viernes, 11 de noviembre de 2016

15M o Mayo del 68

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Cuando alguien me dice que soy un hijo del 15M, qué quieres, me río con ganas. Yo soy hijo del mayo del 68, es decir 43 años antes. Pero claro, para la mayoría de los que están aquí eso queda muy lejos y parece atrasado; de hecho lo parece incluso a los de mi generación, que por entonces pacían adormecidos por los prados del franquismo, por antifranquistas que parecieran.
Para que ustedes entiendan de qué hablo, les regalaré con algunas frases célebres, y luego ustedes me dicen si son del 15M o del mayo del 68.

“El poder tiene la radio y la TV y un gobierno a su medida. Nosotros vamos a explicarnos directamente en las calles, haciendo una política de democracia abierta”

“Prohibido prohibir. La libertad comienza por una prohibición”

"El derecho a vivir no se mendiga, se toma"

"Queremos las estructuras al servicio de las personas, no de las personas al servicio de las estructuras"

Pues si, son del mayo del 68. Y hay muchas más y mejores, al menos para mi, y seguramente más revolucionarias y liberadoras que las escuchadas por mis jóvenes amigos.

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viernes, 24 de junio de 2016

Al menos vota con Honestidad

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Durante la verbena de ayer un viejo amigo me preguntó por la consigna que los piratas habían lanzado para votar.
Evidentemente no nos conoce, los piratas somos demócratas, por eso no decidimos el voto de nadie ni lanzamos consignas.
Pero entonces dime a quién crees que votarán los piratas, me preguntó.
Mira compañero, un auténtico pirata solo puede votar a quien respeta la DUDH. No hay otra posibilidad.
Y mi viejo amigo, que de tonto no tiene un pelo, respondió: En Comú Podem, no porque la hayan respetado sino porque son los únicos que la defienden y todavía no han podido pasársela por el forro.
Mi amigo, que posiblemente ahora lea esta entrada, es nacionalista y de "centro derecha", por eso votará a ERC. Él lo tiene claro, no es pirata y le importa bien poco la DUDH, aunque eso no signifique que la entienda y me comprenda.

Hay piratas de todos los colores, de izquierda, de centroizquierda y hasta de centroderecha; incluso hay piratas nacionalistas, con sus colores respectivos. Pero la base de todos ellos es la misma, uno no puede ser pirata y, a la vez, condescender con quien no respeta la DUDH. Eso no significa que se pueda encontrar "piratas" que prioricen el nacionalismo o su interés económico por encima de la DUDH, pero entonces tendríamos que aceptar que estas personas no son piratas, aunque quizá tengan un cierto sentimiento secundario, casi de pasada, o simpatía hacia el movimiento.
En todo caso mi amigo, del que ya he aclarado que no tiene un pelo de tonto, no sabe que en el interior de En Comú Podem también hay quien no tiene ningún interés en respetar la DUDH.

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domingo, 20 de marzo de 2016

La maldición de la limosna

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Sería muy presuntuoso por mi parte decir que, por mis experiencias, he descubierto que en una sociedad que siempre ha ido sobrada, en tiempo de escasez la gente se mata por la comida; sin embargo, en una donde nunca hay para todos, solo el loco se sirve primero.
Cada día al pasar por detrás de la parroquia veo una pequeña cola de gente que viene a recoger su bolsa de comida. Es la desahuciada de la sociedad, la que difícilmente podrá recuperarse. Dicen que la crisis mengua, que hay más trabajo, pero la cola cada mes es un poco más larga. Hablo con amigos de otros barrios, personas que, al contrario que yo, ayudan. Me explican que cada vez hay más gente que, aun trabajando, no llega a fin de mes y no puede pagar todos los gastos y comer.
Debemos felicitarnos, hemos creado una sociedad trabajadora y pobre, que con su trabajo mantiene unas pensiones más elevadas que el salario que gana.
¿Cuánto tiempo podrá aguantar esta situación?
En una democracia el tiempo que haga falta, mientras los pensionistas sean más numerosos que quienes los mantienen. En una dictadura ya no.
Mis amigos no me preguntan por qué, estando tan implicado en la política, no ayudo. Quizá lo hagan por educación o quizá por miedo a mi respuesta.
no me gusta la limosna sino la justicia, por eso me impliqué en la política.
La limosna alinea y abotarga, convierte al ser humano en cliente agradecido. es curioso que entre mis compañeros de lucha, o en las manifestaciones y movilizaciones, no haya ninguno de los que reciben limosna, aunque sean los que más deberían pelear.

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viernes, 18 de marzo de 2016

De un tiempo a esta parte

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De un tiempo a esta parte recuerdo mucho a mis padres, los tengo presentes en mil sitios, conversaciones y hasta gestos. No puedo decir que me disguste. Supongo que es lo que uno echa más en falta, los padres. No sé por qué, no lo sé. Quizá sea porque no queremos dejar de ser niños. Supongo que se me pasará.

De vez en cuando conviene dejar la política a un lado, para volver o no abandonar el mundo real. La vida ha hecho que vuelva a la lucha, esta vez de otro modo, aunque igual de intenso.
Cuántos años han pasado? Ahora tengo 64, la dejé en 1977, a finales. Descubrí a los piratas en el 2011 y volví a enrolarme, pero no para hacer política sino para desarrollar mis inquietudes. Ahora he vuelto forzado, recordando viejos tiempos de lucha clandestina. Dicen que todo vuelve, lo ha hecho el fascismo y por su lado más crudo, con camisa y corbata, y discurso civilizado, de la mano de unos grupos mafiosos que persiguen la desigualdad y la vuelta al medievo.

