo empieza a mediados de los setenta y termina en el setenta y siete, demasiado pronto para unos entre los que me encuentro, y en su justo momento para muchos y para nuestros asociados jefes.
Jefes... una palabra malsonante dadas las circunstancias, pero, por mucho que busco, no encuentro otra mejor.
Por entonces vivía, primero en la que consideré mi primera casa, comuna o como se le quiera llamar, lo cierto es que para mí era mi familia, después con Joan y Carla.

Hace poco explicaba, que cuando mi amigo se enteró que escribía un libro, me preguntó en qué basaba la historia.
-Es una novela- le respondí para tranquilizarlo y evitar preguntas incómodas, y me miró con una sonrisa. Comíamos en un pequeño restaurante y de fondo tocaba un grupo de jazz, nada mejor para un encuentro con mi amigo-hermano. Y me confesó que por entonces y aún ahora, también escribía, que paraba el coche, la moto, se apeaba y escribía en una libreta lo primero que se le ocurría.
-Guardo unas pocas de aquel tiempo- me dijo sin ánimo de enseñármelas. Y es que Joan no es tan exhibicionista como yo.
Nunca lo hubiese imaginado, mi amigo hacía lo mismo que yo, incluso cuando Carla nos había abandonado por otro hombre y mantuvimos nuestra convivencia tres años más.
Yo también escribía en la intimidad. A menudo me desplazaba con el coche hasta un pequeño rincón de la Rabassada, desde donde se veía la parte suroeste de la ciudad y escribía mi historia y mis inquietudes. Otras veces lo hacía en la soledad del barco, cuando bajaba al puerto para limpiarlo y me encerraba en el camarote noches enteras; o en el despacho de mi taller de moda, entre trabajo y trabajo, igual que hago ahora, pasados más de treinta años.
La primera vez que las abrí, hace seis años, me avergoncé de la calidad de mi escritura; ahora ya no, he perdido mi vergüenza y vuelvo a reírme de mi mismo. Hacía mucho que no lo hacía, tanto que casi no recuerdo, pero sí que entonces, entre risa y risa, y burla y burla, casi rompí mi mundo y el de otros muchos.

De esta historia llevo escritas setenta y cinco mil palabras. Cuando la haya repasado, supongo que quedarán sesenta mil y cuando la haya terminado no debería pasar de ciento veinte mil.
Con qué facilidad hablo de números, cuando todavía no sé cuándo voy a terminarla ni lo que me va a costar.
Esta historia se titulará: el poder de una convicción o el enigma de Popol, el nombre con el que mi amigo Pierre me bautizó vocalizado en castellano, utilizado por mis camaradas y mi familia adoptiva, la auténtica.

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sábado, 11 de diciembre de 2010

DIARIO DEL AIRE: WIKILEAKS

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Publico íntegramente la última entrada de Gatopardo. Es la segunda vez que lo hago en seis años. La situación lo requería.

 

DIARIO DEL AIRE: WIKILEAKS: ENTRE EL SECRETO Y LA VERDAD, QUE VENZA LA VERDAD

20101209110825-hadi-mizban.jpgJueves 9 de diciembre de 2010
      No lo puedo expresar mejor y con más inteligencia, así es que os ruego paséis por la bitácora amiga "Diario del Aire", para leer el artículo WIKILEAKS: ENTRE EL SECRETO Y LA VERDAD, QUE VENZA LA VERDAD y secundéis la Campaña de Firmas para luchar contra el oscurantismo, el secretismo y los perversos  enjuagues de los poderosos a los que hemos entregado nuestro voto, que usan para defender sus intereses espurios, gracias a nuestra ignorancia.
      De nada, ya sabeis que me gusta ser útil.
Gatopardo
Foto de portada de Hadi Mizban: "Irak,  juegos de guerra". Baghdad.
09/12/2010 04:08. Editado por Gatopardo enlace permanente. RECOMENDAMOS
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miércoles, 8 de diciembre de 2010

DE COMENTARISTA

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Si un día pasáis por NY, intentad coger el metro en la 59, quizá os encontréis con Geechee Dan (su nombre real es Daniel Small), un indigente que suele cantar con solo la ayuda de un reproductor, temas de Otis Redding, sin que la SGAE le reclame nada. En este vídeo le acompaña un "amigo", muy típico en la ciudad de los rascacielos. Allí cualquiera es tu buddy o tu friend, que más o menos...


Hace unos días Juan Carlos Rodríguez Ibarra escribía un artículo en la Tribuna del País, y de este salió otro en el blog de Fedea: Nada es Gratis, en el que participo como comentarista, unas veces con acierto, otras no tanto y algunas siendo borrado por la censura. Este ha sido el caso.

Mi comentario:

“Presidente de la comunidad autónoma con más superávit fiscal desde la llegada de Felipe al gobierno. A cada extremeño le queda de promedio 2800€ después de entregar 1043, mientras que a un catalán 2120, después de pagar 1868; eso sin contar que aquí todo es más caro.
La verdad, no entiendo como en Extremadura existe tanto paro después de tantos años, a no ser que alguien se lleve el dinero o lo maneje con los pies.
No sé cómo lo veis, pero mientras individuos como este tengan tribuna en medios como esos, las cosas seguirán igual o peor.
Por supuesto, me han quedado un montón de cosas en el tintero.”

Y sí, dejé muchas cosas por decir, pero pensé que no debía, ya que de seguro censurarían el comentario, por mucho que no profiriera insultos ni faltase a la verdad, algo que no pude evitar. Supongo que no les debió gustar, que al leer los comentarios se viera reflejado de tal manera.
No me extraña ni molesta que este individuo disponga de tribuna en el País. Por qué no, si es de su misma ideología neoliberal; pero sí que en un sitio tan académico y apolítico, se le pueda dar cancha a un tipo tan inútil, que para amagar su incompetencia solo le queda atacar al resto, enfrentar países y soltar improperios populistas o, como ahora, utilizar su culta verborrea para predicar lo contrario que practicó.

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Vemos con asombro, no por todos, como es atacada Wikeleaks, porque oigan... es eso y no a su creador.
Y es que lo de las violaciones es una excusa. ¿Han leído en qué se basa su detención?
En España, por mucho más mandan a la mierda a la mujer denunciadora. Y me dirán que los suecos en eso van adelantados, pero no, en Suecia, en eso de la violencia de género andan muy atrasados, casi tanto como en la mayoría de los EEUU. Paradójicamente España es uno de los países que tiene más tipificaciones de delito sexual de Europa, y Suecia de los que menos.
Entonces... ¿Es que nos hemos vuelto idiotas?
No, está claro que no. Lo que sí es que nos lo hacemos. Somos los mismos que en un juicio aceptamos que el juez dude si es o no real que una mujer con moratones es acosada por su ex, por uno que dice ser su pareja, por uno que se cree excitado por la generosidad de un escote... Aunque no lo crean, nuestros jueces andan en eso, aun siendo los más sensibilizados de Europa.
Pero sí, si que lo creen y lo saben, porque todos lo hemos leído y comentado, nos hemos reído de la suerte de la infortunada o la hemos llorado sin hacer nada por evitarlo. Es más fácil seguir la corriente, hacer como si no va con nosotros. Es lo mismo que hicieron los alemanes cuando la GESTAPO primero y las SS después, llamaban a la puerta de al lado y se llevaban familias enteras al matadero.
Somos así, unos malnacidos de cojones; igual que aquellos alemanes o los de ahora, que prefieren esconder su mierda bajo la alfombra, que no quieren reconocer que veían, sabían y disfrutaban con lo que pasaba, que hacían la vista gorda cuando compraban en el mercado los objetos de la rapiña en casa de sus vecinos, de las familias previamente asesinadas, de las ciudades y aldeas rusas y ucranianas, después de haber masacrado sus habitantes.
Nos escandalizamos cuando descubrimos que nuestros gobiernos tratan de criminal al mensajero, a Couso, a Assange.
-Callen a su familia, a su abogado, a su periódico- exigió el americano, de la misma manera como hizo nuestro particular malnacido, presidente honorífico del PP, con los padres de Enrique Ruano, cuando le recordó que aún le quedaba una hija a la que cuidar. Y nuestro gobierno, solícito, corrió para que Pumpido cumpliera sus deseos. El asesino no es culpable sino el reportero que intentaba enseñar lo que pasaba.
Hoy el culpable es Assange, no los estúpidos embajadores, que lo son por haber ayudado con dólares al partido y no por méritos; tampoco sus valientes marines, asesinos de niños, violadores y mercenarios por un plato de mal contadas lentejas. Y la víctima, ¿quién es para él, para todos los gobiernos? Pues el embajador, el francotirador que mata a un médico y a un enfermero, el que ametralla una ambulancia o a civiles que pasean por su calle, el que viola a una chica y después mata a su familia. Son esos, con la venia de nuestro gobierno de turno, que le ríe la gracia.
Wikeleaks seguirá publicando, aunque sea a distancia. Cientos de webs han recibido cientos de miles de documentos y los guardan para editarlos cuando convenga. Pero... ¿tan importante es? ¿Por qué se molestan en intentar cortarle, a todas luces ilegalmente, su medio, si es absolutamente inofensiva?
La gente se escandalizará, se rasgará las vestiduras en plan Pilatos y hasta hará chistes mordaces sobre el tema, igual que los hacía con Franco; pero se quedará en casa viendo su serie favorita: Navy, investigación criminal” –Si no cantas- dice Gibbs –te acusaré de terrorista y terminarás en Guantánamo- Y la gente descansa tranquila, un maleante menos, piensa con sosiego. Y es que es eso... unos malnacidos.
Algo habrán hecho, decían en aquellos tiempos, cuando la policía política detenía a un pobre desgraciado y lo devolvía a su casa con la piel quemada. Algo habrá hecho en cambio de trabajar y vivir como la gente decente, decían o pensaban los que después de la invasión a Irak y las mentiras del 11M siguieron votando a los mismos, que ahora claman por seguir una Constitución que no leyeron cuando la votaron, que les importa un comino y que se la pasan por el forro, cuando ven que un inmigrante tiene un trabajo bien pagado o cobra el subsidio.


