martes, 30 de octubre de 2012

DERECHO A DECIDIR, DERECHO A COMPARTIR

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                                                                        Pirata.cat
                                    Derecho a decidir. Derecho a compartir la ciencia y la cultura.



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domingo, 28 de octubre de 2012

EL SUEÑO DE LA TIERRA

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                                                                     De Barbijaputa

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sábado, 13 de octubre de 2012

UN VIAJE EN METRO

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Con los años un hombre tiene más cosas de las que hablar y menos de las que callar, y sin embargo, sus silencios son más largos e intensos.
Poco antes de morir mi padre me contó que con el tiempo el hombre aprende a callar. Mi padre era muy inteligente, pero en eso, como en otras muchas cosas, erraba por completo. No es el tiempo lo que hace callar al hombre sino su vejez, y debe ser que yo no soy viejo ni pienso serlo.


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Mis amigos, antiguos revolucionarios casi siempre de boquilla, andan desorientados, su partido político los ha abandonado. Solo los que se consideran de derechas se sienten representados.
-¿Dónde está la izquierda? -Preguntan.
-¿Qué izquierda? –Pregunto sorprendido por su extrema candidez. -¿La del PSC? ¿La de IC?
Y me río con ganas. Hoy, por vez primera me he reído de mis viejos y dogmáticos amigos. Quizá se enfaden conmigo, quizá, pero estoy harto de tanta tontería. Me he reído cuando uno de ellos me ha confesado que no quería ningún referéndum. ¿Para qué un referéndum si ganan los partidos que pretenden la independencia.
-¿Qué independencia? ¿La tuya, la de todos o la que te dictan para seguirte robando?
Y me río...
-¿Y qué hacemos con el resto de la población, esa que no quiere la independencia o que no se siente ni español ni catalán? ¿Qué hacemos con ellos? Les pregunto.
Y como no saben, como respuesta inquieren, una y otra vez como cotorras sin cerebro, qué postura oficial tiene mi partido. Y me río, ya no gasto saliva con ellos. ¿Qué puedo hacer con alguien que no sabe lo que es democracia, que solo pretende seguir un líder o una idea precocinada y servida en bandeja, con especias para engañar la fetidez de su sabor, con jarabes para darle color, con hojas de cualquier hierbajo para darle volumen.
-¿Qué programa tiene tu partido? –Preguntan con aire intelectual.
Y con sorna respondo que llevamos trescientas páginas escritas y solo vamos por la mitad, que cuando esté terminado lo pasaré, siempre y cuando me prometan que van a leerlo. Igual copio el de IC, que más o menos lleva las mismas, después de sacar todo lo que pueda identificarlo. Después de todo, qué más da que lo lean si solo quiero joderlos.
-Para qué quieres saberlo si no me vas a votar. Tú nunca nos votarás, no puedes porque temes el compromiso de participar, porque rehuyes la responsabilidad, porque prefieres que sea otro quién decida por ti.
Mis amigos andan perdidos porque han descubierto que sus líderes les han engañado. Saben que me he hecho pirata, pero no el porqué; algo se les escapa y no saben el qué.

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Enfrente, un tipo con sombrero de paja habla de lo mal que va la empresa en la que trabaja. Su compañera, de la misma empresa seguramente, no sabe qué cara poner, se nota que no comparte todas sus opiniones. También habla sobre legislación laboral y porcentajes, de lo bien que se vivía antes.
Nadie entiende que ganar más y vivir mejor que el chino que fabrica ordenadores trabajando de sol a sol, aparte de ser una estupidez es inmoral; y ni te cuento si se compara con el zulú que cultiva los espárragos que come Europa cualquier día del año, o con el hindú que trabaja de peón en el complejo petrolífero de Dubai.
El tipo ahora habla con una preciosa y espectacular chica, que acaba de entrar y que a todas luces trabaja en la misma empresa de limpieza. Y esa chica no entiende muy bien de qué va la queja, ella solo sabe, por lo que le cuenta su padre durante la cena, que antes se vivía y se trabajaba de otra manera. La chica, por tal como habla seguramente tiene una carrera, parece contenta de haber encontrado un trabajo que la ayudará a independizarse. Pronto podrá echar polvos con su novio en su propio piso y no en camas prestadas. Y sabe que la cosa está jodida, muy jodida, porque sus compañeros de la facultad andan por la calle sin trabajo, esperando que empiece la campaña para poder pegar carteles; aunque, por lo que cuentan, es posible que se pague poco y mal, ya que los partidos andan cortos de dinero y la banca ya no presta como antes.

En fin... parece mentira lo que da de sí un largo trayecto en Metro, tres dispares pasajeros, un lápiz y papel. Y, todo hay que decirlo, el tipo del sombrero no paraba de mirarme, como si supiera que estaba escribiendo sobre él.


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jueves, 4 de octubre de 2012

COLAPSO

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Si alguien me llega a decir hace seis meses que me liaría así, seguramente lo habría mandado a paseo; pero quién iba a decirme que un amigo y competidor me ofrecería la fusión nuestras respectivas empresas, la suya varias veces más grande que la mía, al percatarse de mi falta de interés y mis ganas de retirarme.
-Te doy el 30% de mi empresa, a cambio de tu tecnología y tu diseño.
Nadie sabe porqué acepté, ni siquiera yo. Quizá porque me aseguró poca presión y carta blanca, una provocación para mí; tal vez porque me prometió las tardes libres, aunque desde entonces no haya conseguido ninguna. El resultado es que trabajo más que nunca.
Instalé mi sistema en su empresa, el mejor del mundo todo hay que decirlo, y lo preparé para trabajar telemáticamente desde mi casa –por si me compro un yate– le dije con ironía, sin embargo, solo me ha servido para trabajar también de noche.

Si alguien me llega a decir hace seis meses que me liaría con un partido político, aparte de mandarlo a paseo, me habría reído en su cara. Pero quién iba a decirme que, por un extraño gesto de solidaridad, ofrecería mi casa para albergar un delegado extranjero.
Nadie sabe porqué lo hice, ni siquiera yo. Seguramente estaría aburrido o volviera a leer el ideario, al preguntarme una vez más cómo un hippie anarquista como yo se había podido afiliar a un partido.

Si alguien me llega a decir que a los sesenta y uno me liaría de esta manera, probablemente lo habría mandado a paseo; pero es lo que hay y ya nada se puede hacer.
Mis hijos, Amara, Artur, Mila... la gente de mi entorno dice que mi vida es apasionante, sin embargo, yo la encuentro estresante. Dos cosas tan distintas que solo una puede ser la acertada. Ya veremos qué dirá cuando José me recete medicación antiestrés, en cambio de antipasión.


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