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Hace tiempo Luis Garicano decía que era la última
oportunidad para España de no volver a los años cincuenta. No recuerdo
exactamente lo que comenté en aquel momento. Lo seguro es que dije algo
parecido a que ya no había tiempo. Tampoco sé a qué se refería Luis al hablar
de los años cincuenta.
Durante los cincuenta se empezaron a crear las grandes
empresas públicas, que tanto el PSOE como el PP tuvieron a bien disolver, en
aras a engordar las arcas de sus amigos, con la excusa de una mejor funcionalidad.
Eso tan simple lo saben hasta los paganos que votan al PP y al PSOE, y que
nunca cobrarán por ello.
Ahora, tal como van las cosas, solo quedan las empresas
municipales, la sanidad y educación públicas, y, por último, la RENFE. El
primer paso para disolver y privatizar las primeras es arruinando los
consistorios, de manera que no les quede más remedio que ceder la funcionalidad
de sus servicios a las diputaciones, que dispondrán de la potestad de vender el
servicio. En cuanto a la sanidad y la educación, no es necesario tener
demasiadas luces para ver de qué va el asunto. Se trata pues de financiar y
apoyar las empresas privadas, en retirada y con grandes pérdidas por cierto,
para que se queden o regenten a precio simbólico las infraestructuras que todos
hemos pagado.
La electricidad, el gas, la red eléctrica, las centrales
nucleares que ya pagamos con el recibo, las líneas aéreas, el transporte
terrestre, el ferroviario, la minería, las fundiciones, los astilleros, la
automoción... todo se ha privatizado en aras a lo anteriormente dicho; porque
otra cosa no es, ya que el francés, que justo está aquí al lado, no se cansa de
demostrar que el Estado puede administrar tan bien o mejor que el empresario
privado.
¡El francés! El gran enemigo al que todos miran con
aprensión, ya que es el ejemplo más evidente de la subnormalidad del
españolito. Si el francés estuviera lejos, aunque fuera en Europa del Este,
sería otra cosa; pero está aquí al lado y habla casi como nosotros, come cosas
parecidas y también bebe vino; pero según los últimos estudios estadísticos,
jode más y mejor, es más listo y, por lo que parece y hacia dónde emigra
nuestro cuerpo sanitario, pronto nos adelantará en esperanza de vida.
No es difícil darse cuenta que, pese lo dicho por el
bienintencionado Luis, ya hemos llegado tarde. Lo que no sé es hasta dónde nos
retraeremos, si podemos llamarlo de esa manera o compararlo a un decenio
anterior. Lo seguro es que podría haber sido distinto. Solo que el
españolito hubiera elegido con la cabeza antes que con la víscera, seguramente
hoy no estaríamos hablando de pobreza, de asaltos a supermercados, de paro y de
corrupción. O quizá me equivoque y sea cierto que el españolito haya elegido
conscientemente a sus dirigentes, porque cuanto más ando más escucho la frase,
de que yo ya sabía que eso era una burbuja que terminaría estallando, que tanto
cerrar fábricas para vender productos chinos, franceses y alemanes terminaría
mal, etc. Lo que demostraría que el españolito no es tan tonto como parece o
como sus dirigentes, sino solo estúpido.
Mi amigo, el holandés errante, un tipo de mundo y sin veleidades nacionalistas, se extraña que hable del “españolito” con semejante desprecio. Y yo, que de nacionalista tengo tanto como él, lo que más me gustaría es definirlo de otra manera. Pero mi amigo no sabe, como yo, que una parte importante de este pueblo vota a cierta gente solo porque va a joder al catalán, mientras que otra vota al contrario porque cree que le va a dar dinero por no trabajar; y tanto una como otra aplauden que se invierta en misas y en toros en cambio de investigación.
Si no, de qué.
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Yo no sé, sí visto lo visto y oído lo escuchado, concentrarme como la carne en una lata y pasar de todo y de todos hasta que se vayan cayendo del guindo solos, la gente aún defiende que el estado es omnipotente y que esto se pasará con el tiempo como o si fuese un catarro persistente, lo que más me jode es la facilidad que tienen para desconectar cuando les intentas demostrar que no es así. Y te miran como a un bicho raro o como si estuvieras loco.
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