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lunes, 29 de noviembre de 2010

...PIEL DE SALAMANDRA...

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La experiencia africana nos hizo adultos de la noche a la mañana. Después de aquel viaje nada fue como antes, todo cambió. A mis viejos amigos: Jep, Joan, Toni... nunca les conté lo que habíamos vivido, era demasiado increíble, fantástico; pero también de una crueldad incomprensible y despiadada. Nada de lo que podíamos vivir en nuestro país podía compararse, ninguna de las injusticias de las que tanto hablaban, ni la represión y su estupidez, ni siquiera la visión del dictador, con la pomposidad de sus uniformes; de los obispos, sus palios y su indumentaria de payasos; de la comicidad del NODO.
Poco tiempo después, debía ser sábado o domingo, nos divertíamos en los coches de choque del Tibidabo. Ya nos creíamos mayores para eso, pero, por lo que fuera, quizá para hacer unas risas, Alvar y yo subimos a ellos. De vez en cuando sufríamos una buena embestida, eran dos chicas morenas, tan jóvenes como nosotros o algo más. Eran muy atractivas, aún recuerdo el flequillo, los grandes ojos, los gruesos labios; su cara sensual, su irónica y simpática sonrisa me quedaron grabadas y no paraba de seguirla con la mirada. Alvar conducía, siempre lo hacía él, y las esquivaba como podía. Recuerdo que ella, al coincidir a nuestro lado, alargaba la mano y me tocaba con descaro; y estaba prohibido y no paraban de llamarle la atención. De la otra chica no recuerdo el nombre ni qué se hizo de ella. Debía ser una amiga circunstancial, del barrio, la escuela o vete a saber. Compartimos el resto de las atracciones: la montaña rusa, la sala de los espejos, el castillo encantado... Anna era una mujer extraña, a su edad ya vivía sola. Navarra de nacimiento, sus padres vivían en Zaragoza y para seguir los estudios, le habían alquilado un pequeño piso en el barrio gótico de Barcelona, en una de las calles más encantadoras de la ciudad.
Pronto se sintió atraída por mi amigo y se le insinuaba, quería tener una aventura. Pero Alvar, más frío y distante que yo para estas cosas, no se dejaba. Y la compartimos como amiga, yo más que él. La recuerdo por las tardes presentarse sin avisar, y si coincidía con alguna otra chica, el típico ligue de Alvar, se apartaba con respeto y simulaba estar más conmigo que con él. Mi amigo no lo entendía y hacía esfuerzos para disimular, como excusándose; y la chica se reía y burlaba de él.
Un día nos encontró en plena pelea, nos entrenábamos y ensayábamos golpes, pero ella se asustó por la agresividad que gastábamos, no podía creerse que fuera un simple juego. Ya más tranquila nos pidió que le enseñáramos. –Si un tío me asalta, sabré defenderme- nos dijo. Yo me lo tomé a broma, pero a Alvar le excitó la idea. A partir de entonces, de vez en cuando entrenábamos con ella, con cuidado y sin pasarnos demasiado, hasta que un día, al encontrarnos sobre unas colchonetas, nos pidió que la atacáramos entre los dos. Y cuando descubrimos que le gustaba empezamos a divertirnos, la chica se defendía con denuedo y sin contemplaciones, por lo que empezamos a tratarla sin tanto cuidado, enseñándole sus puntos débiles y los nuestros, demostrándole que, de verse amenazada, lo mejor era atacar sin aviso. –Nadie espera que una chica le arree un buen y contundente castañazo a un tipo- le explicaba.
No recuerdo como sucedió, si mi amigo se excedió en su juego de seductor o Anna se cansó. Ella buscaba algo más que besos, toqueteos y preciosas palabras. Conmigo era diferente, la relación se volvió fluida y de mucha más confianza. La amistad se afianzó, quizá porque fui consciente que no la conseguiría sexualmente.
Lo que más me agradaba no era su espléndido físico sino su fuerte personalidad. Anna ni siquiera sentía la necesidad de discutir su paridad con el mejor y más fuerte de los hombres. Nuestra amiga distinguía, incluso mejor que yo, el deseo sexual del amor, algo que Alvar no había podido entender.
Mi deseo seguía ligado a mi preciosa y vieja amiga, con la que había descubierto tanto. Nuestro viaje a África no había servido para olvidarla. No pasaba día, aunque fuera en medio de la selva o durante la noche, cuando dormimos en el campamento de leñadores, que no dejara de pensar en ella. Alvar hacía tiempo que había abandonado el intentar convencerme, decía que estaba enfermo, pero participaba de nuestra filosofía.
A mi vuelta la llamé a su casa y sus padres me dieron excusas, como si quisieran esconderla. Poco a poco, de tanto insistir, terminaron diciéndome la verdad, Alba había marchado de casa, solo tenía dieciséis años, pero hacía tiempo que habían descubierto su impotencia para retenerla.
No podía olvidarla. Era más fácil cuando sabía donde podía encontrarla. Los largos paseos y las ya muy maduras charlas habían sido demasiado importantes para mí, habían forjado mi personalidad mucho más de lo que podía parecer. Y echaba en falta su presencia, soñaba con ella. Había sido la primera mujer por la que sentí deseo de hombre y, aunque fuera consciente de mi imposibilidad de conseguirla, seguía estando completamente enamorado.
Con Alvar conocí más mujeres, jóvenes estudiantes del interior de Catalunya, que vivían emancipadas y con las que mantuve amistad y sexo. Mientras, con mis viejos amigos del pueblo habíamos hecho amistad con algún grupo de amigas. Abundaban las fiestas de verano, los bailes, pero sin llegar a más. Nada consiguió que la olvidara, ni las fiestas que organizábamos en su gran torre de Barcelona, ni las salidas, cada vez más comprometidas, con chicas de más edad que nosotros, sin demasiados complejos y con ganas de diversión.
La encontré gracias a nuestra antigua amiga Eva, que era actriz y actuaba en la compañía teatral más vanguardista y joven de aquellos tiempos. Tenía dieciséis años, los mismos que ella.
-Alba se fue de su casa y vive en una comuna- me dijo al final de una obra muy comprometida para la época.
El tiempo pasaba rápido, pero lo disfrutábamos, corríamos tanto, que hoy, al recordar, me parece haber vivido una docena de vidas a un mismo tiempo.
Otra vez sentados en un escalón, esta vez en las plazoletas del barrio gótico barcelonés.

págs. 22 y 23

jueves, 11 de noviembre de 2010

EL TONTO

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Locura? Imprudencia? Osadía? Irresponsabilidad? Pericia? 
Adivinen ustedes...




 Se cuenta que en un pueblo del interior, un grupo de personas se divertían con el tonto del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños recados y recibiendo limosnas.
 Diariamente, algunos hombres llamaban al tonto al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 céntimos y otra de menor tamaño, pero de 1 Euro. Él siempre tomaba  la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos. Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había  percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos, y éste le respondió:
 -Lo sé señor, no soy tan tonto..., vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el juego se acaba y no voy a ganar más mi moneda-
 Esta historia podría concluir aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:
 La primera: Quien parece tonto, no siempre lo es.
 La segunda: ¿Cuáles son los verdaderos tontos de la historia?
 La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
 La cuarta y la conclusión más interesante: Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.

 Moraleja:
 "El verdadero hombre inteligente es el que aparenta ser tonto delante de un tonto que aparenta ser inteligente"

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sábado, 4 de septiembre de 2010

PARA, NO CORRAS TANTO

Para, no corras tanto, es a ti mismo al que estás buscando.







Durante las vacaciones he llenado una libreta, hoy, al repasarla, descubro que quedan tres hojas en blanco.
Escribo mientras rememoro. Y cuando paso de capítulo o lo que más se parece a eso, y voy por medio del siguiente, a veces vuelvo para atrás. Y es que he recordado algo que debo añadir o que cambia por completo el redactado; y cuando es eso, hago una anotación con tinta sobre lo escrito, grande y con un círculo, y sigo con lo que estaba escribiendo. Otro se amargaría, estoy seguro, porque no paro de escribir, repasar, reescribir, borrar... y así no voy a terminar nunca.
Con Albert, José, Joan y Mónica; los tres primeros especialmente, por ser de la época, hablo a menudo del tema, disimuladamente, para evitar sospechas.
¿Te acuerdas de aquello, de lo otro...? ¡Cómo nos reíamos...! Pero algo no va bien, se ha disparado una alarma en mi cerebro. Una frase, un interrogante... No fue así, me dice uno de ellos, entonces no pudo ser, todavía no habíamos conocido a tal, aún no me había comprado el 600...
Y llego a casa y rectifico lo rectificado; y, a veces, con la preciosa pluma que ellos hace tanto me regalaron, sin inmutarme, tacho un número de páginas cuando otro lloraría. Y, satisfecho, vuelvo a escribir el capítulo. Y ya en el ordenador, repasado dos, tres veces, pienso que debo hacerlo bebible, por si un día alguien decidiese publicarlo. No fuera caso que el lector me creyera un estúpido que va de chulo.
Pero si solo es una novela, pienso, y en ella cabe todo: lo más fantástico e increíble. Después de todo, quién no ha vivido situaciones parecidas, me pregunto. Y busco alguien y, claro, excepto Anna, no lo encuentro.

Ayer soñé con ella. Aparecía tal como es, fuerte, alta, suficiente, reservada; y atractiva, bella, sin apenas arrugas pese los años pasados. Y de súbito he despertado, la veía frente a mí, de tan real que era. He despertado y casi he llorado, porque temo que nunca más pueda verla.

