jueves, 24 de junio de 2021

Segunda parte de la historia

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La anterior historia ha sido publicada en cincuenta pequeñas partes, de hecho cuarenta y nueve, pero la última la dividí en dos.
En realidad habían de ser cincuenta, pero sorprendentemente una de ellas se ha perdido. La buscaré y si la encuentro la publicaré con un bis, sino la reescribiré nuevamente. Para Anna y para mi fue muy importante, de las más intensas, y no puedo permitirme obviarla. Estuvimos a punto de perder la vida por el calor, el hambre y la sed, sobre todo eso último.
Pero esta entrada no va de eso sino que sirve para presentar la segunda parte de la historia que quiero contar

En 1932 se estrenó la famosa película Rasputín y la zarina. En ella la princesa Irina Alexándrovna era violada por Rasputín. La escena, por muy falsa que fuera, consiguió engañar al público, muy dado a creer cualquier morbosidad en la que estuviera implicada la familia real rusa.
La productora Metro Goldwyn Mayer, aparte de indemnizar con una ingente suma a Irina, se vio obligada a explicar al público que la escena no era más que una fantasía cinematográfica, con las siguientes palabras: 
Los personajes y hechos retratados en esta película son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia, que como ustedes saben se popularizó con esta versión más simplificada:
Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”.

Pues bien, por obvio que sea, en esta segunda parte el autor utilizará la famosa frase.
Solo las mentes más calenturientas o las personas que saben que la realidad supera la ficción, podrían creer que la próxima historia, con título “El Poder de una Convicción”, es real y refleja las vivencias del tal Popol.

 

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