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Amara mejora con lentitud.
Demasiados años de dolor, demasiada medicación, su cuerpo ha sufrido mucho y hay que pagarlo. Eso dice el neurocirujano de urgencias que hoy la ha visitado. Deberá tener paciencia. Según ella: deberemos; aunque a mi ya no me hace falta, con saber que está curada y el tumor no volverá a atacarla tengo suficiente.
Hoy la ha llamado José. Me lo ha dicho llegando al hospital...
-Estaba emocionado, casi se ha puesto a llorar, Pau-
El viernes llamé a Caso para contarle la mejoría. No lo había llamado sin antes estar seguro, sin verla, tocarla... Y también se emocionó y sentí sus lágrimas a través del auricular. Y llamé a Fito, colega, mentor y amigo de alegrías y fracasos, con el que viajó a menudo por convenciones y conferencias. Fito fue el que movió cielo y tierra para que fuese tratada por quien la operó, para adelantarle la intervención. Y también se emocionó.
A mi amigo Caso le chiflaba Amara, aunque nunca se planteó tener una aventura con ella. Por Helena, su compañera y amiga mía, sabía de nuestras fiestas, costumbres y manera de ver la vida. Y era partícipe ideológico de ello, pero siempre desde la formalidad y la lejanía, hasta que un día, por Joan y el interés de conocer a José, vinieron a una de ellas.
Para Caso la edad era un problema, le hacía sentirse desplazado; sin embargo, la conexión intelectual y sentimental con Amara fue instantánea y nunca tuvo empacho de reconocerlo. Para mi amigo, el atractivo intelectual es imprescindible y el físico una ayuda. En el caso de mi compañera, su unión una bomba, ya que, conocedora de su gusto y la pasión que le profesaba, los combinaba con inocente y natural picardía.
Caso, en las pocas ocasiones que nos veíamos, siempre se asentaba cerca de Amara sin disimulo. Buscaba su conversación y la opinión que tenía de los políticos, banqueros, intelectuales y artistas que había tratado como profesional.
A mi compañera siempre le han gustado los hombres cultos e inteligentes, conversar con ellos de cualquier materia. La diferencia de edad, veinte años más en este caso, no es un problema sino lo contrario, un atractivo añadido.
La manera de expresarse, sus miradas, la preconcebida situación que tomaban durante una cena, charla... nunca de frente o al lado, sino haciendo esquina, eran y aún son dignos de estudio sobre el arte de la dialéctica y la seducción.
Caso, hombre de extrema cultura y vivencias, tan inteligente como bebedor y mujeriego, jugador, borracho y pendenciero. Sabía que debía espaciar sus acosos, romper la conversación para dar un respiro a su joven amiga, que por una parte lo agradecía y, por otra, al poco lo buscaba. Durante estos momentos, Caso aprovechaba para acercárseme. Aquel día también para charlar con José y Joan, casi tan cultos como él. Conmigo hacía para exclamar sobre mi suerte.
- Amara es especial. Cuídala. Es una mujer tan intensa, fuerte, entera... Como te descuides...-
Y yo me reía en mi interior, aunque por fuera sintiera tanto orgullo como poco temor.
Helena y Caso son de las pocas personas que conocen mi vida, no toda, pero casi como Pili.
Aquel día Amara estaba especialmente atractiva. La fiesta debía ser caliente y para ella la presencia de nuestro amigo representaba una sorpresa y un desafío.
- Nunca imaginé que vendrías a una de nuestras fiestas-
Un fino y corto vestido de algodón blanco de bambula, tan suave como sugestivo por su equívoca transparencia.
¿Llevaba algo debajo?
No lo parecía, tampoco podía asegurarse.
Estábamos hablando en compañía de mis dos amigos; y ella, recién llegada de su guardia hospitalaria, se acercó insinuante mirándolo fijamente a los ojos. El borde del escote justo le cubría la aureola de sus pezones, sus preciosos y turgentes pechos soportaban la prenda, que se movía con una cadencia que hasta a mí me erizaba el vello. La flojedad de los finos tirantes demostraban su inutilidad, y el deslizamiento que la gravedad les demandaba, era contrarrestada por gráciles movimientos de hombro, que uno no sabía si provocarían su definitiva caída o servirían para resituarlos donde su dueña aparentaba querer.
El cabello, su simpática manera de soplar para quitárselo de encima; los ligeramente gruesos labios y la provocativa forma que les infiere al expresarse; el típico y gracioso movimiento de su nariz, que nunca he sabido como lo consigue y sabiamente raciona.
- ¿De qué habláis?-
Y yo, rápido y con intención, mirándole con descaro el soberano escote...
- Del por qué la erótica-
- ¡AH! Precisamente de eso os puedo dar una conferencia. Hace poco asistí a la que organizó Anna en el colegio de sicólogos sobre la materia-
Helena y Caso marcharon después de cenar. Aquel día hubo mucho sexo, todo oral, no del típico sino del hablado. El ambiente era puro fuego, una mezcla de enciclopedismo y erotismo como nunca había visto, oído, sentido...
Al despedirse, mi amigo me confesó que pocas veces había hecho el sexo con tal intensidad.
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Me alegro que esté mejorando.
ResponderEliminarNunca me pasa nada tan interesante como a ella.
Algo me está fallando. Guapa no soy, pero sexy sí.
Un abrazo
Luna
LO mismo digo Pau, me alegra muchísimo que todo vaya mejorando, gracias por tus relatos, me hacen sentir viva.
ResponderEliminarAbrazo
Me alegro que hayan podido operarla y que esté saliendo adelante.Un beso
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