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martes, 3 de agosto de 2010

AHORA, MÁS QUE NUNCA

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    Ahora, más que nunca, debemos no olvidar

 
(Este vídeo es el que más se acerca al espíritu del Che. El autor de la canción, en su afán por divinizarlo, lo perdió.  
Es gente así, como la que canta, quien nos da esperanza.)


"Hay hombres que luchan un día y son buenos; hay otros que luchan un año y son mejores; hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero están los que luchan toda la vida y esos son imprescindibles."
(Bertolt Brecht)

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sábado, 31 de julio de 2010

LA ILUSTRACIÓN EN (españa)

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Ciertas imágenes no son bien vistas en el mundo de la tauromaquia. Y no lo entiendo, porque según ellos eso es arte y cultura.



"los toros son cultura, tienen sentido y vigencia. Son un ritual que nos enfrenta a dilemas de la existencia muy profundos." (La Sinde)
Es bueno saber a quien votas, si es estúpido o no.



Por mi parte, por una vez me siento orgulloso de a quien elegí, no sé de otros.
Parece ser que por fin la Ilustración ha hecho su entrada en España, cómo no, por su puerta europea. Ahora deberemos esperar otros cien años para que llegue al resto.


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martes, 27 de julio de 2010

CARICIAS

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Grabado en el "Jardí dels drets humans", en Barcelona, ayer por la noche.
            

Amara ya está en casa, después de dos meses de hospitales, alguna que otra recaída y dos intervenciones, que no hubieran podido hacerse en casi ningún lugar del mundo.
La he dejado en la cama, con los mórficos justos para pasar el día. Vive con dolor. Siempre estará con ella y es bueno aceptarlo; algunas veces más, otras menos.
Hoy soy uno de los hombres más felices del mundo. He podido dormir sobre su hombro, con sus caricias tan embriagadoras, tan sensuales.
Vuelve a estar hinchada como una bota. La toxicidad de los medicamentos han hecho mella en su organismo. Le obligo a hacer una dieta rigurosa, casi inhumana; pero necesaria para recuperar su autoestima.

Mi libro avanza, imparable. Pienso que en un año terminaré una de sus partes, entre 125.000 y 150.000 palabras. Hasta ahora llevo escritas algo más de 40.000. Es posible que tarde cuatro o cinco años en escribir su totalidad, pese a creer que un libro como este no debería tener final.
Joan ha leído algunas páginas y dice que es una maravilla.
¿Qué haré con él, una vez terminado?
Se lo mandaré a Anna por electrocorreo, que, en el fondo, esta parte ha sido escrita para ella. Después, quizá se lo regale a mi hija, para que haga lo que le venga en gana, ya que es la que más me lo ha pedido; o quizá lo guarde a cal y canto y, cuando lo encuentre, que haga lo que más le convenga.

Hoy, una vez más recordaba Cachemira, la inmoralidad de los estados que dividen e impiden, que hombres con los mismos sentimientos puedan relacionarse.
Los estados se apropian de los sentimientos, los prostituyen para que la gente se crea de su propiedad junto a su tierra; de la misma manera que los señores feudales hicieron con sus plebeyos.
La tierra es de quien la trabaja, y los sentimientos, de cada individuo que conforma una sociedad. Nadie puede o debe apropiarse de ellos y, menos, por su ansia administrativa.
En Cachemira existe una frontera, invisible; pero física por las armas. Si un hombre la cruzaba, si podían lo mataban. La gente de uno y otro lado era amiga, compartía los mismos sentimientos, el mismo idioma, la misma cultura. Pero el ansia de territorio, de administrarlo, lo convirtió en un infierno. Si los dos contendientes no hubiese querido más territorio, la gente de uno y otro lado hubiera podido relacionarse, como siempre había hecho y, probablemente, los dos países serían más prósperos.
¿Son estúpidos los gobernantes?
Por descontado.
¿Son idiotas?
De ninguna manera.
Al gobernante le interesa que exista tensión, enemistad, diferencia. Solo así puede perpetuarse, aunque sea a costa de la ruina y la desgracia de quien dice defender.

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martes, 6 de julio de 2010

JASMÍN, LA MUJER FLOR

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Doy la vuelta a la libreta, lo hago cuando dejo de escribir el libro y me pongo en eso.
Hace unas cuantas semanas que salgo con una chavala. Tiene 29 años y es de Marrakech, preciosa, dulce y con un carácter que me encandila. Me la presentaron mis amigos americanos con el convencimiento que nos entenderíamos.
El que no me conozca pensará: ya está el viejo verde de Pau haciendo de las suyas. Pero no, no es eso; en todo caso mi intención era presentarle la caterva de jóvenes amigos que tengo por ahí.
Este domingo, mientras compartíamos unas cervezas, se lo dije. Se rió mucho… -Para ligar me sobran los tíos, pero para escuchar música, compartir experiencias, charlar… me gustas tu- me dijo.
Qué queréis que os diga. A un tipo como yo estas cosas le llegan al corazón.

Nos gusta ir a antros de jazz, a cuevas inmundas de los barrios más sórdidos de Barcelona, allí donde ella no esconde su procedencia y, desafiante, mira los paquistaníes a los ojos cuando les pide unas cervezas.
Y hablamos de la India, de Alemania, de Francia, en las que vivió un tiempo, y de los EEUU, de donde tiene pasaporte. Y del Pakistán y la Cachemira que conocí, tan distintas a la actualidad, y de Cuba.
No le gusta París. Le pregunté por qué y se rió… ¿Será por los franceses? Me respondió.
Y hablamos de mis blogs, de economía…

Para saber lo que leo, solo hay que entrar en mis enlaces de este blog, es fácil, y uno en los que más entro es “Nada es gratis”. El mejor para aprender e informarse, para entender lo que pasa y cómo pasa. Pero para saber el por qué y lo más primordial: cómo salir del atolladero, nada mejor que tomar unas cervezas con nosotros, en uno de esos antros de música, y que pocos tienen suficientes arrestos para entrar.

Hace tiempo mi amigo bloguero me comentó que le gustaría conocer a Mónica, mi querida y amada Mónica, la de mi historia y del libro que pronto escribiré. Y le dije que cuando supiera de Anna, también querría conocerla. Y es que fue ella quien ayudó a hacerme hombre las dos veces que me hizo falta. La primera cuando todavía no lo era y la segunda cuando olvidé cómo se era.
Todos necesitamos de otros para marcar nuestra vida, para convertirnos en lo que somos. En mi caso todos fueron mujeres. Mi nueva amiga podría haber sido una de ellas. Cuando estoy con Jazmin olvido su sexo, su edad, la mía, el mío… A ella le pasa igual. Llegará el día que no será así, espero que entonces sea lo suficiente hombre para saber donde está mi lugar.

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domingo, 27 de junio de 2010

ESTA ESTACIÓN, AHORA EN INVIERNO...

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María Rodés (Una forma de hablar)


“Esta Estación, ahora en invierno, puede tener un tránsito pero, por ejemplo en la noche de Sant Joan puede ser una ratonera. No es tanto cómo han quedado las obras sino la seguridad de esta Estación, porque quedas como en una jaula.”
(Ángels Coté, concejala por ERC del ayuntamiento de Castelldefels, el 26 de Noviembre del 2009)

La respuesta de ADIF no tuvo desperdicio. Dijo que era el modelo de otros muchos lugares y que “generalmente” esta problemática no se viene produciendo.
“Generalmente”... una palabra lo suficiente ambigua para que los jerifaltes puedan seguir haciendo las cosas con el culo sin comprometerse.

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“Si siguen bajando los salarios en la alta Administración, pronto solo llegarán los analfabetos a la dirección del gobierno”
(Miguel Boyer, el estúpido que nacionalizó RUMASA con el culo, porque no le caía bien Ruiz Mateos y que luego nosotros tuvimos que devolver con intereses e indemnizaciones.)

Quizá fuera mejor así y en cambio de importar mano de obra para hacer pisitos, trajéramos economistas de Brasil o Chile, que cobran menos y trabajan mejor.

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Murió Saramago, premio Nobel y escritor excelso. Pudimos ver la noticia bien documentada y con entrevistas y reportajes en las televisiones públicas. Las privadas siguen estando, cómo no, más por Jesulín y su ex, por la Pantoja y sus problemas, que por el genial y comprometido escritor
Y... ¡OH! Aún hay quien dice, desde la inteligencia que le da el cargo, que se debe privatizar la televisión pública, sobre todo ahora que bate todos los récords y roba audiencia a las privadas.

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Hoy he salido del Hospital donde Amara se halla ingresada, a la búsqueda de una pastelería. Mi compañera quería regalar bombones a sus amigas, que la cuidan y protegen de manera increíble. Me ha costado dar con una. Es un barrio de moda, rico y de tiendas guay para gente con pasta gansa.
En pleno sábado y en la Diagonal barcelonesa, tiendas que pagan alquileres millonarios vacías de gente y repletas de cosas muy monas, que nadie sabe para qué sirven.
No sé cómo va a terminar la cosa. Antes mis predicciones económicas tenían fama y esa no ha sido una excepción, pero a partir de ahora todo es posible y depende de quien gobierne, la sociedad se puede quebrar. Nadie tiene la solución, ni los unos ni los otros, y hasta dentro de muchos años, tantos que quizá yo no lo vea, no se volverá a vivir como antes.

