lunes, 5 de octubre de 2009

DE BICIS

El Ayuntamiento no para de instalar parkings de bicicletas, y cada día menos gente las ancla allí por los innumerables robos.
Hace poco a un joven amigo le robaron una, se la había comprado unos días antes y aunque de segunda mano era muy buena. Ayer me contaba que ya tenía otra. Vio a un magrebí subir al tren con una de calidad parecida, le dijo...
- Esta bici es mía, la conozco por una marca que hice en la barra y el número de serie-
El morito se fue corriendo abandonándola.
Los moritos no tienen bicis buenas, no pueden ni quieren pagarlas. Es así de triste.
- Ahora ya sé que debo hacer la próxima vez que me la roben. Ir a uno de esos barrios, buscar una de buena y parecida, y anunciarme como su propietario. Seguro que el tipo sale corriendo ante la amenaza de llamar a la policía-
Me horrorizo... No me gustaría estar en el pellejo de un morito, ni siquiera siendo la bicicleta suya. Las buenas nunca lo son, es cierto; pero vivir con el miedo en el cuerpo, cobrar de vez en cuando doscientos euros a la semana y no tener ni para el Metro... mientras que una bici regular ya vale los doscientos.
Jóvenes, moritos... ¿Quién dispone de este dinero para comprar una bici?
No hay semana que no descubra un nuevo aparcamiento. Los viejos tienen cadenas colgando, algún cuadro o una rueda abandonada y una bici de algún despistado, aún intacta, recién salida de la tienda e inocentemente anclada.
El consistorio no se cansa, ya debe tener contratada la instalación, aunque igual es para gastar el dinero como sea.
Ahora la oposición se echa las manos a la cabeza con el asunto de las docenas de informes que no sirven para nada, confeccionados antes de terminar el año para rematar el presupuesto, agotarlo y evitar su previsible recorte del próximo año.

El famoso Bicing es un desastre. Sus bicis casi nunca van bien, están pinchadas, el asiento se hunde o no frenan.
Hace poco intenté coger una. No hubo manera. Cuando ya me había hecho la idea de andar, a la vuelta de la esquina encontré una abandonada; la cogí... iba bien. Al llegar al sitio donde iba estuve tentado de dejarla tal como la había encontrado. Después de todo las hay a montones por el suelo, apoyadas en una pared, en un árbol... incluso en un aparcamiento público; y las furgonetas de la empresa ni las recogen.
El Bicing cuesta treinta euros al año. En París veinticinco y las bicis son mejores, más difíciles de extraer sin la tarjeta; y un joven parisino gana el doble que uno barcelonés.
Somos españoles, ¡qué coño! Catalanes aquí, pero en cuanto salimos del terruño, unos íberos cualquiera, unos colgados con esperanza de medrar gracias a las sobras europeas, unos tipos que solo piensan en ahorrar en investigación para aumentar los subsidios; unos mamarrachos de la cola de Europa, que soñaron estar a la cabeza porque unos cuantos imaginaron que su suelo era de oro.

Me río de esos que se consideran distintos, que por tener una lengua propia, cuya riqueza sólo es cuestionada por cuatro estúpidos que no la conocen, ya se sienten diferentes.
¿En qué consiste la diferencia?
Yo estoy harto de buscarla y todavía no la he encontrado, ni siquiera en el Karakorum, allá donde todo es distinto, el color de las piedras, el aire, la luz... excepto ser humano.



La gente se escandaliza. El consejero delegado del BBVA ha cobrado tanto y cuanto... Y me río. Eso es problema de los gilipollas de sus accionistas.
Los mismos que hoy se rasgan las vestiduras porque un tipo cobra eso, mañana gritarán histriónicamente el nombre de su ídolo, que ha costado lo mismo y cobra el doble por golpear con el pie una bola y enseñarles sus musculitos y su bronceado. Pero lo que me más me fascina es que en este caso son ellos los que pagan.
El consejero delegado del BBVA, que, con la inestimable ayuda de los sucesivos gobiernos, ha sido partícipe que su empresa sea una de las más grandes del mundo, está afincado fiscalmente en España; mientras el que patea la bola nadie lo sabe.




