martes, 23 de agosto de 2011

UN TRISTE ADIOS

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El mar, siempre el mar...
Quien no haya navegado en una tempestad no puede imaginar lo que es.



86, ochenta y seis años y con un corazón hecho polvo en todos los sentidos, andando por una pronunciada cuesta a treinta y cinco grados centígrados, 35...
El resultado... Mi madre con un fuerte golpe de calor. El corazón, roto por fuera, roto por dentro, falló, dejó de irrigar sus riñones repletos de piedras.
Ahora languidece en una habitación del hospital, junto una mujer con Alzehimer abandonada por su familia. Está muriendo lentamente, sedada para que no sufra como unos días atrás, que abrazada a mí temblaba de fiebre, que no sabía como consolarla, llena de tubos, bombas y cables.
Y todo por el empeño de mi padre en ir a misa, que para hablar con su dios necesita ir a la iglesia acompañado por su mujer.

El médico me dice que está a punto, que esta noche o mañana dejará de respirar.
Mi padre ha pedido un cura y ha recibido la extremaunción con ella. Dice que es lo último que harán juntos. El cura, según Amara, estaba alucinado por lo que veía.

Si no fuera porque es mi madre, por el desastre que representa... me moriría de risa.

Una semana quejándose sin que nadie le hiciera caso. Yo en Huesca sin entender qué pasaba, con mi hermana llamándome periódicamente sin saber qué hacer, desesperada, pero comentándome que no había prisa, que no pasaba nada, que parecía cuento...
Una mujer que nunca ha querido molestar a nadie, que su mayor deseo era pasar desapercibida y vivir junto a un hombre débil y estúpido, egoísta y enloquecido por los curas. Una mujer fiel a su familia hasta su último aliento, que se lamenta del trabajo que da, del sacrificio que representa cuidarla.
Si no fuera porque es mi madre me partiría la caja.


Escribo estas líneas antes de marchar al Hospital. Amara y yo estaremos con ella toda la noche, igual que esta mañana, que he conseguido que nadie la moleste, y nos alternaremos con mi hermana y mi cuñado.

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Ayer por fin murió en brazos de mi hermana. Dos días antes se lamentaba por el trabajo que nos estaba dando y lo mucho que le dolía.
Hacía años, tantos que ni recuerdo, que no lloraba. A veces digo que lo hago, pero solo es una manera de explicar mis emociones. En realidad no es así.
Bien... Hoy todo ha terminado y, como es habitual, he tenido que aguantar encontrarme con gente indeseable para mí, que confunde el duelo con una obligada comedia que solo sirve para hacerse notar.


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Es bueno tener este blog, donde comparto mis sentimientos con los cuatro que me leen, que más no hay y me alegra; algo que hace unos años empecé a perseguir, sin necesidad de desmerecer su calidad, y que ahora ya he conseguido.

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martes, 16 de agosto de 2011

CERCA DE GRAUS

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Este dibujo fue publicado el 13 de Enero de 1909 en la revista satírica Papitu, y se titula "El bloque de las grietas".
Como puede observarse, nada ha cambiado.
Clicar sobre el dibujo para verlo en su tamaño.

En Huesca, una vez más con el Turbón al fondo y el precioso pantano del Grado a mis pies, después de haberme bañado en sus limpias y frescas aguas…
Amara, sentada sobre una gran piedra, lápiz en mano corrige “Piel de salamandra”

Y como quien no quiere la cosa, me llama la atención sobre la cantidad de sexo existente al comienzo de mi primera novela. En principio no debería opinar sobre eso, lo sabe y si lo hace es por algo.
La repaso… no hay más del que debiera, tampoco se trasluce obsesión.
Un chaval de diecisiete, dieciocho… buena parte de su pensamiento lo dedica al sexo. Es natural y sano, sin embargo, ese no es el caso; el protagonista no padeció ninguna obsesión por el sexo, más bien pecaba de ser templado y muy reticente a él.
Amara dice que al tratarlo soy demasiado explícito. Y le pregunto si encuentra algún fallo en la descripción que hago de las personas, de los edificios, de los paisajes…
-No, al contrario, los expones y los detallas muy bien –me dice.
Y me alegro. Eso significa que algo bueno he extraído de las enseñanzas de mi maestro.
-Pues tal como detallo las personas, las casas, los paisajes… así hago con el sexo; el poco que pudo disfrutar un chaval, de los diecisiete hasta los veinte.

Y me pregunto qué dirá cuando lea mi segundo libro, en el que el recuerdo es más vivo y fresco, por ser más próximo; cuando el protagonista entró en una cierta madurez y conoció a Mónica, a Carlota… cuando realmente empezó a disfrutar del sexo por lo que es.
Es evidente que el tercer libro, del que es protagonista, no podrá corregirlo, ya que si en los dos primeros, el sexo es anecdótico y solo aparece en parte de unos pocos capítulos, éste podría muy bien ser un libro de relatos eróticos, que dejaría en mantillas a cualquiera de ellos en todos los aspectos; desde el más explícito de entre los escritos al efecto, hasta la famosa trilogía de Henry Miller.

Estamos en casa de Pili, la Mila de mi novela, disfrutando unas cortas vacaciones, las que mi nueva empresa puede permitirme y la salud de mi compañera puede resistir. Ella, mientras tanto, navega en su velero por el Mediterráneo. Mal mar para hacerlo en Agosto, pero de algo hay que vivir, me dice por teléfono desde vete a saber qué puerto.
Excursiones, pantanos, piraguas, buena comida y gente sencilla y noble, la que más me gusta… ¿Qué más quiero?

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jueves, 4 de agosto de 2011

TÓMBOLA

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Almudena dice que escribo bien. No sabe la de veces que corrijo y rectifico cualquiera de mis escritos, ni se lo imagina.
Almudena pinta bien, es su trabajo y le gusta. El mío no es escribir sino fabricar y diseñar prendas de vestir, sin embargo, no me gusta y estoy cansado de él.
Me gustaría descansar y escribir, pero solo mi historia y la de mis amigos, sobre todo la de Mónica, nada más.

Hoy recordaba a Gisela. No la encuentro en mi segundo libro y es imperdonable, o quizá esté en el tercero y mi recuerdo se emborrone con el tiempo. He escrito su historia, la de un día conmigo, precisamente para recuperarla y editarla aquí; pero no me siento capaz.
Gisela fue el suspiro amoroso de un hombre atormentado, el último y el más fuerte de todos. Ni siquiera con Amara sentí lo mismo, que fue y ha sido el amor tranquilo, el de la convivencia.
Gisela murió un día después de haberla conocido, despeñada en una curva de Cadaqués.
A veces, cuando pasaba por el Tulip con el barco, o mucho después, con Amara en la barca, la recordaba y hablaba de ella; y siempre con lágrimas en los ojos.

De haberme dedicado a otra cosa, no habría conocido a Amara, tampoco a Jasmín. Y en caso que Gisela no hubiese sufrido aquel maldito accidente, quizá hoy sería todo distinto.
La vida es como una tómbola, tal como cuenta la vieja canción.

Almudena pregunta por Anna...
-¿Quién es Anna?
La miro, sonrío... ¿Cómo puedo explicarle quién es Anna?
No puedo, no hay suficiente tiempo. Solo puedo dejar que lea mi libro, los tres tomos, porque con uno de ellos nadie puede entender qué significa Anna para mí.

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