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miércoles, 9 de junio de 2010

VOMITARÁN Y MEARÁN SOBRE NUESTRA TUMBA

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            (Recomiendo visualizarlo en tamaño grande)


Merkel previene, eso está bien, lo malo es que el motor ha dejado de serlo. Eso ha dicho a sus socios: que cada uno aguante su vela. De ahí al proteccionismo va un paso, primero el de capitales, que ya debería haberse hecho, luego el gravamen a las importaciones de fuera de la Unión, más tarde otro más pequeño para el interior.
El Euro se habrá ido a tomar viento a las primeras de cambio, por encima de todo, por la vagancia y estupidez de los que dirigen el cotarro.
Ya lo decían los americanos: ¿cómo van a tener una moneda si no saben lo que es?

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El mar se muere y el clima se va a tomar por el culo. Los científicos han echado cuentas y han descubierto, por fin, que la cosa es irreversible.
Irreversible = empeoramiento sin fin, con lo que eso conlleva. Aunque no debemos preocuparnos, Aznar dice lo contrario y el PP, cuando gobierne, dictará un decreto prohibiendo el cambio climático, eso sí, después de haber consultado su constitucionalidad al primo de Rajoy.
Ahora, los que lo han estropeado financiando políticos y medios, -¡OJO¡ eso no es soborno- ya están diseñando el nuevo negocio: montar plantas de reciclaje del aire que respiramos, de enfriamiento global. Y nadie les dirá nada, en todo caso serán felicitados por el primo de Rajoy. Y los mismos políticos que sobornaron en su día, aprobarán partidas presupuestarias para financiarlos.
Y saldrán biólogos que descubrirán procedimientos baratos, casi gratuitos, que solucionarían el problema; pero las corporaciones, de la mano de los mismos políticos, comprarán las patentes o las anularán, después de una buena campaña orquestada desde los mismos medios. Los desprestigiarán, dirán que son chiquilladas, que cómo se puede solucionar un problema tan grave soltando cuatro bichitos. Ellos dan garantías y están asegurados por una gran compañía, cuyas acciones, casualmente, están repartidas entre ellos y financiada por los gobiernos. Cómo van a arreglar el mundo cuatro iluminados, si no saben como se estropeó y nosotros sí. Eso dirán los que lo han estropeado para mantener el tinglado.

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La ley es igual para todos. Si usted, ciudadanito de a pie, votante estúpido, le da una propina al urbano, será acusado de intento de soborno y le caerá el pelo; pero si se la da al Palau para financiar el coro de Nabuco, aunque, nadie sabe cómo, la pasta fue a parar a la caja de un partido, para financiar cursos de verano sobre cómo manipular la Constitución, esa que salió tan incómoda, nadie sabe por qué; que, después de todo, uno de los ponentes es el abogado de la casa.
¡La leche!
¡Qué lío!
Sigamos...
Y decíamos que el dinero, en su totalidad, -que con el partido mejor no llevar doble contabilidad- sirve para lo que sirve. Pero... mira por dónde, el que lo donó recibió un encargo multimillonario.
¡OH! Pero todo es legal. Ha sido una coincidencia, una casualidad, que la cifra fuera exacta y estuviera en una agenda. Eso dice el portavoz, el que ya, de tanto embaucar, ha perdido el hilo y se lía en una maraña de palabras sin sentido, que solo entiende su jefe o eso dice que dijo.
Y dicen que se ganó en concurso. Y, claro, el problema vino cuando la empresa anunció un desajuste presupuestario con el que no contaba, ya que el conseller de turno, ¡OH! casualidad, el mismo que ahora es portavoz, se lió con la obra y no contó con el socavón y la arena que se utilizó de relleno.
Bueno... la cosa es ésta: usted financia el coro de Nabuco y no se preocupe del tema, la obra es suya y nadie va a decirle que soborna. Todo está claro y los papeles lo atestiguan. Legal y limpio como una patena.

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Si la petrolera de bandera financia el estudio sobre el vuelo de la perdiz con cuatrocientos millones, repartidos entre cuatro científicos y otros tantos anunciantes, no es soborno, aunque esos, al hablar de perdices, se les vaya la olla y terminen publicando y publicitando sesudos estudios, sobre el beneficio que aporta la planta de reciclaje diseñada por la misma petrolera.
Mientras tanto, y aunque otros sesudos científicos hayan demostrado que la energía nuclear es dañina a medio plazo y mortal a largo, que es la más cara y menos rentable, que se necesita un impuesto especial para pagar el montaje, otro para mantener el mamotreto y otro para desmontarlo, Felipe y su camarilla, que viven de eso, dice -nadie entiende cómo un abogado laboralista sabe tanto- que es la más limpia, segura y barata; y presiona e influencia para que las instalen como setas.
Pero tranquilo... eso no es corrupción ni soborno, solo es cobrar una comisión por promover un producto.

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Nuestros descendientes, eso si los tenemos, vomitarán y mearán sobre nuestra tumba. Después de todo es lo único que les dejaremos.

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domingo, 23 de mayo de 2010

UN ÁTOMO DE LA CAGADA DE UNA GALLINA CÓSMICA

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Hoy, mientras escribía sobre el Pakistán que conocí, Lahore, Karachi, Pindi y la Cachemira del norte, del Hindu Kush; razonaba conmigo mismo sobre la transigencia, la integración y la diferencia.
Ahora que empezamos a conocer el cosmos, que discutimos sobre la posibilidad que existan multitud de universos que nacen y mueren constantemente, compuestos de millones de galaxias; que sabemos lo poco que somos: un pequeño grano de arena de una de las más pequeñas playas, que a nosotros se nos antoja de una enormidad imposible de mesurar.
Y somos como un átomo de la cagada de una gallina cósmica, y en su interior vivimos como podemos, codeándonos unos con otros, aprisionados en nuestras costumbres e idiosincrasias, haciendo bandera de ellas para diferenciarnos.

A medida que avanzo en la historia y remuevo mis recuerdos, descubro lo niño que fui y lo que hoy daría por volver a vivirla, quizá para morir o seguir viviendo, pero seguro que para dejar mejor huella.

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Dicen algunos que se hacen decir sabios, que la vida es más lo que imaginamos que lo que vemos. Y ni lo uno ni lo otro, puesto que lo que vemos es lo que nuestros miedos y deseos imaginan.
La realidad es una y simple, y está a la vista para quien quiera verla y no tema tocarla ni enfrentarse a ella.

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“Un hombre tan curioso como avispado. Llamamos a su puerta, cerca de la de arco en punta que abría el barrio, que de tan antigua no me atrevo a datarla. Por entonces ya nos reíamos al ver la sorpresa de la gente, cuando nos descubría europeos. Nunca hubiésemos imaginado que pudiéramos adaptarnos con tanta facilidad, no era solo la vestimenta, también la manera de estar, de dirigirnos a la gente. Y Hamid fue uno de ellos.
De edad. Tendría setenta o más, y eso que los paquistaníes del barrio aparentaban más de la que tenían. Después de leer la misiva levantó la vista y nos miró de arriba abajo. Parecía que estudiase nuestra posibilidad de supervivencia y, por lo que dijo después, no quedó muy convencido.
Ni siquiera hablaba en urdu, aunque lo conocía perfectamente. No hacía falta, a un lado su nieto nos traducía lentamente en ingles todo lo que decía, tan limpio que hasta yo entendí algo de la conversación.
-¿Unos jóvenes europeos que quieren viajar hasta el límite de la alta Cachemira?-
El nieto sonreía, percibía nuestro desconcierto, ya que por el tono parecía una pregunta unida a una reprimenda.
-Además de valor y pericia, necesitarán suerte para sobrevivir-
Anna sonreía con una tranquilidad que desarmaba al más pintado. Ya no se cubría la cabeza, había descubierto que no todas las mujeres del barrio lo hacían. El abuelo la miraba con cuidado, como si sintiera vergüenza o miedo de caer en pecado. En aquel extremo de Lahore, que la gente consideraba poblado de antiguos habitantes de la alta Cachemira, debía predominar la etnia panyabí, eso nos dijeron en el centro, cuando ellos sí lo eran. Sin embargo, podíamos pasar absolutamente desapercibidos, la gente es alta y de rasgos angulosos, distinta a la que habíamos visto en el resto de la ciudad; abundaban los ojos claros, entre ellos muchos rubios de fuerte parecido al típico nórdico; también habían pelirrojos. Los morenos tenían nuestras facciones y su tez era igual de clara que la nuestra, bastante menos oscura que en el centro de la ciudad. Un nazi la reconocería como una rama virgen de la raza aria.
Una vez más leyó la nota y nos preguntó si teníamos donde dormir. Respondimos que no, pero que buscaríamos algún sitio en el barrio. Y levantó los ojos simulando desesperación, como diciendo que no teníamos solución.
El nieto nos acompañó a una casa de dos plantas y de mala apariencia, donde según su abuelo daban buena comida y alojamiento. En mi vida hubiera imaginado que existiera algo así. Nos preguntaron si éramos matrimonio y respondimos que sí. No teníamos ningún interés en un lugar como aquel dormir separados. En primer lugar había que andar con cuidado, pues el suelo estaba roto y en algunos lugares había que andar por encima de las vigas desnudas. Y pensé que debía beber poco, no fuera que a media noche tuviera ganas de orinar, pero eso era lo de menos; y es que el urinario, como en muchas casas, estaba en el exterior. En segundo lugar también debíamos tener cuidado con las vigas, algunas no hubiesen aguantado mi peso. En la sala principal, que hacía de comedor, la mesa se apoyaba con tres patas sobre las tablas de madera y una sobre una viga. Un pequeño golpe y se iba abajo. Probablemente Hamid había decidido que supiéramos lo que nos esperaba, antes de emprender el viaje.
En Pakistán se come admirablemente bien con relación a sus vecinos. Según nos contaban los pocos viajeros que habíamos conocido, la cocina paquistaní era superior y mucho más rica que la india, sus platos más elaborados y sazonados con más maestría. Nunca tuvimos problemas a la hora de comer y nos gustaba encontrar nuevos sabores.
La cocina de Karachi es una amalgama de todas. En todo lugar te hacían platos de cualquier región paquistaní, a cada cual más sabroso y distinto. Por tal cosa no nos extrañamos que allí sirvieran platos completamente distintos a los que habíamos probado hasta entonces, más suaves todavía y muy bien cocinados; lo que no esperábamos es que la mesa estuviera llena de comensales, todos hombres. La intuición hizo retirarse a Anna, que la miraban de mala manera. Me acerqué a la cocina y las vi allí, arremolinadas alrededor de una pequeña mesa, todas con la cabeza cubierta. Al volverme vi como los hombres introducían la mano en la misma fuente, llena de arroz, verduras y carne. Al principio quise marchar, me sentí muy violento, sobre todo por mi compañera. Si aquello era lo que nos esperaba, prefería mil veces olvidarme del viaje. Anna se reía al ver mi cara y ni corta ni perezosa entró en la cocina y, de allí, al momento se levantaron voces, saludos y risas. Un tipo más arrugado que una pasa de Corintio me hizo sitio, se le notaba violento. Anna, con su flequillo, sus gruesos labios, su sensualidad, su arrebatadora juventud y su manera de mirar y ser tan fuerte como desafiante, se había convertido en una provocación para aquellos tipos. Tomé asiento y en un momento de lucidez entendí que debía pedir disculpas. Con palabras inglesas y el apoyo de la mímica les hice saber que en mi país, España, nuestra costumbre era comer en la misma mesa y que la mujer fuera descubierta. Poco a poco fue disipándose el recelo. La comida era excelente desde mi punto de vista o paladar, el único problema era su poca higiene. Comí pequeñas tortas de pan, que utilizaba de envoltorio y para coger el arroz y la carne, también unas rugosas y sabrosas croquetas que habían puesto en tres platos sobre la mesa, y agua y té de bebida. El té nunca me había gustado, pero desde el principio entendimos que era mejor tomarlo antes que beber agua sin garantía.
Uno de mis acompañantes, igual para romper el hielo, para sentar una cercanía o para demostrar que no eran tan machistas, reconoció que en su casa, las mujeres comían con los hombres e iban descubiertas; en poco rato y con asombro descubrí que solo uno de ellos mantenía la costumbre. Me abstuve de hablar, primero porque no entendía y segundo porque comprendí que era el menos indicado. Pero, tal como discutían y la ferocidad que empleaban, me di cuenta que el extraño no era yo sino el machista, al que recriminaban de algo que no entendí. Uno de ellos, al verme apartado, me explicó que sus abuelos, bisabuelos... nunca habían excluido a las mujeres, que eso era nuevo.
Por la noche Anna me dijo que con la discusión, en la cocina se respiraba tensión y malestar, se hablaba poco y nada sobre el tema; que aquella sociedad era cobarde y débil, sobre todo las mujeres. La vi tan irritada que le propuse anular el viaje, aunque tampoco estábamos seguros de poder realizarlo.”

