Mi hijo acaba de llegar, en principio para poco tiempo ya
que tras las fiestas vuelve a marchar lejos, muy lejos esta vez. Mi hijo quizá
sea de los pocos que podría dar razón a la señora ministra; en contra de lo que
yo mismo pensaba hace poco, ama la aventura y disfruta con el desafío. Creo en eso se parece a mí.
Hablando con él, sobre sus proyectos y su futuro, sobre la gente que conoce y lo que hace, descubro lo que fui en mi tierra y lo que quise ser en la de otros. Yo me quedé, formé una familia y cree una empresa. Él ha conseguido hacerlo, quizá ayudado por las circunstancias, fuera de España, pero con más ímpetu y sin tanto peligro.
Hablando con él, sobre sus proyectos y su futuro, sobre la gente que conoce y lo que hace, descubro lo que fui en mi tierra y lo que quise ser en la de otros. Yo me quedé, formé una familia y cree una empresa. Él ha conseguido hacerlo, quizá ayudado por las circunstancias, fuera de España, pero con más ímpetu y sin tanto peligro.
Hoy he recordado aquel tipo, hace tantos y tantos años que
hoy no recuerdo, que antes de un examen de bachillerato, me habló de sus viajes
con mochila por Europa. Yo lo escuchaba embelesado, convencido que nunca haría
lo que él. Quién me iba a decir entonces que pocos años después viviría una
aventura sin igual; y que, aún siendo la más intensa para mí, quizá por mi
juventud y mi inocencia, solo había sido el inicio de una vida repleta de
sorpresas y emociones.
Lo escucho y afirmo en silencio, no me atrevo a interrumpir su charla, a romper el hechizo que representa un padre escuchando a su hijo, aprendiendo de él, aunque temeroso que su osadía se asemeje a la mía, a que no pueda soportar la desgracia ajena, el hambre y el horror.
Lo escucho y afirmo en silencio, no me atrevo a interrumpir su charla, a romper el hechizo que representa un padre escuchando a su hijo, aprendiendo de él, aunque temeroso que su osadía se asemeje a la mía, a que no pueda soportar la desgracia ajena, el hambre y el horror.
Y le cuento mis historias de pirata, busco su complicidad
hacia mis inquietudes. Le hablo del desastre al que está abocado nuestro país
por la acción de un grupo mafioso, elegido una y otra vez por una ciudadanía
que ni siquiera merece vivir.
-¿Qué harás Popol, desenterrar tus desgastadas armas y
tirarte al monte?
-No, eso nunca más. España no lo merece, solo seguiré la corriente y aceptaré el juego que imponen. Nunca más lucharé como entonces, aunque mis armas no sean las mismas ni estén desgastadas.
-No, eso nunca más. España no lo merece, solo seguiré la corriente y aceptaré el juego que imponen. Nunca más lucharé como entonces, aunque mis armas no sean las mismas ni estén desgastadas.
Hace días conocí a un tipo que pasa hambre y, sin embargo,
dice que no es culpa de CIU o del PP. A parados sin prestación y a jubilados
enfermos, que siguen votando a los mismos, unos por sentirse catalanes y los
otros por pretender que todo el mundo hable en castellano. ¿Vale la pena luchar
por esa gente? Ni loco lo hago, antes que se jodan.
.
.
En eso estoy también. He peleado tanto, que no quiero seguir con esa lucha denodada para al final...
ResponderEliminarYa veremos
Un beso a Amara y a los "niños"
Un abrazo con cariño
Pues no me parece mala opción, esa que presentas hoy y que entiendo pasa por seguir a nuestra bola, yo también espero el retorno, de los peques, que siempre serán peques, durante unos días y luego de nuevo marcharán hacia el exilio, que en realidad es lo que está pasando en esta tierra, que no creo que se merezca elevar su dignidad al rango de país. Un abrazo.
ResponderEliminarBon Nadal Pau una forta abraçada.
ResponderEliminar