jueves, 29 de abril de 2010

NACIONALISMO Y ENDOGAMIA

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El 23 fue Sant Jordi, el patrón de Aragón, Catalunya y unos cuantos más. Es tradición, según se cree desde el siglo XV, que el catalán le regale una rosa roja y una espiga de trigo a su enamorada. La rosa simboliza pasión y la espiga fertilidad.
El día del libro fue instaurado en 1926 por Primo de Rivera, aconsejado por un editor valenciano o catalán, según se vea, ya que vivía en Barcelona. Se escogió el 23 de Abril por la coincidencia de la muerte de Miguel de Cervantes, aunque en esta fecha también muriera William Shakespeare, y la ONU, en 1996, lo declaró día mundial del libro.
Es curioso que, aun siendo una efemérides nacional declarada por el Estado español, solo se celebre en Catalunya, aunque tengo entendido que ahora se han sumado algunos rincones del país.
Un turista italiano, impresionado por el espectáculo de tanta tienda y tenderete rebosante de mujeres husmeando libros, y de tantos hombres con una rosa roja en la mano, me dijo después de preguntarme por una dirección y por la historia de dicha tradición: “el intercambio de una rosa por un libro es sintomático de la humanidad de un pueblo”.
Tan bella frase merecía ser guardada, de tal manera que a los pocos minutos y habiendo llegado al trabajo, la escribí en un papel. Hoy la edito en este blog, propiedad de todo aquel que sienta la diversidad como enriquecimiento humano y motivo de unidad en contra de desunión.
La falta de respeto por la cultura de los demás, sus peculiaridades, su idioma, su idiosincrasia amputa la libertad y la diversidad.
El nacionalismo conlleva exaltación de lo propio por encima de lo ajeno; pretende, primero, la superioridad de una cultura sobre las demás y, después, el desprecio y su aniquilación. El nacionalismo exige la uniformidad cultural, mediante la absorción de los que considera débiles o minoritarios; teme la diversidad porque la cree enemiga; es cobarde y piensa que debe combatirla por su propia supervivencia. Y utiliza la fuerza y leyes hechas a la medida sobre la palabra, porque teme ser vencido por esta.
La cultura del nacionalista mengua por si misma, y al rechazar la aportación de sangre nueva, de ideas frescas, se debilita y muere.
El nacionalismo es endogamia con todo lo que eso representa.
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Estoy seguro que cada uno sacará su particular conclusión sobre la idea, por lo que temo, más divertido que preocupado, que más de un nacionalista, seguidor de una u otra bandera, solo verá reflejado a su vecino en el tema.

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domingo, 11 de abril de 2010

DE PASEO

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Acabo de llegar de un paseo en bici, desde mi casa hasta el delta del Llobregat, y he vuelto por el aeropuerto, para filmar algún avión pasando sobre mi cabeza.
El río es más bello y fecundo más arriba, a partir de Sant Boi. La Generalitat intenta regenerar el río y sueña con un delta, el que existía antes que el hombre se lo cargara. Misión imposible, porque “on no ni-ha, no pot rajar” (donde no hay, no puede manar).
El Llobregat está irremediablemente perdido y lo más que se puede conseguir es convertirlo en un bonito paseo; y su delta es un desastre medioambiental, con un avión por minuto pasando a su ras. Es ilusorio pretender que las aves se recojan allí.
Veo un mirador parecido a un torreón, un vallado que preserva el parque y gente mirando, poca; y es que por lo que hay no vale la pena: unos cientos de gaviotas que reposan en su playa particular. Desde el delta hasta Cornellá solo veo una zancuda y dos ánades, la primera probablemente despistada. Hay muchas más en los espacios verdes de los muchos nudos de carreteras de los alrededores, donde circula mucho coche pero ningún avión. El día que los coches vuelen también se irán de allí.
De Sant Boi para arriba hay más, no muchas, pero se ven; y se esconden del hombre, atemorizadas, aterradas diría yo. Y es que allí no hay vallas, pero sí mucho envase, plásticos, restos de hogueras y de pequeña chatarra.
El hombre, si quiere conservar la naturaleza, solo tiene que construir reservas con alambradas para él y sensores adaptados a su naturaleza, torreones de vigía y guardas armados para evitar que las asalten los empresarios inmobiliarios.