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miércoles, 19 de mayo de 2010

EL TIEMPO

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Hace tiempo, un par de meses más o menos, empecé mi libro. Me decidí después de constatar que estaba preparado, tanto psíquica como intelectualmente.
No es fácil. Antes de darlo por bueno, estoy seguro que cambiaré capítulos enteros. No es lo mismo publicar unos cuantos artículos en un blog, mal primero, regular después y soportables al final, que escribir un libro; y más de la magnitud de este.
Llevo 48 páginas del Word, 28.800 palabras. Salteo la historia en dos tiempos, el primero a partir de una fecha muy lejana, el segundo a treinta años. En el momento que el primero alcance al segundo, la historia habrá finalizado. Y pienso que no he llegado ni al 20% de lo que tengo por contar.
48 páginas de Word parecen pocas para dos meses de trabajo. No es así, piensen en lo que publico aquí y en “un gato” durante el mismo espacio de tiempo, sumen y verán que no le llega ni a la suela del zapato.
No leo, ni siquiera repaso lo ya escrito hace uno, dos, cinco años para documentarme. Escribo con la memoria como guía, y con la experiencia y los consejos recibidos durante estos años de blog. A veces me salto los cánones. La historia lo merece, pienso, porque me sale así, tal como creo haberlo vivido. Otras veces rectifico y me ciño a un estilo más enciclopédico, si a eso se le puede llamar así.
Hace unos días y tomando una copa con Joan, este me dijo... –Dice Amara que estás escribiendo un libro, el tuyo. Se supone que cuentas tu historia-
Y respondí, con todo el amor, lo que mi viejo amigo-hermano quería escuchar.
-Es como una novela y los nombres serán ficticios-
Y claro, no es así excepto en los nombres. La historia es tal como fue y en primera persona.
Joan es, por encima de todo, perspicaz, y, como es natural, no terminó de creérselo.
-Por lo menos me dejarás bien-
-Tal como eres- respondí.
No lo vi muy contento ni tranquilo. Y tanta alarma no la entiendo, después de todo, dudo que encuentre alguien que quiera publicarlo, y eso cuando lo termine.
Mis amigos creen que eso de escribir un libro es publicarlo. Tal vez sobrestimen mi pericia y den por hecho que me sobran contactos.

Nunca escribiré como mi maestro, lo sé y me conformo, me faltan los estudios necesarios y el tiempo.
El tiempo... eso es lo que me mata, nos mata a todos excepto a los africanos. El tiempo allí no corre, solo transcurre como el río de Sidharta.
El tiempo es lo que me impide seguir escribiendo en este sitio, con la asiduidad que me gustaría.

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jueves, 29 de abril de 2010

NACIONALISMO Y ENDOGAMIA

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El 23 fue Sant Jordi, el patrón de Aragón, Catalunya y unos cuantos más. Es tradición, según se cree desde el siglo XV, que el catalán le regale una rosa roja y una espiga de trigo a su enamorada. La rosa simboliza pasión y la espiga fertilidad.
El día del libro fue instaurado en 1926 por Primo de Rivera, aconsejado por un editor valenciano o catalán, según se vea, ya que vivía en Barcelona. Se escogió el 23 de Abril por la coincidencia de la muerte de Miguel de Cervantes, aunque en esta fecha también muriera William Shakespeare, y la ONU, en 1996, lo declaró día mundial del libro.
Es curioso que, aun siendo una efemérides nacional declarada por el Estado español, solo se celebre en Catalunya, aunque tengo entendido que ahora se han sumado algunos rincones del país.
Un turista italiano, impresionado por el espectáculo de tanta tienda y tenderete rebosante de mujeres husmeando libros, y de tantos hombres con una rosa roja en la mano, me dijo después de preguntarme por una dirección y por la historia de dicha tradición: “el intercambio de una rosa por un libro es sintomático de la humanidad de un pueblo”.
Tan bella frase merecía ser guardada, de tal manera que a los pocos minutos y habiendo llegado al trabajo, la escribí en un papel. Hoy la edito en este blog, propiedad de todo aquel que sienta la diversidad como enriquecimiento humano y motivo de unidad en contra de desunión.
La falta de respeto por la cultura de los demás, sus peculiaridades, su idioma, su idiosincrasia amputa la libertad y la diversidad.
El nacionalismo conlleva exaltación de lo propio por encima de lo ajeno; pretende, primero, la superioridad de una cultura sobre las demás y, después, el desprecio y su aniquilación. El nacionalismo exige la uniformidad cultural, mediante la absorción de los que considera débiles o minoritarios; teme la diversidad porque la cree enemiga; es cobarde y piensa que debe combatirla por su propia supervivencia. Y utiliza la fuerza y leyes hechas a la medida sobre la palabra, porque teme ser vencido por esta.
La cultura del nacionalista mengua por si misma, y al rechazar la aportación de sangre nueva, de ideas frescas, se debilita y muere.
El nacionalismo es endogamia con todo lo que eso representa.
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Estoy seguro que cada uno sacará su particular conclusión sobre la idea, por lo que temo, más divertido que preocupado, que más de un nacionalista, seguidor de una u otra bandera, solo verá reflejado a su vecino en el tema.

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domingo, 11 de abril de 2010

DE PASEO

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Acabo de llegar de un paseo en bici, desde mi casa hasta el delta del Llobregat, y he vuelto por el aeropuerto, para filmar algún avión pasando sobre mi cabeza.
El río es más bello y fecundo más arriba, a partir de Sant Boi. La Generalitat intenta regenerar el río y sueña con un delta, el que existía antes que el hombre se lo cargara. Misión imposible, porque “on no ni-ha, no pot rajar” (donde no hay, no puede manar).
El Llobregat está irremediablemente perdido y lo más que se puede conseguir es convertirlo en un bonito paseo; y su delta es un desastre medioambiental, con un avión por minuto pasando a su ras. Es ilusorio pretender que las aves se recojan allí.
Veo un mirador parecido a un torreón, un vallado que preserva el parque y gente mirando, poca; y es que por lo que hay no vale la pena: unos cientos de gaviotas que reposan en su playa particular. Desde el delta hasta Cornellá solo veo una zancuda y dos ánades, la primera probablemente despistada. Hay muchas más en los espacios verdes de los muchos nudos de carreteras de los alrededores, donde circula mucho coche pero ningún avión. El día que los coches vuelen también se irán de allí.
De Sant Boi para arriba hay más, no muchas, pero se ven; y se esconden del hombre, atemorizadas, aterradas diría yo. Y es que allí no hay vallas, pero sí mucho envase, plásticos, restos de hogueras y de pequeña chatarra.
El hombre, si quiere conservar la naturaleza, solo tiene que construir reservas con alambradas para él y sensores adaptados a su naturaleza, torreones de vigía y guardas armados para evitar que las asalten los empresarios inmobiliarios.