Me duele ver a tantos chavales no poder jugar a baloncesto. La ficha cuesta trescientos cincuenta euros, no obstante, al club cada jugador le cuesta noventa o cien euros más. La diferencia la enjuagamos con la lotería de Navidad y pequeñas esponsorizaciones. El Ayuntamiento no nos da ni las gracias.
Somos uno de los clubes más baratos de la ciudad, sin embargo, no todos pueden pagar. No hay solución. Sería injusto y peligroso subir la cuota a unos para no cobrar a otros.
Siempre tenemos alguien que no paga. Tres o cuatro chavales. Padres alcohólicos, violencia, paro... Horror a fin de cuentas. El club es un escape para esos chavales. Cada día los encontramos en la puerta esperando que alguien la abra. Siempre son los primeros en entrar y los últimos en salir.
Hace poco uno de mis compañeros, harto de ver al padre de dos chavalas borracho, de bar en bar cada tarde y hacer caso omiso a los avisos, habló de dárselo a las niñas... La semana que viene, si vuestro padre no paga, no podréis seguir jugando.
- Seguro que entonces pagará- Nos dijo
- Seguro que las niñas no volverán y nos las encontraremos correteando por la calle- Respondí.
Solo de pensar en eso se me pone la piel de gallina. Con tantos años transcurridos, aún recuerdo la cara de la secretaria de mi escuela reclamándome el dinero, amenazándome...
Lo solucionamos hablando con el responsable de su trabajo, un viejo conocido. La empresa pagó la ficha y se la descontó del salario. Desde entonces el energúmeno nos mira mal.
¿Cuántos chavales deben rabiar por jugar sin poder? ¿Cuántos esconden su impotencia, disimulan avergonzados su pobreza? ¿Y cuántos han abandonado el deporte a causa de la crisis?
Muchos. Clubes enteros han desaparecido.




Ahora se descubre que muchos departamentos de la Generalitat, de los ayuntamientos desarrollan estudios inútiles que no sobrepasan una cierta cantidad, de esta manera evitan su fiscalidad. Lo hacen, como decía antes, para redondear la cantidad asignada en el presupuesto, la que no han podido gastar por abandono de los proyectos.
Existe una industria para ello, que ya está acostumbrada, con urgencia y a final de año, a confeccionar estudios sin ningún fin. Algo que provoca picaresca...
Por qué preocuparse si nadie va a leerlos, deben preguntarse. Es entonces cuando aparecen trabajos de miles de euros hechos con recortes de revistas y periódicos pegados sobre unos folios con una reseña adecuada.
Podríamos pensar que el objetivo es la financiación de los partidos, pero lo dudo. Las cantidades, aunque grandes, unitariamente son demasiado pequeñas y están repartidas entre varias empresas. Lo que sí, es que normalmente son propiedad de familiares de los responsables. Así, cientos de miles de euros son desviados para enriquecer a unos cuantos.
Existe la denuncia, pero los mandamases hacen caso omiso de ella, no les importa. Saben que hoy serán electoralmente castigados, pero también que la competencia hará lo mismo y volverán a gobernar. A nadie se le ocurre cambiar el sistema, no interesa.
Les propondría hacer unos cuantos estudios sobre cualquier cosa interesante, por el módico precio de doce mil euros cada uno. Serían confeccionados por las escuelas como prácticas de la asignatura de ciudadanía y servirían para financiar a los clubes, y así hacer que las cuotas fueran asequibles para todos, y su precio en proporción de la declaración de renta. Seguro que nos llevaríamos una sorpresa, que los estudios serían más interesantes y prácticos que los realizados por el sobrino de turno. El problema es que de poco servirían, dado la vagancia y estupidez de sus destinatarios.




En mi escuela, como toda catalana que se preciara, se esquiaba y se jugaba a jockey sobre patines. Mis amigos lo hacían y alguno de ellos terminó siendo campeón del mundo.
No había invierno que no se organizaran un par de expediciones al Pirineo para practicar el esquí. Pocos nos quedábamos.
A mí no me estaba permitido, quizá por esto me atrajera tanto la alta montaña, la que podía llegarse en tren o autobús. Cuando volvían los escuchaba embelesado, cualquier historia se me antojaba fantástica, una gran aventura. Y más tarde lo quise parodiar como mejor sabía, con las largas, costosas y peligrosas travesías invernales, con la nieve, el frío y las fuertes ventiscas.
Ada no se perdía ninguna salida y el sobrecogimiento que me producía era terrible. Escuchaba con trece, catorce años... las aventuras de mis amigos, las escapadas que hacían de noche a las habitaciones de las chicas para reír e imaginar lo imposible.