Y a la vuelta me he encontrado con Fátima paseando su perro. Al principio no la reconocía. La velocidad y que iba en bici como yo y el pobre can corriendo detrás, me han despistado. Ya no limpia nuestra escalera, lo hace su compañero, que viene en una bici pequeña y plegable.
Hace poco coincidí con él, yo bajando la mía para ir al trabajo y él subiendo la suya para evitar desaprensivos y amantes de lo ajeno. Me sonrió... Parece que un tipo de mi edad no liga con una bici, y menos como la mía. Es un tipo callado, con barba corta y bien arreglada, pero aquel día se mostró receptivo. Como siempre lo saludé con los buenos días y él, en cambio de responder con su habitual murmullo, dijo... ¿eres el amigo de Fátima, verdad? No dijo nada más, pero se le notaba más contento de lo habitual.
Paramos... nos saludamos... está preciosa, ya no lleva el maldito pañuelo. Al poco veo su compañero y una pareja de amigos, a todas luces del país; también llevan un perro corriendo tras suyo. Son jóvenes como ellos y visten con despreocupación, se les ve relajados y muy amistosos. Me gustan...
-Hola Pau, sabes... espero un hijo, aunque es posible que mi compañero ya te lo haya contado-
Qué quieres... soy feliz. Esta chica me motiva, siento algo especial por ella, es de las pocas con las que no me habría molestado tener una aventura. -Qué manera más tonta de decir que me atrae- Ella lo sabe, las mujeres lo ven en la mirada del hombre, de la misma manera que nosotros lo vemos en las suyas. Nunca lo intenté, hubiese sido un error, tan garrafal como inútil.
Le doy un beso, un pequeño y suave abrazo.
-Sí, algo me contó, pero no lo entendí muy bien-
Se ríe... entiende el mensaje, Fátima es lista y conoce a su compañero.
Hay tíos que para entender lo que dicen no basta con saber idiomas.
Antes de despedirme miro su barriga...
-¡Uyyy! Aún no se nota, solo hace un mes que lo sabemos-
Calculo... De haber sabido leer mentes, hubiese sido el tercero en enterarme.
Les deseo suerte y me despido, no sin antes pedirle al tipo que me avise ante alguna novedad. Esta vez estaré preparado, aunque quizá me sorprenda.

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martes, 6 de abril de 2010

DE ERÓTICA

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Amara mejora con lentitud.
Demasiados años de dolor, demasiada medicación, su cuerpo ha sufrido mucho y hay que pagarlo. Eso dice el neurocirujano de urgencias que hoy la ha visitado. Deberá tener paciencia. Según ella: deberemos; aunque a mi ya no me hace falta, con saber que está curada y el tumor no volverá a atacarla tengo suficiente.
Hoy la ha llamado José. Me lo ha dicho llegando al hospital...
-Estaba emocionado, casi se ha puesto a llorar, Pau-
El viernes llamé a Caso para contarle la mejoría. No lo había llamado sin antes estar seguro, sin verla, tocarla... Y también se emocionó y sentí sus lágrimas a través del auricular. Y llamé a Fito, colega, mentor y amigo de alegrías y fracasos, con el que viajó a menudo por convenciones y conferencias. Fito fue el que movió cielo y tierra para que fuese tratada por quien la operó, para adelantarle la intervención. Y también se emocionó.