Y a la vuelta me he encontrado con Fátima paseando su perro. Al principio no la reconocía. La velocidad y que iba en bici como yo y el pobre can corriendo detrás, me han despistado. Ya no limpia nuestra escalera, lo hace su compañero, que viene en una bici pequeña y plegable.
Hace poco coincidí con él, yo bajando la mía para ir al trabajo y él subiendo la suya para evitar desaprensivos y amantes de lo ajeno. Me sonrió... Parece que un tipo de mi edad no liga con una bici, y menos como la mía. Es un tipo callado, con barba corta y bien arreglada, pero aquel día se mostró receptivo. Como siempre lo saludé con los buenos días y él, en cambio de responder con su habitual murmullo, dijo... ¿eres el amigo de Fátima, verdad? No dijo nada más, pero se le notaba más contento de lo habitual.
Paramos... nos saludamos... está preciosa, ya no lleva el maldito pañuelo. Al poco veo su compañero y una pareja de amigos, a todas luces del país; también llevan un perro corriendo tras suyo. Son jóvenes como ellos y visten con despreocupación, se les ve relajados y muy amistosos. Me gustan...
-Hola Pau, sabes... espero un hijo, aunque es posible que mi compañero ya te lo haya contado-
Qué quieres... soy feliz. Esta chica me motiva, siento algo especial por ella, es de las pocas con las que no me habría molestado tener una aventura. -Qué manera más tonta de decir que me atrae- Ella lo sabe, las mujeres lo ven en la mirada del hombre, de la misma manera que nosotros lo vemos en las suyas. Nunca lo intenté, hubiese sido un error, tan garrafal como inútil.
Le doy un beso, un pequeño y suave abrazo.
-Sí, algo me contó, pero no lo entendí muy bien-
Se ríe... entiende el mensaje, Fátima es lista y conoce a su compañero.
Hay tíos que para entender lo que dicen no basta con saber idiomas.
Antes de despedirme miro su barriga...
-¡Uyyy! Aún no se nota, solo hace un mes que lo sabemos-
Calculo... De haber sabido leer mentes, hubiese sido el tercero en enterarme.
Les deseo suerte y me despido, no sin antes pedirle al tipo que me avise ante alguna novedad. Esta vez estaré preparado, aunque quizá me sorprenda.

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martes, 6 de abril de 2010

DE ERÓTICA

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Amara mejora con lentitud.
Demasiados años de dolor, demasiada medicación, su cuerpo ha sufrido mucho y hay que pagarlo. Eso dice el neurocirujano de urgencias que hoy la ha visitado. Deberá tener paciencia. Según ella: deberemos; aunque a mi ya no me hace falta, con saber que está curada y el tumor no volverá a atacarla tengo suficiente.
Hoy la ha llamado José. Me lo ha dicho llegando al hospital...
-Estaba emocionado, casi se ha puesto a llorar, Pau-
El viernes llamé a Caso para contarle la mejoría. No lo había llamado sin antes estar seguro, sin verla, tocarla... Y también se emocionó y sentí sus lágrimas a través del auricular. Y llamé a Fito, colega, mentor y amigo de alegrías y fracasos, con el que viajó a menudo por convenciones y conferencias. Fito fue el que movió cielo y tierra para que fuese tratada por quien la operó, para adelantarle la intervención. Y también se emocionó.




A mi amigo Caso le chiflaba Amara, aunque nunca se planteó tener una aventura con ella. Por Helena, su compañera y amiga mía, sabía de nuestras fiestas, costumbres y manera de ver la vida. Y era partícipe ideológico de ello, pero siempre desde la formalidad y la lejanía, hasta que un día, por Joan y el interés de conocer a José, vinieron a una de ellas.
Para Caso la edad era un problema, le hacía sentirse desplazado; sin embargo, la conexión intelectual y sentimental con Amara fue instantánea y nunca tuvo empacho de reconocerlo. Para mi amigo, el atractivo intelectual es imprescindible y el físico una ayuda. En el caso de mi compañera, su unión una bomba, ya que, conocedora de su gusto y la pasión que le profesaba, los combinaba con inocente y natural picardía.
Caso, en las pocas ocasiones que nos veíamos, siempre se asentaba cerca de Amara sin disimulo. Buscaba su conversación y la opinión que tenía de los políticos, banqueros, intelectuales y artistas que había tratado como profesional.
A mi compañera siempre le han gustado los hombres cultos e inteligentes, conversar con ellos de cualquier materia. La diferencia de edad, veinte años más en este caso, no es un problema sino lo contrario, un atractivo añadido.
La manera de expresarse, sus miradas, la preconcebida situación que tomaban durante una cena, charla... nunca de frente o al lado, sino haciendo esquina, eran y aún son dignos de estudio sobre el arte de la dialéctica y la seducción.
Caso, hombre de extrema cultura y vivencias, tan inteligente como bebedor y mujeriego, jugador, borracho y pendenciero. Sabía que debía espaciar sus acosos, romper la conversación para dar un respiro a su joven amiga, que por una parte lo agradecía y, por otra, al poco lo buscaba. Durante estos momentos, Caso aprovechaba para acercárseme. Aquel día también para charlar con José y Joan, casi tan cultos como él. Conmigo hacía para exclamar sobre mi suerte.
- Amara es especial. Cuídala. Es una mujer tan intensa, fuerte, entera... Como te descuides...-
Y yo me reía en mi interior, aunque por fuera sintiera tanto orgullo como poco temor.
Helena y Caso son de las pocas personas que conocen mi vida, no toda, pero casi como Pili.

Aquel día Amara estaba especialmente atractiva. La fiesta debía ser caliente y para ella la presencia de nuestro amigo representaba una sorpresa y un desafío.
- Nunca imaginé que vendrías a una de nuestras fiestas-
Un fino y corto vestido de algodón blanco de bambula, tan suave como sugestivo por su equívoca transparencia.
¿Llevaba algo debajo?
No lo parecía, tampoco podía asegurarse.
Estábamos hablando en compañía de mis dos amigos; y ella, recién llegada de su guardia hospitalaria, se acercó insinuante mirándolo fijamente a los ojos. El borde del escote justo le cubría la aureola de sus pezones, sus preciosos y turgentes pechos soportaban la prenda, que se movía con una cadencia que hasta a mí me erizaba el vello. La flojedad de los finos tirantes demostraban su inutilidad, y el deslizamiento que la gravedad les demandaba, era contrarrestada por gráciles movimientos de hombro, que uno no sabía si provocarían su definitiva caída o servirían para resituarlos donde su dueña aparentaba querer.
El cabello, su simpática manera de soplar para quitárselo de encima; los ligeramente gruesos labios y la provocativa forma que les infiere al expresarse; el típico y gracioso movimiento de su nariz, que nunca he sabido como lo consigue y sabiamente raciona.
- ¿De qué habláis?-
Y yo, rápido y con intención, mirándole con descaro el soberano escote...
- Del por qué la erótica-
- ¡AH! Precisamente de eso os puedo dar una conferencia. Hace poco asistí a la que organizó Anna en el colegio de sicólogos sobre la materia-
Helena y Caso marcharon después de cenar. Aquel día hubo mucho sexo, todo oral, no del típico sino del hablado. El ambiente era puro fuego, una mezcla de enciclopedismo y erotismo como nunca había visto, oído, sentido...
Al despedirse, mi amigo me confesó que pocas veces había hecho el sexo con tal intensidad.

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martes, 30 de marzo de 2010

DE BICIS Y JUVENTUD

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Y mientras escribo estas líneas, pienso en todo lo que ahorramos a esta juventud y la pobre democracia que le dejamos en herencia.



Para a mi lado, mira la bici, me mira, sonríe...
-¡Qué guapa!-
De ojos vivarachos, simpática, muy joven y morena; lleva una mochila en la espalda y su bici si que es guapa.
Es de suponer que su observación obedece más a su simpatía que a la ironía. No es el primero que me dice lo guapa que es mi bici.
-Es una cucada- le digo con cachondeo -la bici de un ex hippie venido a menos-
Y se ríe con ganas.
Mi bici es amarilla con realces de un verde claro aceituna. Cuando la compré Amara me dijo... –Solo falta que le pintes unas flores para que sea la bici de un ex hippie colgado de una parra- Y es que mi compañera siempre ha sido muy precisa en sus observaciones. Sobre la rueda trasera le instalé un cajón de frutas negro y dentro llevo mi mochila de lona verde kaki atada con pulpos.
Mi bici es todo un cromo, la compré en Decathlón un día aciago. No se lo recomiendo a nadie, nunca había visto tanta basura cara simulando ser barata y con un servicio de postventa tan penoso como inútil.
Estamos al principio de la Gran Vía, en la nueva ciudad judicial, esperando el semáforo en verde. La chica sale disparada cruzando el primer cinturón. Mira para atrás y sonríe. Me desafía...
El viento de cara... y lo que hasta ahora me había parecido llano se convierte en subida. La niña vuela y yo tras ella por el carril bici. No hay un alma, es una semana tonta y son las siete y media de la mañana. El último repechón hasta el semáforo de la plaza de España es mortal. Para mí que era una cuestecitlla de nada, pero ahora tengo claro que no.
Mantengo la calma, respiro profundamente... La imagen ante todo, me digo.
-Lo dejaremos aquí. A mi edad ya es suficiente-
Parece mentira, con el aire que pega y lo fresco que es, y sudo como un pollo. Seguro que mi cara está colorada como un tomate.
La chavala, fresca como una lechuga, sonríe...
-No ha estado mal. ¿Qué edad tienes?-
-Cincuenta y ocho-
Abre los ojos, se ríe... La niña es simpática y su risa contagia.
-¡Anda ya! No lo parece-
-Pues ya ves... los llevo por dentro y otra carrera como esa me costaría diez más, y he de llegar a Pueblo Nuevo más o menos entero para poder trabajar-
Debe ser mi cara, debe ser mi manera de hablar, pero lo cierto es que la tía no para de reír. Me recuerda a los amigos de Al, como nos divertimos y departimos; pero esta chica es algo más joven, quizá tenga veintidós o veintitrés.
Y me suelta el mejor piropo que nadie me haya dicho nunca, el que a un tipo de mi edad le toca todos los sentidos.
-Con veinte menos debías ser un fenómeno-
Y se despide.

