___________________________
Este sábado me entrevisté con el primo de mi padre, historiador y protagonista del cambio político en España; de los que más según unos y de los que menos para otros. La realidad es que lo fue y mucho.
Hablamos mucho, un par de horas lo menos, del pasado y de su libro.
-¿Cuándo podremos leerlo? –Le pregunté.
-Aún falta bastante y solo se publicará un resumen –respondió.
Un resumen... Y es que mi tío, de 91, es de derechas y un gran defensor de la censura, aunque sea a título privado.
En su mundo todo está regulado. Primero lo leerá su jefe, y después, de común acuerdo se publicará lo que conviene. La historia real quedará archivada en la gran biblioteca, para el estudio de cuatro escogidos con suficiente capacidad de criterio.
-Un resumen... La verdad, supongo –insinúo.
-No toda –responde.
Y hablamos de la verdad, de su valor y su poca o mucha importancia.
-Todos tenemos pecados. Nadie es perfecto y no debería ser tan difícil asumirlo. No es bueno que algo se quede en el tintero –le dije.
Cuando uno escribe su historia, lo mejor es no esconder nada, así evita que lo haga otro. Y si no la escribe, se arriesga que un tipo como mi tío le saque los colores.
Y hablamos de la lucha... El la hizo tras las bambalinas, los otros, esos a quienes tanto critica, dejaron la piel.
-De no haber sido por ellos, probablemente aún estaríamos cantando loas al Movimiento. -Eso le dije.
Ya llegando a su redil, me dijo que no tanto. Pero sí, yo sé que sí.
91 años... Hemos quedado para otro día. Nos interesa a los dos, él posee datos que pueden cambiar la opinión que tengo de mi historia, y yo otros que pueden cambiar la suya.
El escribe sus memorias, condicionado por el lugar donde se encuentra, temporal y físicamente, en forma de crónica histórica; sin embargo, la mías son de lo inmediato, tal como las viví y en base a lo que entonces pensaba y sentía. No es lo mismo, sus datos poco pueden cambiar lo que hicimos y cómo lo viví. En cambio, los míos pueden alterar su historia; sobre todo cuando descubra que fue manipulado por unos y utilizado por nosotros. Quizá no le guste y se autocensure, o simplemente omita la parte que le disgusta; si no él, su jefe.
.
Leído así, parece difícil que lleguen a un acuerdo, sin compromiso, sobre la verdad de lo acaecido.
ResponderEliminarSerá difícil, pero no imposible.
ResponderEliminarMi tío tiene la extraña virtud de asumir la realidad cuando se le demuestra, que más o menos es lo que ocurre.
Lo que me pregunto es por qué no puede publicar la verdad: nombres y apellidos de individuos que todavía viven, que fueron asesinos, que torturaron, que deben su fortuna al expolio de otros, de la apropiación de títulos, empresas y terrenos después de asesinar a sus legítimos propietarios.
Quizá por eso, el, su jefe y el partido nacionalista que admira, están tan en contra de abrir viejas heridas.