Esta vez ya no queda margen, es duro confesarlo, pero mejor hacerlo ahora que estamos a tiempo. Hemos de conseguir que una España sea perseguida hasta el más oscuro y escondido rincón, encarcelada y despojada de todos sus bienes, absolutamente de todos, para que no vuelva a resurgir jamás. No sirven los pactos ni la condescendencia, sino la eliminación. Hemos de conseguir que su ciudadanía valedora sea corresponsable de sus desmanes, principalmente con su hacienda.

La política es lo peor, cuando debería ser lo mejor. Hemos de conseguir que el político utilice su tiempo y sus esfuerzos en crear y trabajar por el bien común; sin embargo, el sistema lo impide y obliga a que se desgaste para para defender su espacio. Primero hemos de ganar, te dicen, luego podremos gobernar para y por la ciudadanía. Pero yo solo quiero que la ciudadanía se gobierne a sí misma, con el menor número posible de intermediarios.

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viernes, 5 de febrero de 2016

Hay cosas que no tienen precio

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Recuerdo hacerle el amor sobre una roca en el Cap de Creus, en la litera del camarote de un barco, en medio de la montaña, del mar, bailando. Yo le hacía el amor, mientras ella le decía sexo.
Siempre quiso dejar claro que para ella no pasaba de ser un divertimento, aunque yo supiera, por su mirada, su abrazo, su pasión, sus besos y su ansia por satisfacerme, que era amor y solo amor.
No sé por qué hemos de envejecer así, por qué no podemos hacerlo delicadamente y con la misma pasión con que ella y yo nos hemos tratado. Por qué la vida ha de tratar tan mal a quien ha luchado tan bien.
Me gustaría sentarme en un acantilado, al borde de un precipicio con ella, como tanto le gustaba, hablar y hablar casi sin palabras, explicarle su enfermedad con cuidado y ayudarla.

Recuerdo mi promesa con Artur, la recuerdo como si fuera ahora, en lo alto de una cumbre y rodeados de nieve, metros de ella.
Si uno de nosotros enferma de manera lenta y fatal, el otro lo traerá aquí para dejarlo morir en paz, de frío, mirando el cielo.

Hay cosas que no tienen precio, una de ellas es la amistad.

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domingo, 31 de enero de 2016

¿Por qué hemos de vivir tantos años?

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-¡Qué insensatos éramos entonces! ¿Recuerdas Popol, cuando recogimos aquel chico francés que hacía autoestop y nos lo llevamos a nuestra casa del Pirineo. Nos dijo, voy a Francia, y le dijimos que nuestra casa estaba al lado de la frontera y que a la mañana siguiente lo dejaríamos cerca de ella.
-No, no lo recuerdo.
-¡Si hombre! que se puso a aullar a media noche. Y dormimos juntos, porque solo podíamos defendernos del frío con el calor humano.
-Y si, ahora recuerdo al francés y sus aullidos. Estábamos seguros de nosotros mismos y eso no tiene precio. No teníamos miedo a nada ni a nadie. El francés seguramente sufrió un ataque de pánico, quizá un calentón por lo buena que estabas.
¡Qué poco podía imaginarse el pobre chico, que terminaría pasando la noche en una casa medio derruida, perdida en lo más alto de los Pirineos!

-¿Recuerdas cuando nos lanzamos con ala Delta, Popol? Mónica y tu os empeñasteis en saltar sin pasar por el aprendizaje y fuisteis los únicos que aterrizasteis sin un rasguño. ¡Qué locos éramos Popol!

Y si, recuerdo perfectamente a Mónica lanzarse y volar, volar. Y a la vuelta mirarme en silencio. Recuerdo aquellos ojos grandes y oscuros, su mirada penetrante, dura y apasionada a un mismo tiempo. Recuerdo su aparente fragilidad, su increíble belleza.

-Hemos vivido Mila, mucho más que la mayoría, que cualquiera y que debiéramos, pero, eso sí, con plenitud y gracias a estar seguros de nosotros mismos, porque no temíamos a nada ni a nadie, igual que ahora.

-¿Qué se ha hecho de los hippies, Popol?
-Siguen igual Mila, en otro lugar y con otras posturas, pero con los mismos ideales. Los hippies de entonces son los piratas de ahora. Siempre fueron piratas.

Es tarde y hemos bebido mucho. Ya no hay servicios públicos que me lleven a casa y no tengo ganas de coger un taxi. Son siete u ocho kilómetros hasta casa, poca cosa para hace unos años, ahora tengo que esforzarme, intentar distraer mi cansancio con los recuerdos.
Mila ha venido para hacerle compañía a una vieja amiga en sus últimos días de vida. La enfermedad de Mónica, sin embargo, ha apagado el brillo de sus ojos y lentamente va carcomiendo su cerebro. Ya no recuerda lo más inmediato y, entre ausencia y ausencia, su carácter se ha vuelto irascible y obsesivo.

A veces me entran ganas de sentarme en una hamaca en lo alto de una montaña y olvidarlo todo, que mis recuerdos vayan disipándose poco a poco, sin prisa.
A menudo me pregunto por qué hemos de vivir tantos años.

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