martes, 8 de marzo de 2011

AMANDO

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Eso escribí hace infinidad de años, lo he recuperado de una de mis viejas libretas, esas que estoy repasando, ahora que el pintor ha marchado y he podido cambiar algunos muebles de casa.



Escuchando el concierto de Woostok...
Joan termina de levantarse, aparece enrollado en una toalla y se dirige al baño para ducharse. Joan siempre ha tenido un curioso sentido del pudor: duerme desnudo con quien sea, pero no soporta pasear así por su casa.
El sol entra en la gran sala, fuera oímos el graznido de las gaviotas molestadas por los primeros bañistas. Imagino el paisaje, el mismo de ayer... El Es curucú frente al balcón, magnífico, y el mar lamiendo la pequeña playa de es Poal.
¿Cuántas veces hemos pasado navegando entre el Estartit y las Medas camino de Cadaqués, de Colliure, de la Camargue?
Es más fácil pasar por el exterior, entre las islas y el mar abierto, pero la belleza del lugar nunca cansa.
Joan, algo molesto por nuestro poco interés en levantarnos, nos ha contentado con esta música.
Me desperezo, miro a mis dos amigas-hermanas, que simulan dormir plácidamente; Vicki con su pierna sobre mi vientre, cubierta por una sábana; Anna, más calurosa, está de espaldas y abrazada a Amara.

Llegamos el viernes por la tarde. Joan y Vicki han alquilado un apartamento en el pueblo, frente la misma playa; desde él se ve a los bañistas, a turistas paseando por el camino que lo bordea, en bicicleta, a pie... El apartamento es pequeño, dispone de un dormitorio de matrimonio con dos camas y uno pequeño con literas. Somos seis y para pasar la noche dispusimos los colchones en el suelo.
Es domingo y Biel ha salido a comprar algo para del desayuno, el barco se mece anclado con el cap de Sant Sebastiá de fondo y la mar está absolutamente llana.
Llaman a la puerta. Joan sale del cuarto de baño, aún sin ducharse, quejándose de nuestra falta de solidaridad.
-Por lo menos cubriros con la sábana-
Y más tranquilo ve a través de la mirilla, que es nuestro amigo con las vituallas.

Me levanto y me estiro... salgo al balcón con la impresión que nadie mirará o que la baranda cubrirá mi pubis. Unos brazos rodean mi enrojecido cuerpo por el sol de los primeros días de verano; una boca, dulce y tierna como siempre, besa mi nuca y hace que todo mi cuerpo se estremezca. Es Vicki... Fuera, en la ronda, una mujer joven levanta la vista y saluda con una sonrisa.
-¿La conoces?- pregunto a mi amiga.
-Es la vecina-
-¿Qué pensará?-
-Vete a saber... A Joan solo le faltaba eso- responde riéndose.
-¿Vas a ducharte?-
-No tengo ganas, dentro de un rato estaremos bañándonos enfrente-
Y más risas, porque se oye una voz despierta y cercana que nos invita a hacerlo en buena compañía. Es Amara, que se ha levantado y patea entre quejas y risas a su desnuda amiga, y se acerca para besar con ternura a Vicki.
Y oímos a Biel, con la sorna que suele gastar, simpático y atractivo como siempre, hablando con Joan al ver el panorama...
-¿Os dais cuenta que no somos normales?-
Y nos reímos de su ocurrencia.
-Reíros lo que queráis, pero eso pronto empezará a ser un problema-

Y recuerdo a los vecinos y conocidos, y las vacaciones en el barco o en nuestra casa del Pirineo; y a nuestros padres, a mi hermana... lo que de nosotros se decía en el pueblo, en el mercado, en los bares... y a nuestros hijos, su comprensión y aceptación de la gran familia, lo terriblemente unidos que los sentimos, aunque no compartan nuestra manera de vivir y ser.
Y él mismo se da cuenta de su error y se ríe, porque ya nada de eso puede ser un problema. La gente ha dejado de hablar; nuestros padres ya no pueden quejarse ni opinar; mi hermana ha aprendido a diferenciar la naturalidad de la normalidad; y nuestras familias...
¿Nuestras familias?
¿Qué nos importa la familia si nosotros somos mucho más?
Somos la tribu.
A la familia no la escoges, por tanto no es tuya; sin embargo, la tribu sí.

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2 comentarios:

  1. Sabia sentencia la del final de lo de la familia, que verdad es.
    Hace mucho que no voy a Cadaqués tengo muchas ganas de pasar allí un par de días, para mi, siempre tuvo una magia especial, pasé momentos estupendos allí, siempre recuerdo la entrada al pueblo desde la carretera de curvas con mi dos caballos rojo sin la capota y mis amigas de pie...
    un beso Pau

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  2. ¿De qué tiempo hablas, Calma?
    Quizá tengamos algo en común y no lo sepamos.

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