Menos mal que el Paralel es de bajada, que si no llamo al transportista de la empresa, para que venga a buscar la bici de marras y lo que queda de mi. Ya veremos como planteo el paseo marítimo y las calles de Pueblo Nuevo.

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jueves, 25 de marzo de 2010

EL ÚLTIMO DÉSPOTA

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Tema extraído de "Documentales gratis".


Documental producido por la cadena británica BBC y poco difundido en otros países, sobre la intensa labor del Vaticano y el Papa Benedicto XVI para encubrir el abuso sexual a menores por parte de miembros de la Iglesia Católica.
Se habla del documento en latín Crimen sollicitationis del Vaticano, fechado en 1962 y que durante 20 años fue responsabilidad directa del hoy Papa Benedicto XVI, entonces cardenal Ratzinger. En el documento se ordena mediante el secreto de confesión callar a los niños, a los sacerdotes implicados y a los testigos bajo pena de excomunión.

En el 2001 Ratzinger envía una corrección del documento original, que hoy en día sigue en vigor. Todo en él sigue igual menos una cosa: El Vaticano se arroga la competencia exclusiva de estos casos expresamente. Lo transmite como orden a todos los obispos del mundo, los mismos que luego le elegirían Papa.
Los obispos colaboraron y colaboran en el amparo del delito de la pedofilia ocultando los casos, trasladando de iglesia a los pedófilos, e incluso pagando en algunos casos a víctimas para callarlos. Un sacerdote durante diez años encargado de callar a los niños en EEUU, afirma que disponía para ello de 5,5 millones de euros al año. La información sobre estos asuntos se enviaba y aún envía al Vaticano mediante los nuncios, los embajadores del Vaticano en cada país, para aprovecharse de la impunidad de las valijas diplomáticas. Al menos siete sacerdotes buscados por la justicia norteamericana, están escondidos en el Vaticano o con su ayuda. Algunos de ellos fueron trasladados a diócesis sudamericanas y de otros países del tercer mundo, permitiendo que siguieran cometiendo delitos sexuales.

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jueves, 18 de marzo de 2010

FELICIDAD

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Directors: Ron Winter. Producer: Alicia Van Couvering
DP: Jody Lee Lipes. Animation: Ron Winter, Ian Wilmoth
Rarechords 2009




La intervención ha sido un éxito. El haz de nervios ha sido liberado y los sensores que los médicos habían introducido en el cuerpo de mi compañera, han detectado la mejoría de inmediato. En contra de lo que se temía, ningún sistema había sido dañado por el tumor y este ha podido ser completamente extirpado.
Nadie esperaba semejante recuperación, ni siquiera los médicos que la han operado.
Me dice Al que hoy la ha visitado todo el cuadro médico, desde los internistas hasta sus tres cirujanos.
A las treinta y seis horas ya paseaba por los pasillos y a las cuarenta y ocho Amara volvía a ser la de siempre, bromeando con sus vecinos y alternando con médicos y enfermeras, como colega y no como paciente.
Ha cenado en la habitación en compañía de Mónica y mía, luego hemos paseado y, sin darme cuenta, me he situado entre las dos. Y me doy cuenta que sienten lo mismo que yo: placer y emoción, y las miro y sé que también se les eriza el vello. Cuando estamos juntos nos sentimos más completos.

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Escribo mi historia con dificultad, pero no por relatarla, que la tengo impresa en mi memoria y sale de mi mano sin apenas esfuerzo, sino por la falta de tiempo y que, a medida que avanzo, hasta a mí me cuesta creerla.
Hay párrafos que me cuestan horas y otras veces me sale una página entera en pocas. De vez en cuando paro y recuerdo... olvidé aquella anécdota tan importante y debo introducirla en el texto ya redactado.
No es bueno ir tan rápido, y, sin embargo, con veinte páginas y habiendo empezado la historia con dieciséis años, todavía no he pasado de los diecinueve.

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domingo, 7 de marzo de 2010

PRÓLOGO

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Habana Vieja


Hace poco, al salir del Metro di de bruces con un viejo amigo, filósofo y escritor.
- ¿Qué tal con tus viajes por Madrid?- Me pregunta.
Y es que la última vez que nos vimos llegaba de allí y ya estaba pensando en volver.
Mi amigo, enamorado de Amara, cómo no, fue uno de los que asistió a la gran fiesta, algo que me sorprendió agradablemente, y le regaló un largo poema, de los más bellos que haya leído nunca.
Tenía tiempo, llovía. Entramos en un bar para tomar un café y charlar un rato.
Hablamos de Madrid, de “la movida”.
La movida... Qué idea tan insustancial, pienso.
La movida madrileña fue un invento mediático, más que nada para contrarrestar el enorme auge cultural barcelonés de finales de los setenta a mediados de los ochenta.
- ¡Qué diferentes somos!- Le digo. -Voy a Madrid, entro en un bar a tomar un café, encuentro al camarero hablando con un cliente y, al servirme, me da razón de su plática. ¿Dónde has visto algo así en Barcelona? En ningún lugar. Nunca-
- Eso no es cultura- Me dice.
- No, claro, pero es la llave para ser la mejor de todas-
Nadie entiende mi razonamiento. Es complejo.
Aquí la gente “de cultura” se encierra en su urna. Solo sabe mirarse el ombligo y circunscribirse en su entorno cultural. Tiene los días contados.
Allí solo tienen un problema: la crispación. Se han creado dos bandos: el facha y el progre, y no se soportan.
En Madrid todo es extremo. Los fachas son muy fachas y los progres muy progres. Lo más curioso es que los primeros no se consideran fachas. Es como Pinochet, que no se creía dictador y asesino.
El día que lo superen se comerán el mundo.


A mi vuelta con el Metro pienso en mi viejo amigo, cómo éramos y nos hicimos. Caso tiene bastantes años más que yo, como quince. Un tipo interesante, de aquellos que tanto gustan a Amara y a los que tanto atraía. Mi amigo nada tuvo que ver con mi mundo. Lo conocí en unos momentos duros, me había arruinado y trabajaba en todo lo que podía darme dinero. A partir de entonces como matón y cobrador de imposibles. El que me contrataba tenía mucho cuidado. Sabía que podía confiar en mi, pero solo con trabajos de una característica especial: estafadores, gente que por ser dura se creía con poder de no pagar, gracias a cualquier subterfugio; chulos que habían visto muchas películas, que trepaban a costa de la candidez y el hambre de otros. Sabía que debían mucho a muchos, que estaban forrados y con el dinero a buen recaudo. Los hijos, la mujer, la amante... La comisión era grande, tanto como la dificultad y el riesgo, pero necesaria. Debía pagar mis deudas y empezar de nuevo.
Lisboa, Madrid, Valencia, Barcelona... hasta en un yate con guardaespaldas, que ya habían apalizado a un acreedor conocido. Y hoy, al recordar, me río de mi mismo.
Para algo debía servirme saber cómo informarme, llegar y que punto tocar. Tenía que ser mi último trabajo y era más favor que necesidad. Aquel tipo puso una dificultad añadida, no obstante haber sido avisado. Si no cedía mis honorarios serían mayores y los pagaría el. Y así fue. Parte de mi segundo velero salió de allí.
Al cabo de un tiempo lo encontré. Se había introducido en mi mundo con la adquisición de una gran tienda al mayor. Tropezamos en una feria, nos saludamos y me dio su tarjeta...
- Me interesa tu producto. Podrías enseñárselo a mi encargado de compras-
Mandé a mi socio. El tipo tenía mala fama, tanta que S tuvo reparos en visitarlo. No te preocupes, le dije, te pagará al contado.
Duró poco. La enfermedad, producto de la vida que llevaba, se lo comió.
Después de mi recuperación, mi primer cliente fue uno de los agradecidos por haber cobrado de un imposible y mafioso. Y me compró y ayudó con diseños, modelos y facilidades para encontrar proveedores. Hoy aún es cliente y buen amigo.



La vida da muchas vueltas. Mi amigo, escritor y antiguo columnista de literatura; jugador, borracho y poeta, fue el que me introdujo en aquel mundo. No sabía nada de mí, para él solo era el amigo de su compañera. Le caí bien, me dijo que daba la talla, que probara. No podía imaginarse hasta dónde estaba dispuesto a llegar, con tal de recuperarme y sacar mi familia adelante; tampoco lo preparado que estaba.
Mucho antes de organizar la fiesta, le comenté a mi amiga mi interés en dar una buena sorpresa a Amara.
- Cuenta con nosotros- Me dijo.
No podía creerlo. Pensaba que la lejanía y falta de contacto habrían enfriado la relación.
Luego pensé que al montarla tan lejos, con hotel, avión, coches de alquiler y tres días de fiesta continua, los echarían para atrás. No fue así y participaron en la fiesta más grande y bella que pueda imaginarse.

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Y justo antes de escribir pensaba cómo somos y nos hicimos.
No recuerdo, de tantos años, como la cultura hippie me afectó hasta tal punto, de hacérmela mía y transformarla a mi gusto.

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lunes, 1 de marzo de 2010

PURO JAZZ

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Esta vez sí, puro jazz en el taller de musics.




