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Hace tiempo, un par de meses más o menos, empecé mi libro. Me decidí después de constatar que estaba preparado, tanto psíquica como intelectualmente.
No es fácil. Antes de darlo por bueno, estoy seguro que cambiaré capítulos enteros. No es lo mismo publicar unos cuantos artículos en un blog, mal primero, regular después y soportables al final, que escribir un libro; y más de la magnitud de este.
Llevo 48 páginas del Word, 28.800 palabras. Salteo la historia en dos tiempos, el primero a partir de una fecha muy lejana, el segundo a treinta años. En el momento que el primero alcance al segundo, la historia habrá finalizado. Y pienso que no he llegado ni al 20% de lo que tengo por contar.
48 páginas de Word parecen pocas para dos meses de trabajo. No es así, piensen en lo que publico aquí y en “un gato” durante el mismo espacio de tiempo, sumen y verán que no le llega ni a la suela del zapato.
No leo, ni siquiera repaso lo ya escrito hace uno, dos, cinco años para documentarme. Escribo con la memoria como guía, y con la experiencia y los consejos recibidos durante estos años de blog. A veces me salto los cánones. La historia lo merece, pienso, porque me sale así, tal como creo haberlo vivido. Otras veces rectifico y me ciño a un estilo más enciclopédico, si a eso se le puede llamar así.
Hace unos días y tomando una copa con Joan, este me dijo... –Dice Amara que estás escribiendo un libro, el tuyo. Se supone que cuentas tu historia-
Y respondí, con todo el amor, lo que mi viejo amigo-hermano quería escuchar.
-Es como una novela y los nombres serán ficticios-
Y claro, no es así excepto en los nombres. La historia es tal como fue y en primera persona.
Joan es, por encima de todo, perspicaz, y, como es natural, no terminó de creérselo.
-Por lo menos me dejarás bien-
-Tal como eres- respondí.
No lo vi muy contento ni tranquilo. Y tanta alarma no la entiendo, después de todo, dudo que encuentre alguien que quiera publicarlo, y eso cuando lo termine.
Mis amigos creen que eso de escribir un libro es publicarlo. Tal vez sobrestimen mi pericia y den por hecho que me sobran contactos.
Nunca escribiré como mi maestro, lo sé y me conformo, me faltan los estudios necesarios y el tiempo.
El tiempo... eso es lo que me mata, nos mata a todos excepto a los africanos. El tiempo allí no corre, solo transcurre como el río de Sidharta.
El tiempo es lo que me impide seguir escribiendo en este sitio, con la asiduidad que me gustaría.
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Escribir un libro es un gusto y una 'necesidad' por si. El escribir permite al otro de conocer y compartir, sin o con miedo. El tiempo... Antes de que nos demos cuenta ya ha pasado, entonces hay que cuidarlo y apreciarlo y aprovecharlo. Espero que sigas a escribir con el mismo gusto que percibo en este escrito en este sitio que puede esperar hasta que termines de escribir el libro. Y tal vez en alguna pausa... escribes otra vez sobre tu experiencia del escribir o de una cosa completamente diferente. El tiempo no corta la libertad, sólo la destaca.
ResponderEliminarUn abrazo amigo
Yo creo Pau que ha de ser un libro muy interesante, siempre te he dicho lo que me gustan tus vivencias, el cómo has exprimido los momentos. Estoy segura que se publicará y yo desd luego seré una de tus primeras fans, aunque ahora nos tengas secos de tus textos, es por un buen fin, ánimo, duro con él.
ResponderEliminarBesos
Felicidades por el libro.
ResponderEliminarTe deseo una gran tirada y mucha venta.
un abrazo
Luna
Me gustaría publicarlo, claro que si, supongo que por amor propio y una cierta dosis de exhibicionismo; pero solo de pensar que pudiera conseguirlo, tiemblo. Y no es coña.
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