jueves, 3 de febrero de 2011

LA REALIDAD ABSOLUTA

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Ayer, mientras escribía tranquilo la segunda parte de mi historia: “El poder de una convicción”, mi nuera se sentó a mi lado y después de leer un rato me preguntó si era una novela.
-Pues sí- respondí
-Es que lo cuentas en primera persona- me dijo extrañada.

De vez en cuando le envío un capítulo a Mónica, después de todo el libro está dedicado a ella, prácticamente es su protagonista.
Lo curioso es que al empezar a escribir, pensé que el primero me costaría bastante, cosa que así fue, pero que el segundo sería mucho peor. Y no, ni de lejos.
Escribo tan rápido que los capítulos avanzan sin darme cuenta y lo peor es que, por olvido, dejo muchas cosas atrás, que luego, al recordarlas, las escribo pensando que en algún momento deberé engarzarlas.
Mónica no se inmiscuye, prefiere que la historia salga tal como la viví, que siempre es distinta a la realidad absoluta. Dicen que cada uno tiene la suya, que la realidad es relativa. Y no es cierto, la realidad existe en estado puro y es precisa. Nosotros la tergiversamos, casi siempre sin intención. La veíamos de manera distinta porque nos dejamos llevar por los sentimientos.
El primer libro: Piel de salamandra, aunque de historia más lejana, es más preciso por no tener tanto sentimiento. Sin embargo, las palabras fluyen a una velocidad y con una facilidad asombrosas, como si las tuviera incrustadas en la memoria.
El tercer libro, cómo no, se titulará el Blues de Amara, y probablemente será el más difícil de todos, en el que deberé romper los pocos tabúes que me quedan y hacer caso omiso a la mucha moralina que nos acompaña. Ahora bien, en el momento que salte la barrera, las palabras se agolparán en mis dedos sin darles tiempo a escribir. Pero, me pregunto si lo conseguiré.

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