Me dice S, después de preguntarme por lo que escribo con tanto interés, que debería hacerme un esquema para no perder el hilo de lo escrito.
- De seguir así te veo releyendo constantemente para no perderte-
No le expliqué que escribía mi biografía sino una novela inspirada en mis experiencias, solo eso.
La tengo en la memoria y la escribo de carrerilla. No sé si podré mantener este ritmo, tampoco lo que tardaré en terminarla, ni si voy a necesitar el esquema. Lo que sí he hecho es una lista de nombres, para no perderme entre los reales y los ficticios.
Me preguntó que cuántas páginas esperaba que tuviera. Respondí que trescientas...
Hoy pienso que es imposible saberlo. Quizá sean mil y necesite tres libros.
La Desordenada y Calma dicen que les gustaría leer este libro. Lo leerán, sea editado públicamente o privadamente; pero lo seguro es que de ser público, por mucho seudónimo con que firme, esta vez deberé disiparme.
Aún no he pasado de los dieciocho y a medida que avanzo se vuelve más profundo y comprometido. Ahora mismo dolería a muchos, mientras que otros no aceptarían como cierto lo escrito, por lo menos mi visión de lo sucedido.

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domingo, 21 de febrero de 2010

UTOPÍA

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Buscando el Círculo de Walker, con respecto al interesante tema de Concha Mercader, encuentro este vídeo de publicidad. Me ha gustado tanto que lo enlazo.

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Ayer cenamos con José, Pere, Susana y Mónica; y hoy debo hacerlo con Joan y Vicki. Terminaré por creer que la cuadratura del círculo es posible.
Por mucho que piense, que sienta... siempre me sorprenderá la intensa amistad que existe entre Mónica y Amara. Ayer vi como sobrepasaba el límite de lo factible y entraba en la utopía. Hasta yo, que la he pretendido y luchado por hacerla realidad, me sorprendo. No es de recibo que dos mujeres hayan llegado a tal límite, habiendo vivido y compartido tanto y tan accidentadamente.
Aún recuerdo cuando Amara, enferma, temía que mi amor hacia Mónica eclipsara el que sentía por ella.
- Tus ojos brillan distinto, los suyos también. Tengo miedo-
Nada puede borrar el pasado. El hombre que lo obvia pierde la sustancia y, con ella, la posibilidad de creer en su futuro, de luchar por él.

El hombre es utópico por naturaleza, pero consciente que debe regirse por rígidas normas para conseguir su objetivo, que inevitablemente lo invalidan. El anhelo por llegar a lo soñado queda solo en eso: anhelo. Otra paradoja sin sentido.
Mónica y Amara demuestran que no existen los imposibles, que se pueden romper todas las convenciones, ataduras, prejuicios... hasta los más íntimos y profundos; en fin, las normas y su maldita rigidez.
A veces pienso que su amor ha superado el nuestro y no siento celo ni recelo. Si nunca lo he hecho, cómo voy a hacerlo ahora ante algo tan bello y perfecto.

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Por fin he comenzado a escribir mi libro. Llevo catorce páginas y aún no he terminado la historia que quiero contar desde los dieciséis a los diecisiete años. Llevo más de diez días escribiendo, repasando; algunos solo consigo escribir un párrafo, otros tres páginas. Y me pregunto cuántas deberá tener, para reflejar cada una de las historias que quiero transmitir.
A estas alturas mi familia sale retratada. No hay engaño, es la realidad, ni un milímetro a la izquierda, a la derecha, para arriba, para abajo. No hay nada que no se pueda demostrar, aunque sea a título personal; nadie puede esgrimir que la perspectiva, depende del lugar del que se mira, cambie la realidad.
De seguir así precisaré tres libros para transcribir la historia que quiero contar. Y será impublicable, a no ser que encuentre un editor lo suficientemente chiflado y la edite sin más.
Espero, si eso llegara a suceder, que coincida con la vuelta al mundo que sueño hacer. Una bella manera de disiparse en el olvido y dejar que otros lidien el toro.

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sábado, 6 de febrero de 2010

DE AMOR

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A veces sueño que me toca la lotería y mando el trabajo a hacer puñetas. Son sueños en duermevela, que se tienen cuando uno no termina de dormir y se recuerdan. Duran poco, quizá un minuto o dos. Al poco pienso que seguiría trabajando como si tal cosa. Me lo paso relativamente bien y demasiada gente depende de lo que hago.
La maldita colección no ha terminado conmigo. Una vez más no me ha vencido. Me temo que algún día será lo contrario. Ha sido la más corta en muchos años, tantos que ni lo recuerdo; sin embargo, ha sido la que más me ha costado en tiempo y esfuerzo. Ahora, más tranquilo y con más sosiego, la iré enriqueciendo con nuevos diseños.

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Vivimos condicionados por una educación religiosa, sobrecargada de tabúes, prejuicios y estúpidas normas que amputan el sentido común.
Siempre me sorprende el amor que siente José por Amara. Pero de inmediato me pregunto el por qué de mi asombro.
La vida amorosa se compone de un conjunto de amores, eternos hoy y efímeros mañana. Y no lo entiendo, mi cerebro no termina de procesar una idea que nos insertaron sin lógica que la sustentara. Y, no obstante, con los años pasados, las enfermedades, las discusiones, nuestro común amor ha sobrevivido y sigue más fuerte que nunca.

Amar de manera absoluta es ser capaz de perder la libertad por el amor del amigo y, también, no exigir el sacrificio de la suya.
La grandeza de Mónica y de Anna es su capacidad de entrega por lo que creen y aman. Mis amigas-hermanas-amantes son de las pocas personas que sacrificarían su libertad por amor. Amara, José y yo seguro que no; aunque tampoco seríamos capaces de exigirla.
Ayer, después que Mónica y José se despidieran, que Vicki llamara como cada día, pensé que habíamos inventado una nueva manera de amor, que no de amar.
He conocido infinidad de gente, original, extraña, sincera consigo y con los demás; pero nunca así, sin extrañarse, con esta naturalidad, sin preguntarse, como yo, cómo es posible haber llegado hasta tal punto.

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Mis comidas en casa del punyabí -los paquistaníes son distintos según su país de origen, no como aquí que, aunque alguno se disguste, somos iguales en casi todo- hacen que recuerde detalles, anécdotas y, sobre todo, sensaciones de mi viaje con Anna a Cachemira. Y hoy, al hablar y pensar en el amor…


De aldea en aldea, de cabaña en cabaña, andando con cortos y negros bastones en bandolera, por senderos, caminos y, a veces, cursos de pequeños pero caudalosos ríos, por los que intentábamos pasar el menor tiempo posible, pues son los lugares donde el oso y el leopardo van a beber y cazar sus presas. Que a la bestia puedes engañarla con un palo siempre que esté lejos, pero de cerca sabe que no es un arma.
Y recuerdo a los dos pastores que, al ver nuestro calzado, nos ofrecieron el que guardaban en la cabaña para casos de apuro y, como en poco tiempo, nos tejieron algo parecido a unos calcetines de lana entremezclada con pedazos de algodón. Y recuerdo su habla tan melódica como incomprensible, pero que nosotros entendíamos sin darnos cuenta. Y sus canciones…
Las canciones unen a la gente y son muestra de hospitalidad y comprensión. Nunca sabíamos que historia contaban, pero las hacíamos nuestras y sentíamos lo que ellos sentían al cantarlas.
¡Y cuán fuertes éramos, que no sentíamos dolor ni cansancio!
Y aun habiendo estado tan enamorado de Ángela, tanto que acometí aquel viaje por ir tras suyo, pronto descubrí lo que es el amor y su significado, tan distinto a la pasión o a la visceralidad de la empatía física.
Anna y yo no hicimos el sexo en todo el camino, en cambio no nos cansábamos de hacer el amor. Pasábamos las noches acariciándonos, abrazándonos, muchas veces desnudos. Nos lavábamos mutuamente en los ríos o, a poder ser, en los lagos producto del deshielo, ya que el sol de la mañana terminaba calentándolos.
Calentándolos…
Aún recuerdo su frialdad y como gritábamos y nos reíamos.
Y recuerdo limpiar su piel con mis manos, con tal delicadeza que era caricia, y su estremecimiento de placer. Y ella a mí. Y luego nos secábamos de la misma manera y me besaba como solo ella sabía, besos que aún perduran en mi interior, que aún los siento.
Y recuerdo la casa en la aldea. Y el matrimonio empecinado en que durmiéramos en su camastro, unas tablas de madera y un colchón de paja y lana, y mantas, muchas mantas de mil colores. Nos veían jóvenes pero serenos. Sabían de dónde veníamos, el camino que seguíamos y como habíamos llegado; y, por lo que entendíamos, pocos lo habían hecho en tal soledad y sin armas. Y la mujer se cuidó de Anna, la preparó para el amor tranquilo y generoso. Y nos alimentaron frente a sus hijos, con lo mejor que tenían. Y no pudimos rechazarlo, sino compartirlo con empeño.
Hablo de Cachemira, de musulmanes paquistaníes, de gente que, ahora y antes es tratada de fanática islamista, tanto por hindúes defensores de las castas, como por europeos que confunden el crucifijo con su polla.
Y me río.
Los aldeanos nos trataban con respeto. Dormíamos con pastores armados con AK47 sin sentir temor. En ellos nunca percibí una mirada lujuriosa hacia mi joven y bella compañera, sino de cariño y admiración. En cambio sentí recelo en Karachi, donde las miradas no disimulaban su intención y algunos hombres no tuvieron reparo en acercarse con agresividad y desafío, forzándome, pese las protestas de mi amiga, a enfrentarlos de peor manera.
En los senderos del Hindu Kush debes esquivar a las fieras, en las calles de la ciudad enfrentarte a ellas, mientras en las aldeas castigadas por la guerra sientes respeto y amor.
En la vida, salvo contadas ocasiones, andas de paradoja en paradoja, hasta el punto de pensar si no lo es ella misma.

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