Ada...
Recuerdo su larga, lacia y morena melena, sus preciosos y oscuros ojos, sus bien marcadas cejas, su recta nariz, su maravillosa sonrisa. Era bella, todos lo decían, a todos gustaba y casi todos competían por ella.
¿Celosía juvenil? ¿Pasión?
Hoy se me hace difícil de describir. Nunca más sentí lo mismo, ni siquiera por Amara, por Mónica. No creo que fueran celos y, de ser así, los padecí durante poco tiempo.
A los once, doce... no creo que los haya; y después todo fue muy rápido. A los dieciséis, pese la pasión que sentía por ella, ya tenía la certeza que nunca la conseguiría como mujer. Y, sin embargo, un día de Navidad, después de haberla presentado a mis hijos en una parada muy parecida a la que tuvimos de jóvenes, quedamos en vernos y cenar aquella misma noche. Seguía drogándose y vivía en una nube de egoísmo y desorientación anímica. La acompañé a su casa, pequeña, de una planta, al otro lado del Tibidabo y rodeada de bosque. Me recordó la que compartí con Lourdes. El dormitorio estaba cubierto por un colchón sobre una estera y muchos cojines. Me acosté con ella, hicimos el sexo. Aún conservaba aquella serena belleza que tanto me había desquiciado, pero no sentí nada, solo decepción. No se lo conté a nadie, por primera y única vez ni a Amara. Hoy aún no sé el por qué.

8 comentarios:

  1. Pau, nunca he dejado de leerte, aquí estoy, tal vez no soy la misma de hace un par de años, bueno seguro que no, supongo que como casi todos, pero en lo que no cambio es en el gusto por la buena lectura y la tuya es excelente, de una cosecha fantástica, la de la Enagua, ¿sabes que yo vivía al lado, en Maestro Nicolau, mi hermana que es un poco mayor que yo iba mucho, le encantaba y yo alguna vez también estuve con ella y sus amigos, me hizo gracia ver ese nombre en tu texto, no lo recordaba.
    Bueno Pau, que por aquí sigo, siempre.
    Besote
    P.S. Deseo lo mejor para tu compañera, de cor.

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  2. El mundo es un pañuelo. Probablemente conocí a tu hermana. Yo era de los más jóvenes que frecuentaba el Enagua.

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  3. Aquí están poniendo lo del bicing. A ver como acaba. El señor alcalde se ha quedado traumatizado con lo de las olímpiadas y a lo mejor en vez de colocar las bicis, nos tira los adoquines a la cabeza.

    ¿Enagua era el nombre de un colegio? Voy entendiendo la razón de tanto amor desde tan tiernas edades.

    un abrazo

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  4. El Enagua era un pub.
    Madrid, siento decirlo, no es una buena ciudad para instalar el Bicing.

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  5. Estás confundido. Nuestro querido y amado alcalde dice que sí.
    Y tendremos playa. el Manzanares será navegable.
    Y si él lo dice, así será, está iluminado.

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  6. Aquí también desaparecen las bicicletas. Luego las encuentran el cualquier arroyo o basurero.
    ´
    Me gusta tu manera de saltar de una cosa a otra con tanta facilidad para la palabra y el tocar temas que a todos se nos pasan por la mente y no sabemos ponerlos en palabras.

    Abrazos

    9 de octubre de 2009 8:19

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  7. "La vida, es el arte de sacar conclusiones suficientes, a partir, de datos insuficientes" no recuerdo quien lo dijo.

    Y como dice el anterior comentario... me gusta, y desconcierta tu facilidad de saltar de una cosa a otra.

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  8. Políticos ... qué bien se les da arruinar los ideales de cada uno ... qué bien se les da arruinar la economía de todos ... yo ando malamente en bici, aprendí de mayor, con 22 años Pau, que mi padre mucho cazar, bucear y trotar por el monte, pero como él no andaba en bici, pues sin aprender a andar me bici me tuvo, que era peligroso decía el caradura (para él lo era: me iría con mis amiguitos en lugar de salir por ahí con él ;)) ... fue la decepción lo que te hizo silenciar una experiencia, eso creo al menos ... me hubiera gustado tanto saber andar en bici bien ... tampoco sé esquiar pero eso no lo echo tanto de menos, la verdad ... el del BBVA toca los pinreles a dos manos porque todos recordamos esa superinyección de dinero de TODOS que se les dió a los de la banca, y joer, que me da a mí que no estaban tan mal cuando pueden pagar tan requetebien a los jubiletas ...besos.

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