jueves, 30 de agosto de 2012

UNA ALTERNATIVA

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The Green Wave, la película que narra la lucha de un pueblo


Algunos amigos me preguntan por la segunda moneda, sobre los problemas que acarrearía y si los había pensado, también el por qué tiene que ser paralela. Hace unos días otros dos me escribieron por lo mismo, seguramente después de leer mi blog.
El paralelismo es, en este caso, relativo. También habría que ver lo que cada uno piensa sobre el tema. Para mí está claro: una moneda paralela debe ser tratada casi como igual y, a poder ser, mantener el mismo valor. En mi caso prefiero definirla como paralela antes que doble.
Por supuesto, será difícil y ni de lejos una panacea, pero desaparecerá la sensación de pobreza; la gente podrá tener un trabajo y se crearán nuevas empresas, aunque pequeñas, y poco a poco se recuperará el tejido industrial. La gente trabajará muchas horas y ya no podrá cambiar de televisor, de coche, de ordenador, con tanta alegría. Para eso se montarán talleres de reparación. Ya no se podrá viajar con tanta facilidad. Las vacaciones tendrán que ser en el país. Muy pocos, solo los que generen euros en abundancia, podrán pasarlas en el extranjero.
El país caerá, pero no más que sin la moneda paralela, en todo caso menos. Sin embargo, no habrá pisos vacíos ni, por ende, gente viviendo en la calle; ni excedentes de alimentos, por tanto, tampoco hambre. A unos les sobrarán euros, a otros íberos; pero como habrá muchas cosas que solo podrán pagarse con esos últimos, el cambio podrá mantenerse.

Me preguntan y yo respondo, y todos contestan diciendo que es una alternativa a estudiar.
En caso de llevar razón, nadie me llamará ni me escribirá, no soy de su casta. Tampoco pueden dialogar con un tipo que, como principio ineludible, considera que hay que eliminar la corrupción, por tanto a esa misma casta.
Con solo que plantearan la propuesta sería suficiente. No es necesario nombrar al que tuvo la idea, porque ya me contarás quién tiene los redaños de confesar que eso salió de un tal hippie perdido.


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1 comentario:

  1. Ya tendría su injundia, la cuestión de un Premio Nobel de economía, adjudicado a un joven eterno y además novel perdido. Eso si que sería divertido. Oír como chirriarían los académicos goznes. ¿Has pensado en el disfraz para la ceremonia?. Es broma claro, pero nunca se sabe y ya se lo ha llevado por sorpresa algún español que investigaba por su cuenta.

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