A mi amigo Caso le chiflaba Amara, aunque nunca se planteó tener una aventura con ella. Por Helena, su compañera y amiga mía, sabía de nuestras fiestas, costumbres y manera de ver la vida. Y era partícipe ideológico de ello, pero siempre desde la formalidad y la lejanía, hasta que un día, por Joan y el interés de conocer a José, vinieron a una de ellas.
Para Caso la edad era un problema, le hacía sentirse desplazado; sin embargo, la conexión intelectual y sentimental con Amara fue instantánea y nunca tuvo empacho de reconocerlo. Para mi amigo, el atractivo intelectual es imprescindible y el físico una ayuda. En el caso de mi compañera, su unión una bomba, ya que, conocedora de su gusto y la pasión que le profesaba, los combinaba con inocente y natural picardía.
Caso, en las pocas ocasiones que nos veíamos, siempre se asentaba cerca de Amara sin disimulo. Buscaba su conversación y la opinión que tenía de los políticos, banqueros, intelectuales y artistas que había tratado como profesional.
A mi compañera siempre le han gustado los hombres cultos e inteligentes, conversar con ellos de cualquier materia. La diferencia de edad, veinte años más en este caso, no es un problema sino lo contrario, un atractivo añadido.
La manera de expresarse, sus miradas, la preconcebida situación que tomaban durante una cena, charla... nunca de frente o al lado, sino haciendo esquina, eran y aún son dignos de estudio sobre el arte de la dialéctica y la seducción.
Caso, hombre de extrema cultura y vivencias, tan inteligente como bebedor y mujeriego, jugador, borracho y pendenciero. Sabía que debía espaciar sus acosos, romper la conversación para dar un respiro a su joven amiga, que por una parte lo agradecía y, por otra, al poco lo buscaba. Durante estos momentos, Caso aprovechaba para acercárseme. Aquel día también para charlar con José y Joan, casi tan cultos como él. Conmigo hacía para exclamar sobre mi suerte.
- Amara es especial. Cuídala. Es una mujer tan intensa, fuerte, entera... Como te descuides...-
Y yo me reía en mi interior, aunque por fuera sintiera tanto orgullo como poco temor.
Helena y Caso son de las pocas personas que conocen mi vida, no toda, pero casi como Pili.

Aquel día Amara estaba especialmente atractiva. La fiesta debía ser caliente y para ella la presencia de nuestro amigo representaba una sorpresa y un desafío.
- Nunca imaginé que vendrías a una de nuestras fiestas-
Un fino y corto vestido de algodón blanco de bambula, tan suave como sugestivo por su equívoca transparencia.
¿Llevaba algo debajo?
No lo parecía, tampoco podía asegurarse.
Estábamos hablando en compañía de mis dos amigos; y ella, recién llegada de su guardia hospitalaria, se acercó insinuante mirándolo fijamente a los ojos. El borde del escote justo le cubría la aureola de sus pezones, sus preciosos y turgentes pechos soportaban la prenda, que se movía con una cadencia que hasta a mí me erizaba el vello. La flojedad de los finos tirantes demostraban su inutilidad, y el deslizamiento que la gravedad les demandaba, era contrarrestada por gráciles movimientos de hombro, que uno no sabía si provocarían su definitiva caída o servirían para resituarlos donde su dueña aparentaba querer.
El cabello, su simpática manera de soplar para quitárselo de encima; los ligeramente gruesos labios y la provocativa forma que les infiere al expresarse; el típico y gracioso movimiento de su nariz, que nunca he sabido como lo consigue y sabiamente raciona.
- ¿De qué habláis?-
Y yo, rápido y con intención, mirándole con descaro el soberano escote...
- Del por qué la erótica-
- ¡AH! Precisamente de eso os puedo dar una conferencia. Hace poco asistí a la que organizó Anna en el colegio de sicólogos sobre la materia-
Helena y Caso marcharon después de cenar. Aquel día hubo mucho sexo, todo oral, no del típico sino del hablado. El ambiente era puro fuego, una mezcla de enciclopedismo y erotismo como nunca había visto, oído, sentido...
Al despedirse, mi amigo me confesó que pocas veces había hecho el sexo con tal intensidad.

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